por Miguel Laborde
Diario El Mercurio, sábado 17 de noviembre de 2012
Que a Chile le vaya bien en los ran kings que comparan países, y no tanto a Santiago entre los que evalúan ciudades, es algo que incomoda un poco; el paisaje natural es un valor importante en la primera categoría y en ello, por supuesto, no tenemos ningún mérito.
En lo urbano se nos castiga la desigualdad, tal como lo hizo el viajero europeo que nos visitó a fines del siglo XIX, y que luego describió a la capital como "un trozo de París incrustado en una aldea de indios".
Sin una sociedad integrada, difícil es que las ciudades ofrezcan una imagen unitaria potente y definida, de fácil recordación. La realidad, por el contrario, es fragmentaria, discontinua, con algo de archipiélago caótico.
La verdadera riqueza, entonces, está en esa diversidad de barrios y rincones; es el patrimonio o capital del que disponemos. El viajero también lo valora cuando tiene tiempo de deambular, las infinitas sorpresas que le surgen en el recorrido.
Es el caso de los Vecinos por la Defensa del Barrio Yungay, reconocidos este mes con uno de los 100 Premios Internacionales Dubai de Naciones Unidas 2012; luego de ocho años de trabajo liderados por Rosario Carvajal, en que incluso lograron una declaratoria de Zona Típica para el territorio más valioso del sector, ya son parte de una red que suma aportes de la Municipalidad de Santiago y del Duoc UC, con miras a ser, hacia el año 2020, un polo artístico, cultural, gastronómico y turístico bien desarrollado.
Los comerciantes más tradicionales, como Cristián Lavaud y Claudia Sabat, reunidos en la Corporación Cultural Barrio Yungay, han sido fundamentales por su creación de espacios que atraen público de todo Santiago, abriendo paso a más de una docena de emprendimientos nuevos; entre ellos, el reciclaje de la casona de Compañía esquina de Libertad como espacio para las artes escénicas (al frente de la Peluquería Francesa), encargada a Smiljan Radic (Restaurant Mestizo, próxima ampliación del Museo de Arte Precolombino), un arquitecto valorado por su capacidad de innovar y su expresión contemporánea. En parte de esa casa atendía el dentista Óscar Bezanilla, que usaba la ópera para cubrir los gritos de los pacientes, especialmente el aria y el trovattore de Aída, inundando de música el barrio.
El estudio para ampliar el uso de veredas, crear estacionamientos subterráneos, incrementar la iluminación peatonal, generar paseos peatonales, remodelar el Pasaje Lucrecia Valdés y la compra y reciclaje de viviendas, son partes de este proceso que pone en valor el barrio planificado más antiguo de la capital: 1839. Hogar de Eusebio Lillo y Aníbal Pinto, Domeyko y Sarmiento, de muchos italianos (Caffarena, Moletto, Rosseti...), fue cuna de la cultura chilena y puede recorrerse.
Al centro, la plaza con su Roto Chileno. Lástima ese rostro y cuerpo grecorromanos, porque el Chile del siglo XIX, con epicentro aquí, se sustenta en un hombre de pueblo libertario, capaz de recorrer los mares, alistarse en las guerras, ir al oro de California o a trabajar en el Canal de Panamá, perfil muy ajeno al de un roto flojo, simpático y ebrio del siglo XX. Como para pensar en un concurso, de arte contemporáneo, para recibir al siglo XXI.
Barrio patrimonial en Shanghai: http://goo.gl/NBXC6
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