Por varias décadas el ejercicio de la política económica seguida por Chile se inspiró esencialmente en una discusión técnica rigurosa, minimizando el efecto de consideraciones ideológicas. (Conveniencia de releer a Friedman)
Hace casi dos años, a propósito de los 100 años del nacimiento de Milton Friedman, organizamos un seminario en Santiago para revisar sus contribuciones en el ámbito de la Teoría y Política Económica. El interés que concitó este seminario fue notable y dio origen a un libro que acaba de publicar Ediciones UC.
La sola referencia a los grandes temas que dominan el debate de políticas públicas lleva inevitablemente a referirse a las contribuciones de Friedman. Ya sea para encontrar la causa o bien la solución. Así, la reciente crisis financiera norteamericana; las dificultades que enfrenta la zona euro para sobrevivir un severo proceso de ajuste; el colapso del estado benefactor en diversas economías, entre otros, son temas respecto de los cuales Friedman realizó recomendaciones claras y precisas, que en algunos casos habrían permitido evitar las dificultades y en otros salir de éstas.
Para nuestro país, las contribuciones de Milton Friedman entregan orientaciones importantes.Frente a la intensificación de una agenda que visualiza en el aumento del tamaño del gobierno y la proliferación de regulaciones la solución a los grandes desafíos de la política social, Friedman advierte las falencias de dicha estrategia, que habitualmente sólo acarrea ineficiencia y agrava los problemas. Por ejemplo, si deseamos que la solución a las necesidades de mejor educación y salud para los grupos más vulnerables sea coherente con la libertad para elegir de éstos, no puede ser entregada a un grupo de funcionarios públicos, por muy capaces y bien intencionados que sean.
Por otro lado, la defensa de los derechos del consumidor debe hacerse evitando que se dañe la competencia y, al mismo tiempo, que el diseño del marco regulatorio sea capturado por grupos interesados en beneficiarse de éste. Una observación importante a considerar en nuestro debate educacional.
La relación entre Friedman y Chile ha ocupado muchas páginas en diversas latitudes. El mismo se encargó de señalar en varias publicaciones -como el libro que entrega sus Memorias, escrito conjuntamente con su esposa Rose- que su visita a Chile sólo tuvo el propósito de entregar algunas ideas para lograr el control de la inflación y la superación de un severo desorden en las cuentas macroeconómicas. El mismo espíritu de colaboración con países de otras latitudes lo llevó, poco después, a China y a otros países con realidades político-institucionales muy diferentes, sin que ello generara similar reacción. ¿No sugiere eso un evidente doble estándar?
La revisión de las contribuciones de Friedman al debate de políticas públicas que se está produciendo en Chile tiene gran relevancia y oportunidad. En particular, nos recuerda -como señaló en sus Memorias- que un enemigo poderoso del progreso es la ideología en el diseño de las políticas públicas, donde los eslóganes y juicios apriorísticos dejan atrás una revisión cuidadosa de la evidencia y la historia. Por varias décadas el ejercicio de la política económica seguida por Chile se inspiró esencialmente en una discusión técnica rigurosa, minimizando el efecto de consideraciones ideológicas. La súbita irrupción de la teoría de la retroexcavadora, que ignora la ruta recorrida y sus razones, nos está llevando a desandar el camino del progreso. Parece oportuno, entonces, releer las contribuciones de Friedman, hoy más vigentes que nunca.
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