En Chiloé intentan recuperar los frágiles bosques de ciprés de las Guaitecas
La mayoría perdió su capacidad regenerativa debido a incendios intencionales. La iniciativa se centra en la reforestación y protección de los ejemplares sanos.
por Richard García
Diario El Mercurio, jueves 8 de septiembre de 2011
Salvo algunos ejemplares que subsisten
en remotos valles cordilleranos argentinos,
el 99,9% de la población mundial
de la conífera conocida
como ciprés de las Guaitecas
( Pilgerodendron uviferum )
habita el territorio chileno
entre las regiones de Los Ríos y Magallanes.
Como cubre alrededor
de un millón de hectáreas
y gran parte de esa superficie
se concentra en parques nacionales,
existe la creencia de que se trata
de una especie que no presenta
mayores problemas de conservación.
Pero la realidad es muy distinta,
asegura Jan Bannister,
ingeniero forestal chileno
que sigue un doctorado
en el instituto de silvicultura
de la Universidad de Friburgo, Alemania.
"Gran parte de la superficie
de ciprés de las Guaitecas
está toda quemada,
con nula capacidad
de regeneración", asegura.
Cuenta que en los últimos 200 años
aumentó la frecuencia de incendios
originados por el hombre,
especialmente en las Guaitecas y Chiloé.
La madera de ciprés es muy valiosa
especialmente para la construcción
de botes y postes de cercos.
Pero para llegar a ella
los leñadores debían atravesar
densos bosques de muy difícil acceso.
Como descubrieron
que la madera de ciprés
resistía el fuego optaron
por abrirse paso quemando.
Aunque los árboles resistieron,
perdieron su capacidad reproductiva
y hoy en los únicos lugares
donde hay renovación
es en aquellos donde quedó
algún ejemplar aislado
que se salvó de los incendios.
Ahora Bannister investiga
las distintas alternativas
para recuperar la especie
con la ayuda del parque Tantauco,
donde ha centrado su estudio
que ya lleva tres años de desarrollo.
Al principio pensaron
que bastaba con desarrollar
plantas en viveros y reforestar.
De hecho, en el que tiene la fundación
ya han conseguido desarrollar
20 mil plantas con las que esperan
iniciar la repoblación en los próximos años.
El experto admite que es tan grande
la superficie de bosque quemado
que sería muy caro reforestar todo
y tampoco existe la cantidad
de plantas suficientes para hacerlo.
De ahí que también han estudiado
cómo recuperar al ciprés de forma pasiva.
Esto implica identificar los lugares
donde crecen árboles semilleros,
es decir aquellos que se salvaron del fuego,
y analizar hasta donde llegan
las semillas que producen
y qué capacidad
de regeneración natural presentan.
El análisis de los últimos
bosques vírgenes de la especie
les ha deparado muchas sorpresas.
Entre otras, que no necesita
gran luminosidad para crecer,
que algunos individuos
viven más de mil años
y que crece muy relacionada
con las turberas.
Estos últimos son ecosistemas
conformados por capas vegetales
en distinto estado de descomposición
y cuya capa superficial está formada
por pequeñas plantas vivas
que crecen en lugares
muy húmedos y son como esponjas.
Al crecer los cipreses en ese entorno,
lo hacen de manera muy lenta.
"Muchas veces uno ve desde la carretera
unas turberas con unos arbolitos chicos
y piensa que son renovales de ciprés
de no más de 10 o 20 años,
pero en realidad tienen 120 años o más".
El problema mayor
es que mucha gente
por desconocimiento
se encuentra acabando
con estas frágiles plantas.
"En el norte de Chiloé
se está plantando mucho eucaliptus,
haciéndolo en lugares donde están creciendo
con esfuerzo estos renovales", explica.
Los bosques de esta especie
no son sólo importantes
como recurso vegetal
sino que además
son refugios de pudúes,
zorros chilotes
y la ranita de Darwin.
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Muy parecido
El ciprés de las Guaitecas
se confunde con el alerce
ya que crecen
en lugares muy parecidos
y a veces lo hacen juntos.
Pero hay diferencias:
la madera del alerce es más roja,
mientras que
la del ciprés es más blanca
y tiene un olor especial.
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