Borrador a la carrera y sin revisión de mi impresión de Gell-Mann

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La primera vez que vino Murray Gell-Mann a Chile, lo trajo Claudio en el contexto de la Segunda Conferencia sobre Mecánica Cuántica de Sistemas Fundamentales, organizada por el Centro de Estudios Científicos - CECS.

Ésta iba a celebrarse en Papudo, creo que a fines de diciembre de 1987, pero al final, a causa de problemas logísticos se cambió la sede a Santiago.  Las exposiciones propiamente tales se efectuaron en las dependencias de lo que por décadas fue la sede del Santiago College en la calle Lota (actual Campus Los Leones de la Universidad San Sebastián).  Como se encontraba ubicada a pocas cuadras de la sede del CECS, los almuerzos se realizaban en la tradicional casa estilo inglés donde operaba el Centro de Estudios, ubicada en la avenida Presidente Errázuriz, prolongación natural de la calle Lota una cuadra al oriente del Stade Français, después de cruzar la avenida Tobalaba y el Canal San Carlos.

Mientras esperábamos en el aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez la llegada del inventor de los quarks y figura consular de la física de partículas ('the most competitive of sports') por un par de décadas, el gran Lenny Susskind, de Stanford un maestro en toda la línea y un elocuente comunicador de ideas;  pionero de la teoría de cuerdas y otras varias contribuciones en la física de altas energías, agujeros negros, cosmología y física fundamental, comentaba con otros físicos en el estacionamiento del aeropuerto, cómo conoció a Gell-Mann en un ascensor, y después de una partida falsa, algo no raro con este peculiar Nobel; una palabra, un nombre mencionado que resulte inadecuado para Gell-Mann y el cortocircuito permanente, logró una relación más fluida y de mutuo respeto con él.

Cuando arribó Gell-Mann a Pudahuel, Claudio me pidió que lo acompañara a un trámite en el aeropuerto.  Yo hablé lo justo y necesario. Gell-Mann no pronunció palabra.

El 'gancho' para traerlo era, la condición de connotado 'birdwatcher'.  Entiendo que ha visto al menos la mitad, sino la gran mayoría de las aves que existen en el mundo y Lars Brink, miembro de la comisión que elige a los Premios Nobel y uno de los pioneros de la Teoría de Cuerdas, en una comida en el tradicional restorán El Parrón que hasta hace no mucho existía en la Avenida Providencia, al oriente de las Torres de Tajamar, contó que había acompañado a Gell-Mann, en una de sus visitas a Escandinavia, al norte del Círculo Polar ártico a observar aves. También contaba que el pequeño Murray antes de cumplir los diez años había leído completa la Enciclopedia Britannica.

El hecho es que Gell-Mann, no se quedó a la conferencia hasta el último día, o par de días, pues partió inmediatamente al extremo sur de Chile, en un avión a Punta Arenas acompañado de Jürgen Rottmann (anteriormente había sido sondeado Michel Salaberry, ornitólogo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile).

Claudio me pidió que llevara al CECS las pertenencias de Gell-Mann,que no necesitaría en su excursión ornitológica en el Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego. Fue así como me quedó esa imagen extraña para alguien que por primera vez contempló en una publicación de la Revista Life, una foto del inventor de los quarks, junto con otros grandes del siglo XX, como Albert Einstein y Kurt Gödel,  y que nunca en su perra vida, imaginó la escena de alejarse en un taxi desde el aeropuerto de Santiago, llevando en una mano el terno del inventor de los quarks.

Gell-Mann, era (y es) muy rápido e ingenioso también, sobre todo en situaciones inesperadas, como cuando ocurrió un accidente con el telón en que exponía (no recuerdo lo que dijo, pero sí su rapidez mental). También, cuando quería, Gell-Mann podía ser muy gentil, todo un gentleman, y agradecer hasta el vaso de agua que le ofrecí antes de comenzar su exposición.

Dos breves cosas más: la biografía de Gell-Mann escrita por George Johnson, Strange Beauty, es magnífica.  Tengo una imagen grabada de Gell-Mann asomándose a la puerta de entrada de la sede del CECS de Presidente Errázuriz a asomarse a contemplar esos globos fabricados con papel de volantín que se vendían en la Casa Hombo de la calle Phillips al oriente de la Plaza de Armas de Santiago, propulsados por una mecha encendida que calentaba el aire e inflaba el globo.  Observando la cara de Gell-Mann contemplando al globo iluminado que se alejaba por sobre los techos de las casas circundantes, me pareció ver al niño que hay en él, interesado por comprenderlo todo, pero más que eso, maravillado ante el misterio y belleza de los casos y cosas que conforman la multiplicidad de universos en el que estamos insertos.

Con posterioridad, Gell-Mann ha vuelto a Chile, tanto a Conferencias del CECS, como traído por Álvaro Fischer en torno a los sistemas complejos, otros de los ámbitos de interés de Gell-Mann.