WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Lo que pasa adentro


por Pedro Gandolfo
Diario El Mercurio, Revista de Libros
Cuerpo Cultural Artes y Letras
Domingo 14 de junio de 2015, E 13.

Desde los primeros testimonios escritos de nuestra cultura 
hay constancia de que la percepción de la conducta humana
es algo que acaece no tan solo afuera, ante nuestros ojos y oídos,
sino que viene desde dentro y acaso allí se da de manera fundamental.

El descubrimiento inicial de una interioridad o subjetividad propia
y, en alguna medida común, fue desplegándose en un vasto arco de textos
-no solo literarios- repleto hasta hoy de pliegues y repliegues.

Cuando Ortega y Gasset -en un bello ensayo- tilda al hombre
como el único animal capaz de ensimismarse nos encontramos ya
en una fase máximamente refinada y consciente de ese proceso interminable.

En el punto de partida -cómo podría ser de otra manera- se encuentra Homero,
quien en una línea de la Odisea hace decir a Ulises, en uno de 
sus pocos momentos de arrebato, "Calma, calma, corazón mío".

No se trata de que antes de esa línea los personajes homéricos
desfilaran como superficies exteriores, sino que sus pensamientos,
emociones, deseos, sólo salían a luz precedidos -usualmente-
de una fórmula en la que el héroe, directa y personalmente,
hacía público a través de un discurso su interioridad.

La subjetividad la conocíamos, pero, 
como parece indicarlo el sentido común, 
de la propia voz de su primer testigo.

Es un gran salto, 
un salto que hoy ya ha perdido, 
por lo lejano y en apariencia trivial,
parte de la profundidad 
de su envergadura originaria, entonces, 
el gesto de un narrador que sugiere 
o se atreve a conjeturar por sí mismo 
los contenidos de ese opaco 
mundo interior presente en el otro: 
somos seres analógicos.

Que Homero haya colocado en el corazón el centro de esa flama
y observado en ella un combate, un desgarro, una herida que calmar
le ha dado a ese gesto, además, una dirección inaugural 
a la literatura que perdura hasta nuestros días.

Los poetas líricos 
(del período post homérico: 
Safo o Arquiloco, por ejemplo)
continuaron esa ruta hasta entregar la posta a los latinos
en aquel camino oscilante de revelación de nuestra subjetividad
en el que, grosso modo, se han opuesto dos fuerzas:
una estabilizadora (que articula, organiza, 
clasifica, categoriza y universaliza la psiquis o alma)
y otra fuerza que diluye, singulariza, contextualiza y matiza 
lo que la primera, entre simplificación y simplificación,
ha intentado establecer,

Mientras que la filosofía, 
la ciencia del alma (psicología),
la gramática, desde luego, 
y el derecho  (tan interesado 
en juzgar intenciones 
y, por lo mismo, en fijarlas)
tienden a lo primero, 
la literatura, la verdadera,
tienden a trabajar en la dirección contraria.

Su nobleza -y necesidad- permanece hasta ahora
(y acaso con más perentoriedad que nunca)
en buena medida en su fidelidad a este rasgo.

Llamar "literatura psicologista", "intimista" o "psicológica" 
a aquella que se concentra en la intimidad del individuo, 
en el tenue o grave parpadeo de sí mismo
en medio de la planicie exterior 
es, pues, casi un pleonasmo.

La literatura nos concede la gracia 
(o desgracia) de devolver al "sí mismo" 
a la materia escurridiza de la cual 
nuestra psiquis parece encontrarse amasada.

Sería vanidosa la pretensión 
de resumir los hitos que han jalonado esa trayectoria,
pero sí podría sostener que 'Hombres sin mujeres', 
la última colección de relatos de Haruki Murakami,
se inserta dentro de esa tradición occidental.

Murakami a la hora de seleccionar 
una forma para narrar sus historias,
que las tiene, escoge el "cuento" 
y no deja dudas respecto de sus filiaciones.

Si bien, como es lógico, 
se sirve de múltiples referencias
a la propia cultura japonesa 
(en la cual reintroduce también los matices 
y diversidad que suelen perderse 
"bajo la mirada de Occidente"),
prevalecen las referencias a la literatura, 
la música y arte en general, europeos y norteamericanos.

Los personajes de Murakami flotan en una atmósfera
culturalmente mixta y, pensada en su favor,
este rasgo de su escritura quizás sea  
una de las vías de que dispone el narrador japonés
para aligerar a esas figuras del poder
en exceso opresivo de aquellas fuerzas "estabilizadoras"
que algunos, también en otro ejemplo de simplificación,
suelen llamar, sin más, "cultura".

De los seis relatos de 'Hombres sin mujeres'
hay varios de excepción que conmueven,
dejan sin aliento, con una prosa
a la vez precisa y evanescente,
por los entresijos que los visillos de su escritura
dejan ver de las vidas de sus héroes.

"Drive my car", "Un órgano independiente",
"Kino" y "Samsa enamorado"
pueden mencionarse entre ellos,
aunque "Yesterday" (que en su primera lectura parecía 
una variante de la "novela del curioso impertinente", de Cervantes), 
se abre a una nueva dimensión: la amistad,
la búsqueda de la identidad y el papel de la mujer
a la que hay que dejar para poder retornar.

__________________


Hombres sin mujeres
haruki Murakami
Tusquets, barcelona, 2015,
275 páginas - Cuentos


Haruki Murakami
Kioto, 1949

Escritor y traductor japonés.
Autor de novelas y relatos.

Entre las primeras se cuentan
La caza del carnero salvaje,
Tokio Blues (Norwegian Wood),
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo,
Kafka en la orilla,
1Q84,
Los años de pergrinación del chico sin color.

También ha publicado los ensayos
Underground,
Retrato en jazz
y
De qué hablo cuando hablo de correr.

Ha sido candidato al Nobel de Literatura
y ha recibido los premios 
Franz Kafka y Jerusalén, entre otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS