Otro mundo después de la crisis europea

Hernán Felipe Errázuriz 
Sábado 19 de Mayo de 2012

La crisis económica ha debilitado seriamente el liderazgo de otro eje del poder mundial con que concluyó el siglo XX: la Unión Europea. El siglo XXI ya no le pertenece a ninguna gran potencia. Esta realidad obliga a revisar nuestra estrategia diplomática. Entre otras cosas, significa abrir embajadas en regiones como el Báltico, Europa Oriental y África subsahariana, donde Chile prácticamente no está. Argentina, México y Brasil ya lo han hecho, pero nosotros estamos inmóviles.

La disminución de las capacidades hegemónicas de las grandes potencias, la emergencia de nuevas y diversas formas en sus modelos políticos, y la dispersión de los centros de gravedad mundial, no alteran la interdependencia ni la globalización. Sin embargo, exigen nuevas estrategias para alcanzar acuerdos y requieren aumentar la presencia de Chile en el exterior, cubriendo áreas que hemos ignorado. Para tener presencia internacional en el nuevo mapa mundial, habrá que vencer presiones y cerrar embajadas que no se justifican -Grecia, por ejemplo- y disminuir las dotaciones en alguna de las grandes capitales para trasladar funcionarios a otras destinaciones más sufridas, como Angola, Ucrania, Nigeria, Kazajstán y Arabia Saudita.

Antes, EE.UU. y la Unión Soviética se disputaban el control del mundo. Los chilenos lo sabemos: fuimos víctimas periféricas de la Guerra Fría y debimos luchar para mantener nuestra autodeterminación. Estuvimos muy cerca de perderla. La URSS y sus satélites, principalmente Cuba, intentaron influir en la política chilena y, luego, derribar al gobierno militar y alterar el cronograma constitucional. No tuvieron éxito y transitamos pacíficamente a la democracia.

Tras el colapso soviético, se suponía que la Unión Europea, con una economía superior a la de EE.UU., sería un contrapeso. La verdad es que nunca lo ha sido: carece de la necesaria unidad, la solidez económica y el poder militar: el 80 por ciento del gasto militar de la OTAN siguió siendo financiado por EE.UU. Ya en medio de la batalla diplomática por la guerra de Irak, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld hablaba de la vieja y declinante Europa, sin que entonces se considerara la crisis de la eurozona.

Más recientemente, se pensó que, con la asociación de Brasil, Rusia, India y China (BRIC), surgía otro bloque que llenaría el vacío europeo y el repliegue estadounidense. Pero la unidad de los BRIC es artificial, pues sus intereses son muy distintos, no todos comparten los valores democráticos, sus políticas económicas son dispares, no los reúne la geografía y no tienen políticas de defensa comunes.

Así como el gobierno militar visionariamente integró Chile al Asia Pacífico, y la Concertación profundizó esa apertura y nos insertó a Europa con el acuerdo de asociación política y económica con la Unión Europea, el gobierno de Sebastián Piñera puede anunciar en su mensaje del 21 de mayo que modernizará la política exterior, para acordarla con las nuevas realidades, con una apertura más integral y diversificada.