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Oraciones breves‏

Mi alma está pegada al polvo.
Reanímame, Señor, con tus palabras.

Señor, protege mi vida del terrible enemigo.

Socórrenos, dios, salvador nuestro,
líbranos y perdona nuestros pecados.
Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo,
como león rugiente, ronda buscando a quien devorar;
resistidle firmes en la fe.

Señor, lava del todo mi delito.

Proclamamos por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad, Señor, Dios nuestro.

Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo.

La ley del Señor alegra el corazón
y da luz a los ojos.

Inclinad el oído, a las palabras de mi boca, dice el Señor.

El Señor es mi luz y mi salvación.

Juzgad rectamente a los hijos de los hombres.
Escuchad al Señor, habitantes del orbe.

Uno solo, es el legislador y juez;
tú quién eres para juzgar al prójimo.

Mil alma espera en el Señor.
Mi alma espera en su palabra.

Instrúyeme en el camino de tus decretos
y meditaré tus maravillas.

Oh Dios, tu luz nos hace ver la luz.

Buscad al Señor y vivirá tu corazón.

Andaré con rectitud de corazón.

Muéstranos Señor 
tu gloria y tu compasión.

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.

Dichosos los que escuchan 
la Palabra de Dios y la cumplen.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
No me arrojes lejos de tu rostro.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.

Dichoso el hombre,
a quien tú educas, Señor.

Dichoso el hombre 
que teme al Señor
y reparte limosna a los pobres.

Señor, haz que camine con lealtad.
Enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi Salvador.

No me abandones, Dios de mi salvación.

Tengo los ojos puestos en el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento.
Su alabanza está siempre en mi boca.

Tú, Señor, eres Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal.

Por la mañana canto tu misericordia
y por la tarde tu fidelidad.

El auxilio me viene del Señor.

Recuerda, Señor, tu ternura
y tu misericordia que son eternas.

Me darás la heredad 
de los que veneran tu nombre.

El Señor es mi fuerza,
en el confía mi corazón.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
para que conozcan tu salvación.

Señor, ábreme los labios
y mi boca proclamara tu alabanza.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor, para los limpios de corazón.

Tú eres, Señor, el que hace maravillas.

Nuestros años se acabaron como un suspiro,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

He examinado mi camino
para enderezar mis pies a tus preceptos.

Que tu bondad me consuele, Señor,
según tu promesa.

El Señor juzgará el orbe con justicia
y regirá a las naciones con rectitud.

Mi alma tiene sed del Dios vivo:
cuando entraré a ver el rostro de Dios.

Te gusta un corazón sincero.
En mi interior me inculcas sabiduría.

Padre santo, guárdanos en tu nombre,
para que seamos perfectamente uno,

Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.
Luz en mi sendero.

Así están nuestros ojos en el Señor,
esperando su misericordia.

Trata con misericordia a tu siervo, Señor.
Enséñame tus leyes.

Que se alegren 
lo que buscan al Señor.

Dios no juzga en apariencia
sino en justicia y verdad.

Sirvamos al Señor
con santidad y justicia
en su presencia 
todos nuestros días.

Día tras día
te bendeciré, Señor.

Suba mi oración
como incienso
en tu presencia.

Del Señor viene la misericordia
y la redención copiosa.

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