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Una excepción llamada Alejandro Aravena


Una excepción llamada Alejandro Aravena
Diario El Mercurio, El Sábado, 3 de septiembre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/09/03/el_sabado/_portada/noticias/F8DA8EDC-4E98-4661-B53B-774B0A5A2E7A.htm?id={F8DA8EDC-4E98-4661-B53B-774B0A5A2E7A}

Sus proyectos se han expuesto en el MoMA y pronto en el Smithsonian.
Junto a su equipo ganó el León de plata en Venecia y la Bienal de
Santiago. Pero acaba de recibir el más importante de su carrera: el
Index, por mejorar la calidad de vida de la humanidad. para llegar a
este punto ha tenido que luchar contra la incredulidad, la envidia y
el hecho de ser más conocido afuera que en Chile. De todo eso habla
aquí. "Me gusta la gente normal. La gente inteligente que habla de
cosas inteligentes es medio empalagosa. Me gusta la gente corriente,
como me considero a mí mismo". "Debe ser una sociedad (la chilena) muy
insegura, donde el éxito ajeno se ve como una amenaza más que como un
triunfo colectivo".

Por Sabine Drysdale Probablemente las oficinas de Elemental no saldrán
nunca en una revista de decoración. Aquí no hay arte, cuadros, muebles
de diseño modernos ni antiguos. Aquí hay una pared blanca, otra negra,
un cielo más bien bajo del que cuelgan tubos fluorescentes comunes y
corrientes y dos mesones largos de madera pintados de negro en el que
trabajan una veintena de arquitectos jóvenes. El despacho de su
fundador -Alejandro Aravena- no es muy distinto. Muros de pizarra
blanca sobre los que garabatea ideas. Un mesón negro, encima algunos
libros, un rollo de papel higiénico para el resfrío, lápices Bic,
papelitos, desorden. Salvo por una botella de coñac sin abrir -un
presente que olvida llevarse a su casa desde hace meses- y un retrato
de Aravena abrazado por Barack y Michelle Obama vestidos de etiqueta,
aquí, en el piso 25 de la torre Santa María en Providencia, no hay
nada que sugiera sofisticación. Sin embargo, de este lugar han salido
las sofisticadas ideas con que se está revolucionando la construcción
de viviendas sociales, primero en Chile, más tarde en México y luego,
quizás, en el resto del mundo.

-Esta es una oficina bastante fome para ser de un arquitecto.

Alejandro Aravena -jeans, chaquetón, botines, el pelo entrecano fijado
con gel y modelado con los dedos hacia arriba y hacia todos los lados
posibles- sonríe.

-Eso es lo mejor que me podrías haber dicho. De verdad. No es una
pose. Significa que no hemos gastado energía, ni recursos, ni tiempo
en cuestiones innecesarias como la decoración. Esta oficina es un
montón de mesas, de sillas, de papel, de computadores, de buena luz,
de buena vista, de temperatura adecuada, de espacio y de trabajo
estimulante. No hace falta nada más.

-El estereotipo dice que a los arquitectos les gusta el arte y el
diseño. ¿A usted no?

-No. Mira mis lápices, están todos rotos, no me importa el papel en
que escribo. No tengo ningún fetichismo con nada.

-¿Por qué?

-Porque es una pérdida de tiempo -dice algo exasperado-. Para qué. No
hace ninguna diferencia en la calidad.

Aravena, de 44 años, arquitecto de la Universidad Católica, ha sido
profesor visitante en Harvard, fue nombrado International Fellow del
Royal Institute of British Architects, y jurado de los Pritzker, el
Premio Nobel de la arquitectura. El trabajo que ha hecho con sus
socios, en Elemental, que combina viviendas sociales con otras obras
de interés público e impacto social -pero no casas privadas, ni
siquiera la suya- es marca registrada en la arquitectura mundial. Sus
proyectos se han expuesto en museos como el MoMA y próximamente en el
Smithsonian. Se ganaron un León de Plata en la XI Bienal de Venecia,
el primer premio en la XV Bienal de Santiago y han sido finalistas de
varios otros concursos. Pero el jueves, en Dinamarca, recibieron el
más importante de su trayectoria, el Index, que premia los diseños que
mejoran la calidad de vida de la humanidad, y que entrega la corona
danesa. Lo ganaron por un proyecto de viviendas sociales en Nuevo
León, Monterrey, México.

Alejandro Aravena estaba en Suiza cuando recibió un llamado
telefónico: "Señor Aravena ¿está usted solo?", le preguntó una voz
otro lado de la línea.

-Ahí supe que era algo importante. Es el mismo protocolo que usamos en
el Pritzker, ya que se necesita mantener la confidencialidad de la
noticia por un par de meses -dice.

La llegada de Elemental al proyecto de Nuevo León fue peculiar. Los
llamaron para preguntarles si sus modelos de casas sociales estaban
patentadas, ya que de lo contrario se los querían copiar. Aravena
logró convencerlos de que podía ser un error hacerlas tal cual y lo
contrataron para que lo adaptara a la realidad mexicana. Pero siguió
el concepto que le ha dado prestigio: construir la mitad de una casa
de clase media, ampliable por sus dueños, emplazadas cerca de las
oportunidades en medio de la ciudad, en vez de una casa chica y lejos
de todo.

-¿Qué es un estándar de clase media?

-Ochenta metros cuadrados, en un barrio con servicios y bien
conectado. Una casa que tenga la capacidad de aumentar de valor con el
tiempo, que sea inversión y no gasto.

En su historia de vida, Alejandro Aravena encarna perfectamente la
moral y la mentalidad de la clase media chilena. Partió su educación
en una escuela con número y más tarde pudo cambiarse a un colegio
particular pagado porque sus padres hacían clases allí y lo becaron.
Lo becaron también en la Universidad Católica, en la que estudió con
matrícula de honor. Creció entre Ñuñoa y La Reina. "Vengo de una
familia donde no era evidente que yo iba a poder tener oportunidades",
dijo en una entrevista para el libro Retratos de innovadores (El
Mercurio-Aguilar, 2009). Tampoco tuvo familiares a los que diseñarles
una casa, y por eso -a diferencia de otros arquitectos- no pudo
empezar su carrera por ahí. "Hay una cierta austeridad en cómo fui
criado que te hace perfilarte de tal manera que tienes que salir
adelante, pero no es dramático, no fue una historia de superación así
de libro, sino que de saber funcionar con carga. No sabría
explicártelo, pero es como le toca al chileno medio vivir: no tan
apremiado, pero no holgado, y eso me parece perfecto para cualquier
entrenamiento", agregó en la misma entrevista.

Alejandro Aravena se gana la vida maximizando la escasez de otros.
Elemental es una empresa con fines de lucro. Y cobran el valor
comercial incluso cuando construyen viviendas para los pobres.

-Estas preguntas son tan complejas que lo que se necesita es calidad
profesional, no caridad profesional. Eso es lo que va a hacer la
diferencia, no la buena voluntad. Lo que hace la diferencia son horas
hombre de conocimiento que están en el límite de la disciplina y para
eso hay que pagar. Nos parecía que ésa era una de las razones de por
qué no había suficiente calidad en la vivienda social, porque nadie
paga profesionales de calidad.

Pero no todo ha sido feliz en la historia de Elemental. En junio
pasado, un temporal en Valparaíso dejó uno de los conjuntos que
construyeron en Playa Ancha completamente anegado, 28 departamentos
inhabitables y dos de los nueve edificios perdieron sus techos.

-No te puedo contestar ese tema en un par de líneas. Así que sorry -se excusa.

GENTE INSEGURA

Corre un viento gélido sobre Lo Barnechea. Es viernes, es agosto y
Alejandro Aravena y sus socios caminan por un banco de tierra que
separa el río Mapocho de las casas Elemental de esta comuna. A pocos
metros hay una población, más allá un mall con tiendas exclusivas,
condominios y casas enormes. Y ahí, con el viento frío pegándole en la
cara, Aravena dice, seco, serio, que sólo quiere hablar de ideas y no
de personas, porque cuando lo ha hecho, "sólo he ganado problemas". Se
sube a su Volkswagen Beetle convertible color plata, y mientras baja
por la Costanera Norte hacia la Torre Santa María, dice:

-Los proyectos en que trabajamos son, en general, muy difíciles, no se
han hecho antes y el nivel de escepticismo es alto. A ese
escepticismo, uno no querría más encima sumarle esta especie de...

Guarda silencio.

-¿Envidia?

-Sí. O algo hay.

-¿Por qué pasa esto en Chile?

Silencio otra vez.

-No sé. No sé. Debe ser una sociedad muy insegura, donde el éxito
ajeno se ve como una amenaza más que como un triunfo colectivo.
Supongo que la gente insegura es la que ha tenido poco cariño. En
general, cuando a alguien le va bien uno no puede sino que alegrarse,
porque si uno está seguro de quién es, no ve el éxito ajeno como una
amenaza.

-¿Eso lo moviliza?

-No, para nada, al contrario, nos hace muy difíciles las cosas. Si el
desafío profesional tiene tanta adrenalina, no necesitamos más
adrenalina, porque la complejidad de la pregunta que tratamos de
contestar es suficiente. El desafío es hacer todo con nada, no
necesitas más adrenalina.

Actualmente en Chile, junto a su equipo, está en pleno desarrollo del
Centro de Innovación Anacleto Angelini, ubicado en el Campus San
Joaquín de la Católica. También fue elegido por Codelco para hacer el
plan urbano sustentable de Calama, que implica una profunda
intervención urbana en esa ciudad donde sus habitantes protestan por
la pésima calidad de vida, cuando allí se produce gran parte del
dinero de Chile. Está trabajando en el plan de vivienda para
trabajadores de Arauco. Y en China está a meses de empezar la
construcción de la farmacéutica suiza Novartis.

-¿Cómo se postula a esos proyectos?

-Nunca hemos postulado. Nos llaman por teléfono y nos preguntan si
queremos hacer un edificio para Novartis en China. Afuera somos lo
suficientemente conocidos. Me llaman a cada rato para participar en
cosas.

-¿Cómo se explica que sea más conocido fuera que dentro de Chile?

-No sé. Es más bien pragmático. Afuera están ávidos de ver qué tenemos
que decir, hay una especie de expectación. La atención está puesta en
uno, en vez de uno tener que decirles, "Mire yo creo que tengo algo
importante que decir". Eso te ahorra mucha energía. La audacia de la
propuesta es algo que en Chile, en general, nos cuesta. Tratamos de
irnos a lo probado.

-¿Qué es una audacia en arquitectura?

Mira por la ventana los edificios modernos que se erigen en Sanhattan y dice:

-En Chile en este momento innovación o contemporaneidad es igual a
edificio con cortina de vidrio, que para el clima de Santiago es
comprarse el efecto invernadero y problemas serios de sustentabilidad.

Y pregunta:

-¿Tú viste el edificio del Centro de Innovación Anacleto Angelini?

Es un paralelepípedo hecho de bloques de cemento desplazados.

-Nosotros propusimos un edificio de muros. Era una audacia y
significaba un riesgo, estábamos dispuestos a perder el proyecto, pero
no nos parecía profesionalmente responsable proponer un edificio de
vidrio para un centro de conocimiento de punta.

-¿En las casas Elemental hay belleza?

-Sí, de hecho buscan producirla, pero no forman parte de un discurso
que yo pueda manipular.

-¿Qué le gusta de Santiago?

Mira por la ventana.

-El clima.

TRABAJAR PARA ARAVENA

Para ganar el Index, premio de arquitectura que más dinero entrega en
el mundo -100 mil euros- las viviendas sociales de Nuevo León
compitieron contra proyectos como el High Line del Meatpacking
District de Nueva York, una nueva plataforma web de Ideo, un auto
eléctrico de Gordon Murray, el diseñador de los MacLaren de Formula 1,
un nuevo avión eléctrico chino de Yuneec, entre otros 60 finalistas de
un total de 1.000 que se presentaron. Con el dinero van a hacer un
libro sobre Elemental y desarrollar su catálogo en línea.

-¿Por qué eso?

-Para escalar el conocimiento. Es nuestra versión y no la de los
medios. Va a ser el ABC, un documental, un manual, un documento de
políticas públicas.

Son casi puros extranjeros los que postulan para Elemental. Tienen que
mandar un portafolio con sus trabajos y luego hacer un ejercicio que
dura un día.

-Yo, todos aquí, vemos una imagen que alguien ha hecho y decimos este
tipo le pega o no le pega. Hay muchos tipos que le pueden pegar, pero
no sabes si fue suerte o si escogió la cosa buena que hizo, así que le
pedimos que haga un ejercicio.

-¿Eso es lo común que se pide en las oficinas de arquitectura?

-No tengo idea. Pero nos ha funcionado bien. La gente se prueba
haciendo cosas. Hazme algo, lo que sea, dóblame un papel; uno más o
menos sabe, en la manera en que dobla un papel, si el tipo le pega o
no le pega. O con qué velocidad dibuja, o cómo hace una línea recta.
Uno sabe si el tipo le pega por cómo dibuja una línea recta.

-¿Cómo explica eso?

-No puedo, lo sé no más.

Alejandro Aravena toma un lápiz de mina verde y dibuja lento una línea
no muy cargada sobre un papel blanco.

-A usted le gusta la gente inteligente.

-Me gusta la gente normal. La gente inteligente que habla de cosas
inteligentes es medio empalagosa. Me gusta la gente corriente
probablemente como me considero a mí mismo.

Piensa y continúa.

-Si dejas de ser normal estás frito, pierdes el contacto con tu
materia de trabajo, que es tu vida diaria; eso es lo que modelas, la
vida diaria.

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