por Olea
Manual de Estilo,
Lección N˚ 58
Diario El Mercurio,
Revista Sábado, 19/05/2012
No lo niegue.
Todos quisiéramos
tener un asistente de moda
que llegara a nuestra casa
con prendas perfectas
en gusto y talla
sólo para evitarnos
el suplicio del probador.
Como sabemos
que eso es improbable,
algunos consejos
para enfrentar esta tortura.
1. Partamos de la base
de que entre un sarcófago
y un probador
no hay mucha diferencia.
El calor es insoportable.
Los pestillos no funcionan,
y si es cortina, siempre deja
una fisura de aire a cada lado.
2. Verse reflejado en
una semidesnudez precaria,
en un gran espejo,
a corta distancia
y con luz cenital,
puede destruir la imagen
que tiene de sí mismo.
Piense que es otra persona.
3, Si son pantalones,
llévese al probador
unas cinco tallas diferentes,
para no sufrir la humillación
de asomarse al pasillo
con un pantalón
que no le pasa de los muslos
para solicitar un par de tallas más.
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