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¿Estamos o no hasta el Piketty? Piketty es un economista que hace política y no ciencia. Por eso para aquellos que creyeron haber encontrado en Piketty al nuevo Newton o Darwin, les tengo una mala noticia: habrá que seguir esperando...


"La tesis de Piketty evoca el mito griego de la cama de Procusto: tiene que adaptar la realidad para adecuarla a su teoría. No considera como capital el capital humano (inteligencia, educación, simpatía) y los bienes durables (autos, televisores, refrigeradores, etc.)..."


Sir Isaac Newton a temprana edad hizo tres grandes aportes a la humanidad. Las leyes de la óptica, la ley de gravitación universal y el cálculo integral. La ley de gravitación universal fue un maravilloso descubrimiento para la física, al demostrar matemáticamente la interacción de fuerzas de atracción y reacción que explican el movimiento de los cuerpos celestes.

En 1859, otro inglés, Sir Charles Darwin, publicó su famoso libro sobre el origen de las especies y explicó de qué manera los organismos evolucionan. Se enfrentó a los escépticos de la época que le preguntaron si descendía del mono por parte de padre o de madre. 

Las ciencias sociales, y especialmente la intelectualidad antiliberal, hace mucho que tratan de buscar teorías equivalentes a lo que la gravedad fue para la Física o la evolución para la Biología. Una ley científica, válida siempre y en todo lugar, que explique el caos aparente con que se desenvuelven las personas libres en sociedades libres y que permita validar sus propios prejuicios -esa intuición que tienen sobre los resultados inexorables de injusticia que tiene la libertad y el capitalismo-. Carlos Marx ya adelantó su propia teoría, que la historia desmintió.

La explicación de Adam Smith, según la cual miles de personas individuales persiguiendo su bienestar personal, coordinados a través del lenguaje de los precios y motivados por la competencia, generan bienestar para el prójimo, nunca les ha parecido una explicación satisfactoria, porque implica reconocer que esas personas libres no son posibles de dirigir sin cercenarles sus libertades.

Por eso los antiliberales siguen buscando esa ley universal y ahora, gracias a nuestros impuestos, trajeron a Chile al economista francés Thomas Piketty. Hace más de un lustro escribió un libro denominado "El capital en el siglo XXI". Su tesis es que, dado que el retorno de capital supera la tasa del crecimiento económico, es mejor negocio invertir que trabajar. Esto tiene un efecto sobre la distribución de ingresos, porque el capital renta más que el trabajo, ergo los que ahorran e invierten se enriquecen mas rápido que los que trabajan. 

Con esto Piketty cree haber encontrado la fórmula que explica la desigualdad en las sociedades modernas. Diagnosticado el problema, no queda más que poner manos a la obra para corregirlo.

La verdad es que Piketty más que economista parece político y nos recuerda a otro Marx, Groucho, el gran comediante que definía la política como "el arte de buscar un problema, encontrarlo en todas partes, diagnosticarlo erradamente y aplicarle las soluciones incorrectas".

El problema no es la desigualdad sino la pobreza. El capitalismo, desde la Revolución Industrial, ha hecho más por los pobres del mundo que ningún otro sistema que conozca la historia. Indudablemente, personas libres y diversas siempre tendrán resultados desiguales, pero eso no está dado por una fórmula matemática ni asegurado por la herencia.

La tesis de Piketty evoca el mito griego de la cama de Procusto: tiene que adaptar la realidad para adecuarla a su teoría. No considera como capital el capital humano (inteligencia, educación, simpatía) y los bienes durables (autos, televisores, refrigeradores, etc.). Elimina más de un cuarto de la historia del capitalismo y no descarta la burbuja inmobiliaria mundial, que hizo crecer los valores de las viviendas inflando el capital en el mundo desarrollado, porque sin ella su tesis quedaría desmentida. Tampoco repara en que el 1% más rico no siempre es el mismo. Los más ricos de hoy no figuraban en el listado hace tan solo 25 años (Gates, Page, Brin, etcétera).

Con un diagnóstico errado, y como un guiño a Groucho, sugiere peores soluciones: impuestos altos y progresivos (hasta el 80%). Sus políticas se aplicaron en la Francia de Hollande, con resultados desastrosos.

En definitiva, Piketty es un economista que hace política y no ciencia. Por eso para aquellos que creyeron haber encontrado en Piketty al nuevo Newton o Darwin, les tengo una mala noticia: habrá que seguir esperando.

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