por Rodrigo Fresán - Escritor argentino.Revista Qué Pasa, 07/07/2011http://www.quepasa.cl/articulo/guia-del-ocio/2011/07/11-3689-9-libros-a-la-sombra-de-un-genio.shtml
Título largo para un libro grande que, en realidad, podría ser el guión de la mejor película indie de los últimos tiempos. Su autor es David Lipsky, aunque él no sea el autor exactamente sino un perfecto y privilegiado testigo. El libro de Lipsky es la transcripción textual de grabaciones de un viaje de cinco días, en mayo de 1996, en los que el fóbico escritor David Foster Wallace promociona a regañadientes su monumental Infinite Jest (obra magna a la que ha dedicado varios años y miles de páginas de su vida) y, por el camino, se convierte en el hot writer al que todos quieren ver y tocar. Todo esto y mucho más bajo la mirada cálidamente clínica, deslumbradamente admirada y sinceramente envidiosa de Lipsky (enviado por la revista Rolling Stone), a quien, por entonces, las cosas no le iban del todo bien pero, al menos, se le daba la oportunidad de convertirse en la sombra de un genio. Hay conversaciones en bares y aulas y hoteles y aeropuertos y presentaciones, y Wallace revelando su visión del mundo y de sus cosas en tiempos en que era feliz o, mejor dicho, la medicación funcionaba. Wallace ya había intentado suicidarse, sí, pero no piensa (aunque lo evoca con escalofriante precisión y cálido sentimiento) demasiado en eso en estas páginas. Aquí, Wallace -soberbiamente humilde o humildemente soberbio- es alguien que sabe que ha escrito un gran libro. Y está contento de haber entrado en la lista de bestsellers, pero al mismo tiempo le preocupa el por qué entró en ella. Y no puede dejar de comentar las particularidades del sitio en el que ahora nada o flota: "El ambiente literario es un montón de tiburones blancos peleando por la supremacía dentro de una bañera. Hay tan poco para repartir... Todos esos egos luchando por una torta tan pequeña... Es algo tan absurdo. Y cuando a alguno le toca algo, bueno, no sabe muy bien qué hacer con ello; porque lo que venden no son sus rasgos o sus encantos. Lo que venden es algo mucho más personal. Es su cerebro". Y un poco después: "Si un escritor hace bien su trabajo lo que logra, básicamente, es recordarle a un determinado lector lo inteligente que ese lector es". En resumen: Lipsky y Wallace hacen, aquí, muy bien su trabajo.
Título largo para un libro grande que, en realidad, podría ser el guión de la mejor película indie de los últimos tiempos. Su autor es David Lipsky, aunque él no sea el autor exactamente sino un perfecto y privilegiado testigo. El libro de Lipsky es la transcripción textual de grabaciones de un viaje de cinco días, en mayo de 1996, en los que el fóbico escritor David Foster Wallace promociona a regañadientes su monumental Infinite Jest (obra magna a la que ha dedicado varios años y miles de páginas de su vida) y, por el camino, se convierte en el hot writer al que todos quieren ver y tocar. Todo esto y mucho más bajo la mirada cálidamente clínica, deslumbradamente admirada y sinceramente envidiosa de Lipsky (enviado por la revista Rolling Stone), a quien, por entonces, las cosas no le iban del todo bien pero, al menos, se le daba la oportunidad de convertirse en la sombra de un genio. Hay conversaciones en bares y aulas y hoteles y aeropuertos y presentaciones, y Wallace revelando su visión del mundo y de sus cosas en tiempos en que era feliz o, mejor dicho, la medicación funcionaba. Wallace ya había intentado suicidarse, sí, pero no piensa (aunque lo evoca con escalofriante precisión y cálido sentimiento) demasiado en eso en estas páginas. Aquí, Wallace -soberbiamente humilde o humildemente soberbio- es alguien que sabe que ha escrito un gran libro. Y está contento de haber entrado en la lista de bestsellers, pero al mismo tiempo le preocupa el por qué entró en ella. Y no puede dejar de comentar las particularidades del sitio en el que ahora nada o flota: "El ambiente literario es un montón de tiburones blancos peleando por la supremacía dentro de una bañera. Hay tan poco para repartir... Todos esos egos luchando por una torta tan pequeña... Es algo tan absurdo. Y cuando a alguno le toca algo, bueno, no sabe muy bien qué hacer con ello; porque lo que venden no son sus rasgos o sus encantos. Lo que venden es algo mucho más personal. Es su cerebro". Y un poco después: "Si un escritor hace bien su trabajo lo que logra, básicamente, es recordarle a un determinado lector lo inteligente que ese lector es". En resumen: Lipsky y Wallace hacen, aquí, muy bien su trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS