Cerro Chimbote
La última gran cumbre de Chile
por Sebastián Montalva Wainer
Diario El Mercurio, Revista del Domingo, 17/04/2011
http://diario.elmercurio.com/2011/04/17/revista_del_domingo/_portada/noticias/F0DA4578-8459-4372-9C11-609D02ADA9B5.htm?id={F0DA4578-8459-4372-9C11-609D02ADA9B5}
"Nos fue mal. 24 hrs. Tremendo esfuerzo para nada. Quedamos a 50 mts
de la cumbre".
Nadie había logrado jamás escalar su intimidante cima,
situada en un remoto punto de los Andes Centrales, justo en la
frontera con Argentina.
El 31 de marzo pasado nada hubiera hecho reír a Fernando Fainberg (45)
y Waldo Farías (41). Su relato, breve, monosilábico, era elocuente:
desde su carpa a 5.000 metros de altitud, con 15 grados bajo cero, los
pies casi congelados y un incesante dolor de cabeza que ya llevaba
varios días -en el caso de Farías-, ambos andinistas ya vislumbraban
un nuevo fracaso. El Chimbote (5.493 metros), la última gran montaña
inescalada de los Andes Centrales, la misma que ellos habían intentado
el año anterior (cuando Fainberg incluso se quebró clavícula y
omóplato durante el regreso), volvía a resistirse.
Ese día la jornada había sido anormal. Comenzaron a escalar a las ocho
de la mañana y recién a las ocho de la noche se dieron cuenta de que
no podrían avanzar más: aún faltaban esos benditos 50 metros para la
cumbre. Pero ya era tarde. Fainberg y Farías seguían colgando de la
pared, casi a oscuras, y debían volver como fuera. Entonces comenzaron
a bajar en rapel, lentamente, para no caer. Y en eso estuvieron las
siguientes once horas: llegaron al campamento a las 7 de la mañana del
día siguiente. Habían escalado sin parar durante 23 horas. Un
"tremendo esfuerzo para nada", diría Fainberg por teléfono satelital a
quienes seguían su expedición desde Santiago.
De pronto uno de ellos les respondió. Era un viejo amigo escalador,
quien también había fracasado en el Chimbote. Les dijo que
continuaran. Que no se rindieran. Pero Fainberg y Farías estaban
muertos. Ya habían perdido cuatro kilos de peso, tenían las manos
magulladas, y apenas sentían los pies: estaban con principio de
congelamiento (hasta hoy, dicen, sienten el hormigueo en los pies,
como si estuvieran dormidos).
"Tras el mensaje nos pusimos a pensar: aunque no dábamos más, desistir
en ese momento significaría hacer todo de nuevo", recuerda Fainberg.
"Y ninguno de nosotros quería eso. Vimos que aún teníamos tiempo y la
ruta ya había sido equipada el día anterior. Entonces tomamos la
decisión: era ahora o nunca".
Y así lo hicieron: tras descansar todo ese día, en un último esfuerzo
-el 1 de abril de 2011, a las seis de la tarde- Fernando Fainberg y
Waldo Farías se convirtieron, tras otras 20 horas de escalada, ida y
vuelta, en los primeros andinistas en conquistar la mítica cumbre del
Chimbote.
"Era la última de las súper montañas que quedaban sin escalar en
Chile", dice Fainberg una semana después del logro y agrega
categórico: "Yo creo que con esto matamos la gallina de los huevos de
oro".
¿Es el Chimbote realmente una montaña legendaria? Es cierto que en el
mundo montañero internacional nadie compararía, por ejemplo, los
famosos ochomiles de los Himalaya con las cumbres que rodean nuestra
Región Metropolitana. Sin embargo, este cerro -ubicado en el valle del
río Colorado, cerca del volcán Tupungato, en la frontera con
Argentina- se había convertido en algo así como el "santo grial" del
montañismo chileno. Una auténtica leyenda criolla que, hasta ahora,
parecía inexpugnable.
"Es de lo más grande que se ha hecho en el montañismo en Chile en los
últimos años", dice Álvaro Vivanco, director del DAV (Club Andino
Alemán), sobre el registro de Fainberg y Farías. "El Chimbote es muy
difícil; era el cerro inescalado más alto de Chile. Tenía muchos
intentos que partieron en los años 40. Por eso su cumbre se había
convertido en el premio mayor".
El primer intento por conquistar el Chimbote data de 1944. Entonces,
un grupo del DAV formado por Jorge Köster, Ernesto Hoffmann y Heinz
Burger desistió sólo con mirar el torreón rocoso, que les pareció
imposible. Al regreso, Köster cayó en una grieta y estuvo a punto de
morir. Al año siguiente, el doctor Arturo Larraín logró la "primera
ascensión", pero de una cumbre secundaria. Y así siguió la historia:
en distintas épocas, los mejores escaladores de Chile trataron de
vencer el Chimbote, famoso por sus tres intimidantes puntas en forma
de cuernos: dos de ellas en la frontera, la menor en Argentina. Lo
intentaron los históricos Eberhard Meier y Juan Tangol. Luego los
"nuevos" como Andrés Zegers y Cristián García-Huidobro, el primer
chileno en subir el Everest (por la difícil pared del Kangshung). Pero
ninguno de ellos lo consiguió.
Según explica Fernando Fainberg, las dificultades del Chimbote
radican, primero, en la pésima calidad de la roca: se resquebraja con
facilidad. Es decir, al poner un gancho de metal no es seguro que
aguante cualquier peso. "Todo el tiempo estuvimos en riesgo. Si algo
salía mal, sería algo grave de inmediato. Todo el tiempo estuvimos con
esa incertidumbre: una caída significaría morir".
El Chimbote también es complicado por su lejanía y difícil acceso.
Sólo para aproximarse a la base del cerro, los montañistas debieron
caminar durante cuatro días por paisajes absolutamente desolados.
Primero viajaron con mulas por el valle del río Olivares hasta el paso
Las Pircas (de allí en adelante los animales no pudieron pasar) y
luego -cargando una mochila de 35 kilos donde llevaban ropa, carpas,
cuerdas, accesorios, balones de gas- subieron y bajaron varios
desniveles de hasta 3.000 metros hasta llegar a los cinco mil del
Chimbote, donde instalaron su campamento. Desde ese punto a la cima
había sólo 350 metros, pero de roca y hielo de pésima calidad, que
nadie conocía.
"Es muy diferente hacer una primera ascensión que subir por una ruta
que ya fue probada", dice Fainberg. "Éste es un cerro que tienes que
conocerlo antes. Es medio laberíntico. No te da la pasada fácil. Debes
ir una vez antes, investigarlo y rebotar, como nos pasó a nosotros.
Esta vez miramos muchas fotografías y planeamos otra estrategia: nos
dimos cuenta de que había que entrar por la pared norte, rodearla y
subir por el lado sur a la cumbre, pero haciendo varios rapeles y
travesías. La expedición en total duró 10 días".
Waldo Farías, quien entre sus grandes logros cuenta al K2 (1996),
considerado uno de los ochomiles más difíciles del Himalaya, no le
resta complejidad al Chimbote. "Aunque un ochomil es mucho más
exigente por la falta de oxígeno y la nieve honda, en términos de
temperatura yo creo que las montañas de los Andes Centrales son
similares. Aquí teníamos 15 grados bajo cero todas las noches en la
carpa, y afuera bajaba a menos 20. Es más o menos equivalente a la
temperatura que tuvimos en el K2. El tema es que esta cumbre había
sido intentada en varias oportunidades por muy buenos montañistas.
Muchos se trataban de meter por el valle del río Colorado, pero por
allí se llega a una pared de mil metros de roca pésima, súper
peligrosa. Nosotros fuimos por otro lado (el valle del río Olivares) y
encontramos el acceso".
Fernando Fainberg y Waldo Farías no se conocen hace mucho tiempo. Pero
no fue por eso que en la montaña no hablaban demasiado, cuentan ahora.
Cada jornada los dejaba tan agotados que sólo querían llegar a dormir.
Volvían a la carpa con 15 grados bajo cero, cocinaban lo más rápido y
sencillo -fideos chinos, sopas, té ("comimos pésimo", dicen)-, y sólo
pensaban por dónde podrían subir al día siguiente. Para distraerse,
cada uno llevaba un mp3 con clásicos del rock. Farías apenas los
escuchó: estuvo con dolor de cabeza los cuatro días que acamparon a
5.000 metros.
Fainberg y Farías llegaron a este momento por caminos muy distintos.
El primero practica montañismo desde hace sólo 14 años y hoy trabaja
como guía e instructor de montaña. Pero antes tuvo pasado musical: fue
el baterista de los grupos ochenteros Aterrizaje Forzoso y Sexual
Democracia (con quienes grabó el clásico disco Buscando
Chilenos).Farías, en tanto, es abogado, usa terno y corbata todo el
santo día, pero cada vez que tiene vacaciones se escapa a la montaña,
su gran pasión, que practica desde niño.
Como sea, ambos están unidos por lo que podría llamarse el montañismo
de la "vieja escuela".
"El montañismo de expedición está un poco en decadencia -cree
Fainberg-. La mayoría de la gente está tratando de escalar paredes,
pero en roca buena o en paredes artificiales). Es más fácil hacerlo
así. Pero una expedición a estas montañas inescaladas implica que hay
que sufrirla, comer mal, un montón de cosas que hoy se están
perdiendo. Nadie quiere pasar cinco días cargando una mochila de 35
kilos para llegar a un cerro como el Chimbote, que no sabes si lo vas
a poder escalar. Eso desalienta a muchos".
Para Fainberg, la principal gracia de este tipo de viajes está en la
aventura. "En la montaña te puede caer una piedra, un rayo, caerte tú,
te puede pasar de todo y de repente estás a cinco días a pie del
auxilio más cercano".
¿Quedan nuevos desafíos en las montañas de Chile? Aunque no hay cifras
exactas, se estima que quedarían al menos veinte cumbres sin escalar
en los Andes Centrales (mientras que en Patagonia aún serían cientos).
Sin embrago, Fainberg y Farías creen que aún se pueden hacer nuevas
rutas en montañas difíciles, como el Loma Larga o el Pollera, en la
Zona Central; ir a algún valle escondido en el sur que tenga cerros
interesantes, como las Agujas del Cañi, en la Décima Región, o subir
algún nuevo picacho en Campos de Hielo. Pero son cosas marginales.
"Desafíos técnicos como el Chimbote ya no quedan".
SEPA MÁS:
Fainberg y Farías presentarán un diaporama de su ascenso el próximo
martes 19 de abril, a las 20 horas, en la sede del DAV (Arrayán 2735,
Providencia; www.dav.cl).
CLASE DEL 70 SGC
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