No nos debería extrañar que la Antología personal de Ricardo Piglia que acaba de publicar FCE se abra con una cita aTotal Recall, esa vieja película de Paul Verhoeven inspirada en un cuento de Dick donde aparecía un Schwarzenegger amnésico y perdido en Marte. Si hay un eje en este libro es la voluntad de provocar cruces entre lecturas de orígenes y pulsiones diversas, además de sugerir una panorámica de las obsesiones de la escritura de su autor.
Abarcando ensayos, fragmentos de novelas y entradas de su diario personal, Piglia presenta acá un volumen multiforme, que sabotea cualquier orden cronológico y donde están capítulos de Respiración artificial y La ciudad ausente, cuentos de su primer libro, anotaciones de 1987, ensayos famosos pero nunca antologados (Teoría del complot) y tres historias del comisario Croce, un personaje de Blanco nocturno que acá aparece como protagonista de sus propios relatos. Gracias a lo anterior es posible ver en Antología personal un mapa del mundo de Piglia desde que publicara La invasión, en 1968. Están ahí la obsesión por el género negro, las preguntas sobre cómo leer a Borges y al Che Guevara, las trampas en la redacción de la historia oficial de la cultura, los lugares difusos de la propia biografía y la cita y la parodia como mecanismos narrativos.
Acá los cuentos protagonizados por Croce cobran relevancia como una síntesis de todo lo anterior. Anticipados por una larga cita a Marx, Piglia presenta tres relatos donde vemos al comisario en distintos momentos de su vida. Si en uno es un héroe terminal que no puede hacer nada con un chico condenado injustamente, en otro se relata la historia de una película pornográfica que supuestamente protagonizó Eva Perón y, en el último, su encuentro con el Maquiavelo argentino del crimen. Hay parodia en estos relatos, pero también la decisión de habitar un género desde sus reglas básicas para ver cómo funciona y qué quiere ahora mismo; como si en su mirada panorámica y su heroísmo crepuscular el canon del policial existiese y se amplificase, hablando del presente y la propia biografía, pero también como notas posibles sobre su futuro.
Abarcando ensayos, fragmentos de novelas y entradas de su diario personal, Piglia presenta acá un volumen multiforme, que sabotea cualquier orden cronológico y donde están capítulos de Respiración artificial y La ciudad ausente, cuentos de su primer libro, anotaciones de 1987, ensayos famosos pero nunca antologados (Teoría del complot) y tres historias del comisario Croce, un personaje de Blanco nocturno que acá aparece como protagonista de sus propios relatos. Gracias a lo anterior es posible ver en Antología personal un mapa del mundo de Piglia desde que publicara La invasión, en 1968. Están ahí la obsesión por el género negro, las preguntas sobre cómo leer a Borges y al Che Guevara, las trampas en la redacción de la historia oficial de la cultura, los lugares difusos de la propia biografía y la cita y la parodia como mecanismos narrativos.
Acá los cuentos protagonizados por Croce cobran relevancia como una síntesis de todo lo anterior. Anticipados por una larga cita a Marx, Piglia presenta tres relatos donde vemos al comisario en distintos momentos de su vida. Si en uno es un héroe terminal que no puede hacer nada con un chico condenado injustamente, en otro se relata la historia de una película pornográfica que supuestamente protagonizó Eva Perón y, en el último, su encuentro con el Maquiavelo argentino del crimen. Hay parodia en estos relatos, pero también la decisión de habitar un género desde sus reglas básicas para ver cómo funciona y qué quiere ahora mismo; como si en su mirada panorámica y su heroísmo crepuscular el canon del policial existiese y se amplificase, hablando del presente y la propia biografía, pero también como notas posibles sobre su futuro.
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