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Los Pezo: Elementos articulados entre sí; formato en vez de forma; arquitectura como forma de conocimiento; para estar en el mundo, entenderlo, resolverlo, cuestionarlo; la obra como construcción intelectual que permita leer la realidad.

Creatividad en tránsito

En un deambular entre arte y arquitectura, Mauricio Pezo y Sofía von Ellrichshausen se han erigido como una de las parejas más creativas de la arquitectura latinoamericana. Y este año uno de sus trabajos ganó el Premio 
Mies Crown Hall Americas a la mejor obra emergente de la década.

TEXTO: MAGDALENA ANINAT

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Sobre la península de Coliumo, 550 kilómetros al sur de Santiago de Chile, una obra dramáticamente erigida al borde del acantilado llama la atención. Se trata de la Casa Poli, construcción de veraneo que es, a la vez, residencia para artistas internacionales; un híbrido entre espacio arquitectónico y artístico cuya simplicidad ha ganado ya varios premios.
A 40 kilómetros de esta obra, en la ciudad de Concepción, viven y trabajan sus autores: los arquitectos Mauricio Pezo (o simplemente “Pezo”) y Sofía von Ellrichshausen. Él proviene de Laja, un pequeño pueblo industrial chileno junto al río Biobío, y ella, de Bariloche, Argentina. Juntos iniciaron en 2002 uno de los estudios más difíciles de encasillar de la arquitectura latinoamericana, donde desarrollan tanto viviendas y edificios como intervenciones artísticas y curadurías de exposiciones, incluyendo el pabellón chileno en la Bienal de Venecia 2008.
Tras 12 años de trayectoria, su obra de posición intermedia –“un tanto incómoda”, dicen, en referencia al tránsito permanente entre el arte y la arquitectura–, se ha instalado como una pieza destacada de este puzle de arquitectos que, sin dejar su residencia en Chile, recibe premios y el interés de la prensa especializada, a la vez que exporta su talento creativo proyectando y construyendo más allá de las fronteras nacionales.
Solo entre 2013 y 2014, la dupla Pezo von
Ellrichshausen ha enseñado en la Universidad de Texas, Estados Unidos; ganó el premio Mies Crown Hall Americas Prize Emerging Architecture (MCHAP) del IIT de Chicago por Casa Poli –con un exigente jurado que incluía al profesor Kenneth Frampton y al arquitecto francés Dominique
Perrault–; construyó la casa Solo en Teruel, España, y recibió elogios por su instalación de madera en la muestra Sensing Spaces en la Royal Academy of Arts de Londres. Ahora trabaja en desafíos de mayor escala: el Museo para la Fundación Meissner-Prim y un nuevo centro de innovación para la Universidad del Biobío, entre otros proyectos. Todo ello sin dejar su propia casa-taller-oficina en Concepción, la Casa Cien, ejemplo notable de su propia obra y espacio de voluntario retiro, al cual siempre retornan. 
“Nuestra forma de trabajar es muy íntima, muy personal. No delegamos las decisiones, tampoco nos interesa ser administradores de una oficina, sino hacer directamente las cosas. Pasamos los días dibujando, escribiendo, pintando, haciendo modelos, fotografías. Desarrollamos nuestras ideas en una nebulosa de posibilidades, de pruebas, de accidentes, de supuestos”, cuenta Mauricio.

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A pesar de las múltiples referencias e inspiraciones, ellos entienden cada obra como un invento basado en reglas propias.
La premiada Casa Poli en el sur de Chile.
La premiada Casa Poli en el sur de Chile.

¿Cómo refleja su casa-estudio Cien esta convergencia entre arte y arquitectura en su trabajo y vida cotidiana?
SOFÍA: Hay una dimensión muy práctica y otra más bien conceptual. En términos funcionales la casa está estratificada en siete pisos con un taller en el zócalo y tres pisos de oficina arriba. La vida doméstica queda atrapada entre estos dos ámbitos laborales: abajo ocurre todo el trabajo más pesado de maquetas, pinturas y prototipos de madera, y arriba hacemos el trabajo digital y en papel. Pasamos el día subiendo y bajando, en un ejercicio a la vez físico y mental. En términos conceptuales, la Casa Cien es una pieza más bien indefinida, algo incómoda en el paisaje suburbano. Tiene una figura singular, monolítica, casi escultórica, que tal vez es demasiado alta para ser una casa y demasiado pequeña para ser un edificio de oficinas. Muchas veces pasa gente preguntando ¿qué es?, lo cual es más bien una pregunta que uno esperaría hacer sobre una obra de arte.

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“Creemos profundamente que la arquitectura es una forma de conocimiento. No solo nos sirve para estar en el mundo sino también para entenderlo, resolverlo o incluso cuestionarlo”.


¿Es el arte una fuente de alimentación para una arquitectura más creativa?
SOFÍA: No necesariamente. La arquitectura puede buscar referencias en una infinidad de mundos. Hoy más que nunca hay arquitectos que trabajan con citas al arte, con metáforas, analogías, fotos de referencia, fragmentos literarios, objetos cotidianos, etc. Todo finalmente puede llegar a servir de modelo para hacer un edificio. Pero nosotros entendemos cada obra como un invento basado en reglas propias.
MAURICIO: Por otro lado, las referencias al arte o a lo que sea no son garantía de nada. Las obras de arquitectura pueden llegar a ser sensibles e inteligentes como piezas en sí mismas, independiente del proceso más o menos creativo que sirvió para producirlas. De alguna manera el hecho de trabajar simultáneamente en arte y arquitectura nos alivia de la responsabilidad de tener que ser creativos. La creatividad se tiende a confundir con novedad, con ingenio.

Tres de sus proyectos: Blue Pavilion (Inglaterra), Solo House (España) y Casa Poli (Chile).
Tres de sus proyectos: Blue Pavilion (Inglaterra), Solo House (España) y Casa Poli (Chile).

¿Cómo definen su arquitectura?
MAURICIO: Es difícil dar con una definición general convincente, sobre todo porque creemos estar a medio camino de nuestra producción. Nos interesa hacer obras que sean a la vez normales y singulares; que no reinventen los elementos de la arquitectura, sino la manera en que esos elementos puedan quedar articulados entre sí. En vez de inventar formas más o menos expresivas, tratamos de construir relaciones espaciales para una experiencia significativa. Siempre nos referimos a la noción de formato en vez de forma, porque es una idea aún más genérica, pero lo suficientemente precisa cuando se mide en relación a un caso concreto.
Para ustedes la arquitectura no solo tiene una dimensión funcional, sino también cultural. ¿Qué valor le asignan en el desarrollo de las ciudades y sus habitantes?
MAURICIO: Creemos profundamente que la arquitectura es una forma de conocimiento. Como tal, no solo nos sirve para estar en el mundo sino también para entenderlo, para resolverlo o incluso cuestionarlo desde un cierto punto de vista. Tal es la dimensión cultural de la arquitectura. La obra es una construcción intelectual que nos permite leer la realidad. in

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