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Bitácora de una travesía extrema


Esta es la historia de un sueño, la de cuatro hombres que en un bote qusieron emular el viaje de dos pescadores hace 90 años y, con él, dejar atrás el tsunami, el accidente del CASA 212 y revivir a su isla tras dos años de tragedias.   

Estela Cabezas Aguirre 
Diario El Mercurio, Sábado, 17 de noviembre de 2012


"Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla"
Proverbio ruso

Domingo 4 de noviembre
Hora de zarpe: 12:00 horas.
Lugar: Bahía Cumberland, Juan Fernández.
"Es el comienzo de la travesía. A las 12:00 horas levantamos la vela mayor y el foque, enfilando rumbo al 075º. La velocidad desplazada es de 3 nudos. Nos alejamos de bahía Cumberland. Seis botes isleños nos acompañan las primeras 3 millas. Previo a este zarpe, el pueblo nos despide con muestras de cariño, afecto, regalos, hasta huevos duros y manzanas verdes, donados por la única hija del pescador Manuel Chamorro, a quien no conoció y que hace 90 años, realizó accidentalmente esta misma travesía. Soy Germán Recabarren, el capitán del Victoria 4 y esta es mi bitácora".
Una hora después, Germán Recabarren llora. Sentado en el Victoria, la balsa con la que pretende llegar desde la isla Juan Fernández a Valparaíso sin más máquinas que una vela y cuatro remos, mientras ve cómo sus amigos, vecinos y familiares detienen los botes con que los han acompañado a él y al resto de la tripulación -el alcalde recién electo, Felipe Paredes, y los pescadores Antonio González y Eduardo Paredes- en el inicio de esta travesía, Germán Recabarren llora de emoción, de felicidad: Después de tres años, de golpear cientos de puertas, de superar tragedia tras tragedia, y de darse el ánimo para empezar una y otra vez, el sueño de emular el viaje que hace 90 años hicieron dos pescadores al continente, es ya una realidad. Si todo sale bien, en cuatro días la gente estará hablando de esta hazaña y de lo que son capaces de hacer los isleños.
Sus sueños se cumplieron a medias.
-La idea era que después de esto se hablara de Juan Fernández con una connotación positiva. Que ya no nos asociaran sólo a tragedias -dice Germán Recabarren cinco días después de llegar a Valparaíso. Y lo dice con frustración. Este buzo, dueño de la empresa de turismo Mare Nostrum, que se hizo conocido por haber integrado el equipo de búsqueda del CASA 212 donde viajaban Felipe Camiroaga y Felipe Cubillos, entre otros; este buzo, que tantas luces y focos vio para esa tragedia, ahora siente que nadie les ha dado la atención que merecen.
Está desilusionado.
-Estoy seguro de que si se me hubiera ahogado un tripulante, llega Chilevisión altiro. Si a alguno de nosotros se nos hubiera quebrado un pie, también.
14.00 horas. Lanzamos el primer spot, una señal que envía nuestra posición exacta a quienes monitorean y apoyan nuestra aventura, la Armada de Chile. A las 16:00 se corta la driza que mantiene el gafo o percha de la vela mayor. Felipe Paredes, el más joven, debe subir para intentar reemplazar la cuerda. Después de 15 minutos de intentos fallidos, se toma la decisión de soltar los obenques, bajar el mástil, con la antena de HF acoplada, lo que complica aún más la situación. La tripulación está nerviosa, todos esperamos que esto no sea un mal presagio de lo que nos tocará en los siguientes5 o 6 días. Más adelante el viento va a arreciar más fuerte y en dirección contraria al mar de fondo del suroeste. Logramos reemplazar y volver a elevar el mástil. Una vez asegurado en la carlinga y atrincado los obenques seguimos navegación, con un claro sentimiento de que tomamos la decisión correcta en el tiempo preciso. Tenemos fe de que salvaremos juntos lo que venga.
La idea de hacer este viaje comenzó a rondar la cabeza de Germán Recabarren hace tres años, antes del accidente del CASA 212, incluso antes del tsunami del 27/F, cuando la isla vivía la indiferencia de Chile y el turismo llevaba dos décadas a la baja. Quería hacer algo que les recordara a los continentales y a los propios isleños lo importante de la cultura juanfernandina. Entonces se acordó de esa historia que les contaban a todos los niños de la isla y que fue titulada en los diarios de la época como "La aventura extraordinaria de dos pescadores".
Es el miércoles 16 de agosto de 1922. Juan Celedón y Manuel Chamorro, dos pescadores de Juan Fernández, están en medio de una tormenta arriba de su chalupa (balsa). Tratan de volver a la costa, pero no pueden. Entonces Celedón, oriundo de Valparaíso, toma una decisión: le dice a Chamorro que si no pueden volver a la orilla por lo fuerte de los vientos, es mejor ir mar adentro. Que no importa si la corriente los deja en Antofagasta, pero que a tierra continental el mar los va a llevar. Así lo hacen. Pasan los días, y es esta pequeña embarcación de madera, firme, leal, la que, esperan, los salve de morir.
El artículo de prensa que se escribiría sobre su hazaña una semana después diría esto:
-Ambos tenían en la chalupa raciones de café, azúcar, pan y hasta un barrilito con agua. Pero el furioso oleaje les empapó todo lo que llevaban, sólo se salvó el café que estaba en un tarrito y era lo único que tomaban caliente en su largo viaje. Para no encontrar tan amargo el café, le echaban un poco de sal. En la chalupa llevaban maderos y con ellos hacían fuego y cocían un poco de langosta. Así sobrevivieron
El martes 22 entraron al puerto de Valparaíso. Habían pasado hambre, sed, pero estaban vivos y sanos. Mientras en el puerto la gente acercaba a saludarlos, en Juan Fernández se enteraban de que esa balsa que habían dado por perdida y esos dos pescadores que habían dado por muertos, estaban bien y que volverían pronto. Juan Celedón tenía a su esposa y siete hijos esperándolo; Chamorro, a su mujer y su hijita.
-Comencé a pensar en hacer este viaje en 2009. Ahí hablé con gente, todos me dijeron que estaba loco. Pasó el tiempo y vino el tsunami y todo se detuvo, había que reconstruir- cuenta Germán Recabarren.
El tsunami del 27 de febrero de 2010 encontró a este buzo en un local, guitarreando junto a su hijo Germán de entonces 19 años, quien volvía al continente al otro día. Dice que no sintió nada, ni un temblor, que sólo se dio cuenta que pasaba algo cuando una persona gritó que venía una ola gigante. Salió del lugar miró al mar y vio como una masa negra y alta se acercaba. Con su hijo corrieron, pero el mar los alcanzó. Lo que vino para él fue silencio, en su cabeza claro, porque alrededor todos gritaban, incluido el mar. Se golpeó la cabeza, se desmayó y se despertó en la bahía. Cuando pudo salir tenía el cuerpo lleno de heridas, hoy cicatrices, y el tabique quebrado. Su hijo sobrevivió, su sobrino, "el Puntito" no. Él fue uno de los cuatro niños que no fueron encontrados.
-Traje al "Puntito" a este viaje. Tengo su foto conmigo acá en esta balsa, él me acompañó- dice Germán en su barco en medio del camino imaginario que une por mar al Muelle Barón, en Valparaíso, con el Club de Yates de Higuerillas, en Concón.
En 2011 comenzó a pensar otra vez en esta travesía, hizo contacto, pero de nuevo vino el golpe -el accidente del CASA 212. Tras reponerse de la tragedia, la idea volvió con más fuerza por una razón. Días después de que el avión se estrellara, otro accidente pasó: un cabo de la Fach murió en la losa del aeródromo de Juan Fernández. Entonces, dice Germán Recabarren, comenzó a escuchar que algunas personas en la TV e internet hablaban de la isla maldita.
-Y me dio tanta rabia. Por eso el viaje este es para rescatar el hito histórico, pero también para entregar el mensaje de que somos un pueblo ejemplo de resiliencia, que ante tanto embate igual nos paramos, que somos valientes. Que tenemos una belleza única en el mundo, que somos más que el tsunami y el accidente, que ya no queremos más tristeza. Que esta es la manera en que ahora nos tienen que ver.
21.25 horas. Nuestro primer piloto, y experto navegante, Eduardo Paredes, quien incorpora datos a su navegador, acusa la desconexión de la energía de su equipo. Debo tomar mi rol de electrónico amateur, así logramos encontrar el cable desconectado en medio de la oscuridad bajo los empaletados (piso) del bote, sin perder el rumbo al 0,76 º se logró recuperar el navegador. A las 23:00 QTH 33º37`28" lat. sur, a 0,78º 30'36" long. oeste, velocidad 2,7 nudos. Victoria navega en medio de la oscuridad y un cielo estrellado sin novedad, comienza la guardia Felipe y yo, mientras Poncho y el Toño se preparan para descansar antes de tomar su turno de 4 horas fijados previamente, un sándwich de pollo nos quita el hambre que habíamos ignorado. Tenemos 70 litros de agua pura bajo los empaletados del bote disponible para apagar nuestra sed. Sale la luna menguando, el mar está en calma, es una bella noche la que acuna a Victoria.
Lunes 5 de noviembre
02:00 horas. 33º36´37" lat. Sur ,0, 78º 17´60"long. Oeste, rumbo 0,76 ,velocidad 5 nudos, Poncho toma la caña y Toño la escota de la mayor, ocupamos el espacio destinado a dormir y el saco escasamente tibio, el descanso es difícil, el bote se mueve, el agua intenta entrar. 04:00 horas, de nuevo en pie. Hay cambio de guardia, no hablamos mucho, el silencio de la noche y el sonido del mar en el casco nuevo del Victoria invitan a no interrumpir, sólo a escuchar. A ratos sonreímos sin motivo aparente, estamos viajando en un bote de madera al continente, llevamos 800 almas con nosotros.
Germán Recabarren involucró a todo su pueblo en este desafío. Partiendo por el último carpintero de ribera que hace estos botes.
-Los botes de madera son los que ayudaron a cimentar la cultura de Juan Fernández, pero están siendo desplazados por los de fibra de vidrio, porque son más económicos, cuesta menos mantenerlo. Desgraciadamente la modernidad ha obligado a que este bote maravilloso hidrodinámicamente perfecto, pase al olvido. Por eso se llama "Viaje al rescate de la memoria", porque la idea era hacer una travesía con el último carpintero y el último bote que se hubiera construido, emulando lo que se hizo hace 90 años atrás con Juan Celedón y Manuel Chamorro.
Partieron con el carpintero y algunos vecinos a cortar dos cipreses de 30 pies. Estuvieron durante tres semanas en el bosque, jóvenes, viejos, hombres, mujeres, todos trabajando para sacar adelante esa balsa perfecta.
Entonces, dejaron secar la madera por tres meses.
El 4 de octubre comenzó la construcción de la balsa.
Luego invitó a su tripulación: Eduardo Paredes, el navegante experto, el que los guiaría, y a Antonio González y Felipe Paredes, tataranieto y nieto de los dos hombres que hicieron el viaje inicial.
16.00 horas. Decido instalar la bomba de achique, aunque el bote recién construido está absolutamente bien calafateado y sellado, no sabemos cómo en la noche se comportará si el viento se levanta y el mar se pone picado. Por precaución tenemos la bomba funcionando. El Toño, el más viejo de esta expedición, y el último que pasó a formar parte de la tripulación venciendo todos sus temores y haciendo caso omiso a los ruegos de su nieta Antonia, que le pedía que no viajase, nos deleita con una exquisita carbonada seca.
Felipe Paredes, 28 años, es el más joven de la tripulación y también uno de los alcaldes más jóvenes de Chile: hace dos semanas fue elegido. Cuando Germán Recabarren lo invitó hace tres meses a este proyecto, él era sólo un candidato. Concejal desde 2008, para él existe un antes y un después del tsunami. Él sí escuchó el ruido bajo tierra del terremoto y como vive arriba del cerro -" ante mis reclamos por vivir lejos de la playa mi abuela siempre dijo que en la isla había habido dos tsunami, que por eso había que vivir en altura , tenía razón"- bajó a ver qué pasaba. Estaba cerca del mar cuando vino la ola, alcanzó a correr, se mojó, pero no lo arrastró.
-Vivir un tsunami es lo peor que te puede pasar, es algo que te supera completamente. Todo tu mundo es arrasado, si lo piensas para la cantidad de personas que somos en la isla, que se hayan muerto 16 personas, es mucho, es el 2 por ciento de la población. Es como si en Santiago hubiesen muerto 134 mil personas.
Buzo desde los ocho años -actualmente practica el buceo con apnea-, cuenta que medita a diario y que sigue las enseñanzas del budismo y otras religiones que le hacen sentido a su estilo de vida. Cree que la muerte es un paso más, no se apega a las cosas materiales, tampoco a las personas. Vive el dolor de una manera distinta, dice.
-Esa manera de pensar me permitió no volverme loco para el tsunami, con el trabajo de la reconstrucción y luego con la partida de gente querida que vino a ayudarnos, fue terrible-dice refiriéndose a los que murieron en el CASA 212.
Mira el horizonte mientras navegamos en esta embarcación de nueve metros -once pasos de largo, los mismos que hay entre la pelota y el arquero en un tiro penal.
-Me tocó buscarlos en el mar que tanto amo. Para los isleños es así porque todos vivimos en torno al mar; no nos enojamos, aunque algunas veces nos traicione. Allá el concepto de vida no vale nada, no porque no la queramos, sino porque en Juan Fernández la naturaleza es así. Imagínate cómo vivían hace cuarenta años, pescando langosta, atrapando chivos. Y claro, cada 10 o 15 años había un isleño que se caía a un acantilado cazando al chivo. Nuestra vida es extrema a full. Estamos moldeados por el entorno y la naturaleza es como nuestra madre y como toda madre, a veces te educa de forma suave o dura -dice el alcalde Felipe Paredes.
Martes 6 de noviembre.
01.00 horas. Viento del Sursureste con intensidad de 15 nudos y rachas de 20 me despiertan después de una escorada pronunciada que incluso embarcó un poco de agua por la regala de babor. Al timón van Poncho y Toño con la escota, rápidamente les pido proa al viento y a tomar rizo (achicar la vela) para que la superficie sea menor y agarre menos velocidad y escora. Me quedo con Poncho hablando, alumbrando de tanto en tanto la vela mayor y el borde del bote, que no supera los 50 centímetros desde el agua hasta el borde. 06.00 horas. Comienza a clarear; desayuno, un té de Winter-up, que mi cuñada Pauli prepara y que me traje al bote. Para que el frío no siga entumeciendo, pan con mantequilla y mortadela.
-Este viaje fue muy exigente en términos físicos. Dormimos poco, unas 10 horas cada uno de más de 100 que duró el viaje, y el frío era tremendo dice Felipe Paredes.
Pero él sabe de exigencias. Los que lo conocen dicen que es trabajólico, él lo acepta y no lo ve como un defecto.
-Trabajar siete días a la semana por algo que te gusta es una suerte.
Pero esa misma intensidad le pasó la cuenta a fines del año pasado, cuando cansado de sentir que la gente no estaba lo suficientemente comprometida con todo lo que había que hacer por la isla, pensó en dejar la política y hacer el mismo trabajo que hace ahora, pero desde la vereda de los privados.
-Al final me convencieron de que había que tomarse la alcaldía porque como privado iba a topar ahí siempre.
12.00 horas. Cantos de la isla que comienzan con el Poncho, sigue Felipe y coreo yo. Toño no canta, mira el horizonte; de seguro piensa en su vida hecha en el mar, en sus 57 años, desde que a los 13 años se dedicó a hacer de este oficio su vida.
Felipe Paredes tiene padres políticos: su madre es PPD y su padre, de Renovación Nacional. Están separados. Él fue candidato a concejal en 2008 por la lista de Renovación Nacional. Ahora fue a alcalde por la del partido Humanista
-No hay ningún partido que me identifique. Lo que yo quiero es trabajar de manera seria para la isla.
En eso no se diferencia mucho de los jóvenes del continente.
Miércoles 7 de noviembre.
6:00 horas. Hemos decidido bajar velas y comenzar a remar hasta las 9:30 cuando cambiamos el foque por la vela de repuesto de Poncho. A las 13:07 una muestra maravillosa de la creación: una manada de delfines y ballenas piloto se cruzan en la ruta del Victoria, dando el aviso de que entramos a la corriente de Humboldt. El mar está picadito, hace frío. Calcetas y botas mojadas.
Germán y Felipe se conocen de toda la vida. Tienen 10 años de diferencia, Germán, el mayor, le enseñó nociones de buceo en apnea a Felipe desde los 13 años. Siempre han estado juntos. Son parte del 50 por ciento de los jóvenes de la isla que no se van al continente. Y ambos quieren hacer algo por sacarla adelante, desde el turismo, desde la política.
-Yo tengo fe. Y no tengo límites, puedo hacer lo que quiera, para el 2020 quiero que la isla de Juan Fernández sea el primer lugar sustentable del planeta. Acá hay una biodiversidad maravillosa. Vamos a ser una luz de esperanza para el desgaste que vive la Tierra.
Jueves 8 de noviembre.
8.00 horas. El viento arrecia del noreste, desde las 3 y media con intensidad de 15 nudos y 3 metros de olas. Es el viento que no queríamos encontrar. Estamos empapados, el mar en cada momento que puede, se cuela dentro de nuestro pequeño pero resistente ballenero. Avanzamos a casi 10 nudos de velocidad, tomamos nuevamente rizo, para bajar velocidad. Llegaremos según el navegador a las 23:45 horas a Laguna Verde, la autoridad marítima nos ordena seguir hacia Quintay, pero hay un viento que no nos permite avanzar a la orilla. A las 21:45 oscurece, y no hay aún cómo salvar la situación. Es complejo, ya estamos muy cerca de tierra, finalmente mi hijo, que se subió a media tarde para filmarnos, me dice "¡Papá, allá está Algarrobo! Felipe llama a sus amigos y yo casi empapado, con la vela trabajando lo menos posible, avanzamos a 10 nudos, luchando para evitar que se cucharee, todos al mismo tiempo de un lado para el otro. Nervios. Sí mucho, lo mismo me confesó Poncho, al ver una hinchada gigante que nos perseguía por popa y en la oscuridad de la noche elevó su imponente presencia haciéndonos ver y sentir absolutamente pequeños y frágiles. Sufrimos, más yo, que llevo ahora también a mi hijo. Sobrevivimos a las olas del tsunami juntos, y saldremos de esta también. El viento amaina, al fin llegamos a Algarrobo. Finalmente hicimos "Un viaje al rescate de la memoria".
El sábado 10 de noviembre a las 16:30 el ballenero Victoria zarpó de Algarrobo hacia el puerto. Los escoltaban yates. Los tripulantes remaron hasta Quintay. El viento corrió fuerte ese día. Un yate los remolcó hasta las afueras del puerto, entraron a Valparaíso, velas arriba, escoltados por otras embarcaciones y en medio de aplausos.
Ellos dicen que esto está recién empezando. Que entre la elección de Felipe Paredes de alcalde, la realización de este viaje, y la regata Juan Fernández que después de 20 años se reanudará en febrero del próximo año, está todo por pasar en la isla.
Ahora, dicen, tienen muchas cosas buenas que contar.

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