Hoy, los países reconocen que el fenómeno de la pobreza es mucho más amplio que la falta de ingresos, y que tanto la pobreza como las condiciones de vida que experimentan las personas y los hogares no pueden ser medidas por un solo indicador. La pobreza incluye privaciones en distintas dimensiones, tales como educación, salud, vivienda, empleo, empoderamiento, discriminación, seguridad personal, entre otros. De aquí la importancia de la medición de pobreza multidimensional que entregó la Encuesta Casen 2013. Este nuevo enfoque es complementario a la de ingresos y permite comprender el fenómeno de la pobreza de manera más integral.
En este contexto, una investigación reciente (Couyoumdjian, Castro y Contreras, 2014) analizó la relación entre el emprendimiento y empoderamiento, y se preguntó si el primero es un “insumo” para el desarrollo humano y la superación de la pobreza. El empoderamiento de las personas y hogares pobres constituye un aspecto fundamental de la política social. Ahora bien, este énfasis en la pobreza no debe ser exclusivo y uno debería considerar el empoderamiento como un aspecto fundamental del desarrollo humano en todos los niveles de ingreso.
La idea principal detrás de este análisis apunta a que el emprendimiento requiere disponer de una cierta capacidad innata que permitiría fortalecer el empoderamiento de la persona que decide emprender. Este último efecto está relacionado con la naturaleza misma del emprendimiento, donde las personas desarrollan su creatividad con el fin de alcanzar ciertas metas y objetivos, y es consistente con la idea de que el empoderamiento permite aumentar la libertad de elección y acción.
La evidencia que entrega Couyoumdjian et al. tiene implicancias de política pública. Si el emprendimiento es clave desde el punto de vista del desarrollo humano y económico, esto es, considerando no sólo sus efectos en el crecimiento económico, sino también en la generación del sentido de empoderamiento de aquellas personas que emprenden, el impulso del emprendimiento debería constituir parte importante de las herramientas de la política social que permitan mejorar el desarrollo humano y reducir la pobreza.Los determinantes del emprendimiento deben ir más allá de la aversión al riesgo o disponer de ciertas habilidades, y deben incluir ciertas percepciones subjetivas del emprendedor.
De la misma manera, se puede concluir que hay políticas sociales más innovadoras que permiten empoderar a las personas u hogares más pobres. Las políticas que buscan desarrollar habilidades cognitivas y no cognitivas de los niños y jóvenes pueden ser muy efectivas con el fin de promover actividades emprendedoras.
Por otro lado, la sociedad civil tiene un rol fundamental en el combate de la pobreza. En este sentido, los programas que buscan ampliar el acceso al microcrédito pueden ser muy eficaces y eficientes. Con todo, el microcrédito no sólo genera un efecto positivo sobre el crecimiento económico, sino que genera un círculo virtuoso que promueve el desarrollo social.
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