La autora de "Sobre el Plagio", recién editado en español por el Fondo de Cultura Económica, advierte que las presiones que el mercado editorial ejerce sobre los escritores constituyen una de las principales razones para la copia de obras.
Martín De Ambrosio - La Nación
Diario El Mercurio, Revista de Libros
Domingo 22 de febrero de 2015
http://diario.elmercurio.com/2015/02/22/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/A7094A8C-1823-49C6-9E56-0F9E1FAC50C9.htm?id={A7094A8C-1823-49C6-9E56-0F9E1FAC50C9}
Puede sonar raro como tema de investigación al que consagrarse casi completamente, pero la doctora en Letras y profesora de Literatura Francesa del siglo XX Hélène Maurel-Indart (1961) le ha dedicado a la copia de obras ajenas una tesis, libros y hasta un sitio web (http://www.leplagiat.net). La especialista ha analizado los procesos de la creación literaria y hace foco en los conceptos de originalidad y plagio, tanto como en las nociones de autor y de obra. Una de sus obras,Sobre el plagio (2014), fue traducida al español y publicada por el Fondo de Cultura Económica.
Todavía en shock por la masacre en la redacción de Charlie Hebdo ("Ha sido un cataclismo; parece como que Francia hubiese fracasado en sus valores de libertad e igualdad"), Maurel-Indart invoca a las presiones de mercado que ejercen las editoriales sobre los escritores, especialmente en los best sellers , como una de las grandes razones que provocan los plagios en la actualidad, según su criterio. Pero tampoco -recalca- es un fenómeno del tercer milenio, sobre todo si se piensa que el propio -y digamos indiscutible- Alejandro Dumas había tenido numerosos ghostwriters y también fue acusado de plagio por sus contemporáneos, por citar solo un caso de los innumerables que señala la investigadora.
-Además de los análisis históricos y legales, quizá las partes más jugosas de su libro sean aquellas en las que considera las condiciones de producción editorial en la actualidad. ¿Se puede afirmar que hoy el plagio es una consecuencia del mercado?
-Los libros son productos de consumo masivo sujetos a las usuales constricciones de la libre empresa, y el plagio es sin duda animado por la cada vez más apremiante demanda de publicación. Escribir rápido, que es el imperativo que tienen algunos autores que buscan éxito rápido y fácil, resulta difícil de resistir. Por eso se usan investigadores, escritores fantasmas y otros empleados subcontratados. El autor firma una obra sobre cuyos contenidos no tiene un control total. Las tentaciones son muy fuertes a medida que el plagio es más difícil de detectar: ¿Qué lector hoy puede tener un control universal de todo lo que se publica y quejarse en consecuencia?
-Es casi imposible.
-Uno se pierde en la inmensa sobreproducción de libros cuya calidad es tan variada como la materia que tratan: ensayos, novelas y documentos de todo tipo. Los pequeños robos son fáciles de cometer. El plagiario, pese a que está al tanto de los riesgos que toma en una sociedad donde la propiedad intelectual se protege por ley, se sostiene en la fragmentación de las referencias culturales de los lectores para abusar de ellos.
-Un plagiario condenado que usted cita dice: "Es algo que todos hacen, yo solo fui más torpe". ¿Está de acuerdo? ¿Todo autor es un plagiario en algún punto?
-La idea del plagio no puede ser dejada de lado cuando se considera el proceso de creación literaria. La literatura está hecha de préstamos. Desde este punto de inicio, el sueño de absoluta originalidad es pura ilusión y parte de un concepto de la literatura idealista, pero sobresimplificado. Pero ¿cuál es el límite entre el delito y el préstamo creativo? ¿Qué criterio puede asegurar la originalidad de un texto, que necesariamente dibuja su sustancia de una común riqueza de ideas y está sujeta a la influencia de sus predecesores? La reproducción sistemática de un texto secuestrado por un plagiario es muy infrecuente. Cuando, con el propósito de esconder el crimen, un autor usa sinónimos, hace adiciones, restas o cambios en el ritmo o la sintaxis, ¿es eso plagio o ya se trata de otro texto?
-¿Usted tiene respuesta para esa gran pregunta en torno a la reescritura?
-¿Cómo podemos crear un trabajo original cuando el lenguaje y las palabras pertenecen a todos? ¿No es entonces toda escritura, irremediablemente, reescritura? La literatura ciertamente se asemeja entonces a un palimpsesto: un pergamino en el que los copistas de la Edad Media escribían, luego borraban para reescribir un nuevo texto en el que siempre quedaba una pequeña traza de lo hecho previamente. El nuevo asimilaba lo pasado, lo digería y lo sublimaba. El proceso de creación literaria puede ser considerado reiteración, generación tras generación, del mismo material visto a través de las visiones y estilos de nuevos autores.
-También está el tema de la intertextualidad. Parece que no hubiera nada que se pudiera llamar creatividad pura. Más allá de lo judicial, ¿hay manera de considerar estas acciones como cuestionables desde la moral? ¿O hay que aceptarlas simplemente porque "así funciona el mundo"?
-Hoy, los estudios sobre intertextualidad muestran que son como esos palimpsestos: los textos se superponen unos a otros hasta el infinito. El plagio es ahora parte de las estéticas de reescritura que son resultado de la liberación de toda connotación moral para convertirse en un asunto estrictamente literario. La originalidad en literatura es un concepto frágil y volátil. El enunciador, como origen de su propio discurso, no debe olvidar que está en el centro de otras obras y en el cruce de un campo organizado, el campo cultural, en el que puede hallar las palabras y la sintaxis que va a usar, pero en buena medida predeterminado. La estructura del robo está ya incluida en la relación entre el habla y el lenguaje. La palabra está robada de origen. Según Jacques Derrida, la inspiración, la garantía de originalidad, es el drama del robo.
-Según usted cita, se han llevado a tribunales a autores hasta por casos de "plagio psíquico", en los que se acusa por copiar pensamientos?
- Sí, pero eso es un sinsentido. El plagio es un asunto de palabras, no de sensaciones.
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