por Constanza Rojas
Diario El Mercurio, domingo 10 de abril de 2011
Un recorrido por muchos ángulos desde los que ha sido interpretado, presenta Belén Altuna en el libro "Una historia moral del rostro".
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"Por muy bien vestido que estés, estás desnudo, amigo", escribe la investigadora Belén Altuna. Porque todos tenemos rostro y todos sabemos leerlo con mayor o menor exactitud. Eso sí, de infinitas formas, dependiendo de la época, la cultura y del individuo.
Precisamente esto llamó la atención de Altuna, quien decidió estudiar los distintos ángulos desde los que ha sido interpretada la cara. El resultado lo plasmó en el libro "Una historia moral del rostro", publicado en España por Pre-Textos.
Se toma como parte del todo. "Esta cara soy yo", puede decirse cualquiera frente al espejo. En las personas conocidas leemos en su rostro "cómo está". Pero frente a los desconocidos, también interpretamos "cómo es". "Necesitamos creer que lo espiritual y lo material están unidos", explica Altuna.
"De todas las cualidades faciales podemos extraer algún conocimiento", agrega. De las estructurales, como la localización de los ojos o la forma de la cabeza; de las dinámicas, como los gestos o la dirección de la mirada; y de las artificiales: el peinado o el maquillaje. Un cambio de look se lee como uno de actitud, y los rasgos físicos lejanos al promedio suelen ligarse a una personalidad extrema.
Pero, sin duda, una de las asociaciones más antiguas es la que une belleza con bondad. "Por muchos casos de incongruencia que hayamos conocido, seguimos encontrándola en nuestros días, envuelta a menudo, eso sí, en capas de prudencia que nos recuerdan que 'no debemos guiarnos por las apariencias'", dice Altuna.
El rostro es lo más fotografiado y reproducido en toda la historia. No es de sorprender, entonces, que hayan existido numerosas "fisiognomías", o disciplinas que estudian el carácter a través del aspecto físico. En la Antigüedad y la Edad Media se hablaba más que nada de "artes adivinatorias" y en la Edad Moderna de "ciencias". Pero en todas las épocas han sido tan populares como criticadas.
Otra lectura que registra Altuna es la zoológica. Ésta, parte de la idea aristotélica de que el alma da forma a la materia y determina la características físicas de un ser. Y dado que la estructura de los animales es más simple de comprender que la de los hombres, podría interpretarse que si un león es valiente y un hombre se parece en algún rasgo a un león, entonces también es valiente. En la modernidad esta lectura fue perdiendo adeptos y ganando críticas.
Pero, también, la cara puede verse como una biografía. Altuna cita las palabras de Camus: "Ay, después de cierta edad, cada hombre es responsable de su cara". Por eso serían tan fascinantes los rostros de los niños y de los ancianos. Los primeros son textos vírgenes, en potencia. Mientras en los segundos, ya está casi todo escrito. Los primeros son rostros abiertos; los segundos, cerrados. Pero ambos son textos puros, dice la autora. Y concluye: "Sea parte del cuerpo o parte del alma, o de ambas cosas indistinguibles, el rostro no termina nunca de desvelar su secreto".
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