"A mí me salvó la música"
por Sergio Paz
Diario El Mercurio, Wikén, viernes 18 de mayo de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/05/18/wiken/_portada/noticias/7C90283D-13BD-44A4-A9BC-030607E61D85.htm?id={7C90283D-13BD-44A4-A9BC-030607E61D85}
El "Maradona de la música", según sus incorruptibles fans, regresa a Chile para un concierto el próximo jueves. Es la parada local de "60 x 60"; un soberbio espectáculo en el que Charly repasa sobre el escenario lo mejor de su carrera nunca exenta de drogas, demencia, camisas de fuerza, fuego, cenizas y puñetazos a diestra y siniestra. Claro que esa no es la noticia: la noticia es que Charly García ya no es Charly García. Aunque aún se pinta las uñas de negro: ahora corre, come lechuga, no toma drogas, finalmente se sanó. Entérese aquí cómo es que Charly ahora es un tipo bueno y tranquilo. ¿O es que acaso siempre lo fue?
Unas semanas atrás, en coincidencia con un viaje a Estados Unidos, me entero de que Charly García se ha levantado de las cenizas. Y, tras un memorable concierto en el Best Buy Theatre de Broadway, la crítica nuevamente ha caído rendida a sus pies.
"Charly se ha sanado", "Charly está mejor que nunca", decían los diarios. Y el viejo de bigote con vitíligo, el crack de "No voy en tren", "Demoliendo hoteles", "Estoy verde" y "Rezo por vos", por mencionar sólo algunos de sus hits, autoría de quien es probablemente el mejor rockero sudaca de todos los tiempos, por primera vez le hablaba al mundo tranquilo, zen; ya no pasado a ginebra y casa de putas barata, sino que reposado y global.
"Antes las cosas me ponían nervioso y entonces rompía todo. Ahora, en cambio, todo es muy suave. Es como nadar con flotadores", explicaba García, el músico, el genio, que sigue tocando con The Prostitution; la banda de chilenos que heredó del mismísimo Negro Piñera.
-Hace años que no veo a Miguel. Claro que por nada especial. Nada personal. Ni bueno, ni malo -explicaría luego, vía entrevista telefónica, el mismo Charly, que vaya que parecía perdido cuando encontró refugio en el hombre de la boina y sus furiosos cachorros. Pero, claro, el tiempo terminaría dándole la razón.
Al escucharlo al teléfono, sin duda que la voz de Chary es distinta. Más gangosa y curtida pero, al mismo tiempo, más tranquila y vital. De hecho, mientras pasaban los minutos, uno hasta podía pensar que hablaba con un predicador y no con el tipo que, en el recital de Amnistía, le dijo a Bruce Springsteen: "Aquí, el jefe soy yo"; o con el genio/excéntrico que se bajó los pantalones en un recital en Mendoza y, años después, se arrojó desde un noveno piso a la piscina del hotel donde se alojaba en Mendoza. Tampoco con el demente que subía al escenario con camisa de fuerza o el artista pasado de revoluciones que se agarraba a coscachos con sus propios músicos y luego, por los parlantes, hacía apología a la droga. La misma que -todos lo sabían- lo estaba matando.
No; la voz de Charly es ahora distinta. Lo sé porque, más de veinte años atrás, ya casi al final de ese delirante túnel que fueron los 80, fui a conocerlo a su casa; justo cuando estaba en la cima de su carrera y no había calle en Buenos Aires sin un afiche de "Cómo conseguir chicas", el disco de 1988 que siguió a "Parte de la religión". El que antecedió a esa verdadera bomba llamada "Filosofía barata y zapatos de goma"; el disco donde se atrevió con su propia versión del Himno patrio argentino. Charly en su peak.
Quien escribe (y ahora entrevista a Charly García) era un periodista neonato que, en compañía de un también joven Pollo Valdivia, había decidido viajar a Buenos Aires para conocer a Charly a como diera lugar. Fue así como llegamos a su casa-estudio. Sin avisar tocamos el timbre. El mismo Charly abrió la puerta y nos hizo pasar. Luego dijo, con una voz -ya lo dije- distinta a la de ahora: "Esperen aquí". Tras un vidrio, en un gran galpón, leyendas como Fabiana Cantilo y Cachorro López, ensayaban los temas que después harían bailar a Sudamérica entera.
Cinco segundos después estábamos metidos entre la banda. El mismo Charly enseñaba qué teclas tocar para que fueras parte del distorsionado ensayo.
Fue la gran conclusión esa noche: Charly estaba rayado. Hablaba a mil por hora. Pero por Dios que era buen tipo.
Ya en otro siglo, llamo desde la revista Wikén, en Santiago, y contesta su nueva novia: una mujer suave que dice: "¿Qué tal? Te paso a Charly"; un Charly que, hay que decirlo, de partida habla mucho más lento. En voz baja. Como si estuviera rezando. El resto sigue igual: Charly ahora parte sus shows con una cotona de colegio y un brazalete con el signo $ en el brazo. Es el Charly que acaba de cumplir 60 y lo celebró con un disco-artefacto, un box-set resumen de su carrera, que incluye libro de fotos y un frikeado dibujo realizado por él mismo. Es el Charly de metro noventa y tanto que llegó a pesar poco más de 50 kilos. El Charly que hace rato dice estar sano pero, ya el año pasado, volvió a demoler a palos la habitación de un hotel. Y, por instrucciones de la justicia, ahora tiene albaceas. La justicia aún no le cree.
Es Charly; el hombre de la cascada de éxitos. El mito. El rockstar de ayer y de hoy.
-¿Sergio?
-¿Cómo estás de todo?
-¿Qué cómo estoy de todo? Te voy a responder como respondió Mick Jagger; filosóficamente bien. De salud bien. Económicamente, tirando. Ahora vivo en un clima de bastante armonía. Y todo esto te hace muy bien. Estoy muy contento.
-Sigues tocando con los músicos chilenos. ¿Por qué?
-Hace unos años me invitaron a una zappada, a una jam session, y ellos estaban ahí tocando temas míos. Y dije: "uy, estos suenan mejor que mi banda..." Los escuché un rato, luego empezamos a tocar y la verdad es que ellos lo hacen muy bien y más encima son excelentes personas. La diferencia desde entonces es que ahora no toco con una banda de rock sino que con una orquesta de rock. Somos once en el escenario. Agregué una sección de cuerdas. Hay bandoneón. Y creo que la mezcla es un sonido muy internacional y a la vez muy argentino. Finalmente encontré el sonido que andaba buscando. Hay un cambio radical. Y creo que esto será el embrión de nuevos discos que vendrán.
-Hubo un momento en que todo el mundo te daba por perdido. ¿Cómo saliste del hoyo?
-Y... me cambió el carácter... Creo que estaba en una etapa muy rebelde porque no podía concretar lo que quería hacer. Ideas como que todo el recital fuera con auriculares, incluida la audiencia, no resultaban porque pensaba que no tenía alrededor mío gente lo suficientemente capacitada. Eso y otras cosas que me dio la vida me llevaron a ser muy caótico. Y bueno, gracias a amigos y a tener inteligencia y voluntad pude salir del barullo; cambié la omnipotencia por amabilidad. Y me dio mejores resultados. Ahora estoy conforme y todo el mundo está contento conmigo.
-¿Qué tan mal lo pasaste en la oscuridad?
-La música no se vio afectada porque seguí haciendo discos y los discos los escuchas y son buenos. Lo que realmente me afectaba mucho era la forma de vida que llevaba. No sé; me agarró esa onda Jimmy Hendrix de tomar la guitarra y quemarla. Pero son etapas; etapas de las que, en verdad, puedes salir muy mal. Yo creo que por mi inteligencia pude parar a tiempo y entrecomillas rehabilitarme.
-¿Cuál fue el momento de mayor oscuridad?
-No sé si la palabra sea oscuridad. Yo diría que todo era como un caleidoscopio; como esos tubos en los que ves las luces para cualquier lado. Y estaba mal. No tenía ganas de comunicarme con nadie y todo empezó con "La hija de la lágrima" que realmente es un disco muy bueno (NDR: el disco ópera rock con Charly teñido de rubio en homenaje a Cobain). Yo tenía la suerte de que, pese a todo, la música salía muy bien. Y sino hubiera salido muy bien la cosa sí que hubiera sido distinta. A mí me salvó la música. Me salvó la dedicación, el respeto que le tengo a la música.
-¿Charly se volvió loco o había algo de show? ¿Qué tan loco estabas realmente?
-Yo creo que todos los artistas somos un poco locos. Si no fuéramos así, sensibles, las cosas no funcionarían. Pero como decía Dalí, la diferencia entre un loco y yo, es que yo nunca estuve loco.
-¿Qué ganaste de todos esos años con la cabeza en la lavadora?
-Los discos que hice y algunas ideas que sigo sosteniendo y que ahora puedo comunicar y realizar. En el plano personal estoy sano. Yo tuve la suerte de salir de eso. De darme cuenta y decir "no más". Sin tampoco volverme normal, porque te diría que a eso también le tengo miedo.
Probablemente conocen la historia: tras una de sus peores crisis en Mendoza, donde golpeó, sangró e hizo añicos su pieza de hotel, Charly terminó viviendo, irónicamente, en el campo, en la casa-estudio de Palito Ortega en Luján; el lugar donde el célebre músico se hizo genuinamente cargo de él. Ahí Palito prohibió las visitas de los familiares cercanos y a Charly no le quedó otra que nadar y empezar a correr. También componer canciones como "Deberías saber por qué", una de las pocas nuevas que toca en el show que ya la próxima semana estará en Santiago.
Hoy, en su casa en Buenos Aires, Charly tiene una cinta para correr, como esas de los gimnasios y todos los días trota unos cuantos kilómetros antes de trabajar. "Palito Ortega -dice- puso los huevos y se portó como un amigo de toda la vida. Fue él quien me sacó de la crisis y, si no hubiera sido por él, yo no hubiera salido del hoyo en el que estaba".
Carlos Alberto García Lange, Charly García, estuvo antes de eso muchas veces internado por drogas. Sin embargo, una y otra vez recaía. Y no sin escándalo: en Uruguay golpeó a un fotógrafo, en Costa Rica un recital terminó en batalla campal, en Paraguay secuestró a cuatro prostitutas tras negarse a pagar por lo que consideraba malos servicios.
Luego vino el gran cambio. Charly dejó de drogarse y se arregló los dientes. Subió de peso. Volvió a vivir. La calle, los amigos, todo seguía ahí. Quizás por cuánto tiempo más.
-¿Cómo te tocó la muerte del Flaco Spinetta?
-Ay, fue una cosa horrible.... Me afectó mucho.... ¿Sabes? En mi show siempre hago "Rezo por vos", una canción que hice con él porque creo que es mi deber mantener su memoria viva. Además de ser un buen amigo, él fue el verdadero inventor de esto que después se llamó el rock latino o rock en español. Al Flaco lo extraño mucho y creo que su obra perdurará para siempre.
-¿Qué pasó contigo cuando supiste lo de Gustavo Cerati?
-Lo de Cerati es otro caso inexplicable. Lo fui a ver un par de veces y aparentemente está bien, pero no en este planeta. Realmente espero que si existe Dios, o algo por el estilo, lo conecte de nuevo porque es un gran músico y un gran amigo.
-¿Crees en el nuevo rock argentino? ¿Cómo está la escena? No muy bien parece...
-Mirá... Evidentemente hemos perdido a dos creadores. La mesa perdió dos patas. Pero, bueno... creo que en algún momento van a surgir nuevos grupos y llenar ese agujero que hoy existe. Por lo pronto estoy feliz con lo que hago. Me compré un tocadiscos y escucho vinilos. Estoy pegado a los 60, a los 80. La música que se hace ahora no me gusta. Es predecible y vacía de mensaje.
-¿Cómo ves a la Argentina que expropia YPF, que aún no se resigna a la pérdida de Las Malvinas? ¿Cómo ves a tu país?
-Bastante bien, aunque tengo mis temores de que nos agarre el sobrepatriotismo y hagamos un desastre. Yo me acuerdo que, para la Guerra de Las Malvinas, todos decían que íbamos a ganar, incluso gente que tocaba conmigo. Y el miedo que me da es que eso se repita porque yo creo en un mundo tipo John Lennon; sin fronteras, sin héroes. El patriotismo está bien sólo hasta cierto punto.
-¿Qué te genera Cristina Kirchner?
-Simpatía. Toqué el Himno Nacional cuando asumió y realmente es una señora muy, muy agradable, con mucha fuerza para dirigir este país. Pero ya te digo; no veo a Argentina como un súper país. Aunque por ahora está todo bien.
-Si en Chile la farándula agobia, en Argentina la cosa es realmente brava. ¿Qué te produce?
-Es una locura, pero es lo mismo en todos lados. Esto es mundial y tiene que ver con la globalización, la cosa digital, internet. Hoy el enemigo puede ser tu propio vecino. Lo otro es que, a nivel artístico, cada vez es más fácil salir en TV. Basta que hagas una taradez y ya. Y eso para los verdaderos artistas es incómodo porque ocupa demasiado lugar y el talento no se muestra como se debiera mostrar.
-La estupidez se globalizó.
-Hace poco fui a Nueva York y lo encontré muy cambiado. Tengo la sensación de que hoy todos los lugares, todos los países, se parecen mucho. Todo el mundo está detrás del dinero, del poder.
-Y del Ravotril.
-No me gusta. No lo recomiendo. Chicos, no lo hagan. Hay que bancarse la ansiedad con lo propio.
-¿Cómo se siente Charly García? ¿Viejo? ¿Joven?
-Estoy a tres palos. Toco y ensayo. Me siento bien. Mucho mejor que hace dos, tres años.
-Cuando vengas a Chile, entonces, ni pensar en quemar la pieza del hotel ni tirarte a la piscina.
-No, no lo haría. Claro que, cuando lo hice, estaba perfectamente consciente de mis acciones. Pero esas son cosas que haces una vez en la vida. A pesar de que tuve años turbulentos en esencia soy siempre el mismo. Desde Sui Generis hasta ahora. Siempre. Tengo el ángel de la música conmigo. Y eso es lo único que necesito para estar bien. Muy bien.
"En el plano personal estoy sano. Tuve la suerte de darme cuenta y decir 'no más'. Sin tampoco volverme normal, porque te diría que a eso también le tengo miedo".
"En mi show siempre hago 'Rezo por vos', una canción que hice con él (Spinetta) porque creo que es mi deber mantener su memoria viva. Además de ser un buen amigo, él fue el verdadero inventor de esto que después se llamó el rock latino".
El "Maradona de la música", según sus incorruptibles fans, regresa a Chile para un concierto el próximo jueves. Es la parada local de "60 x 60"; un soberbio espectáculo en el que Charly repasa sobre el escenario lo mejor de su carrera nunca exenta de drogas, demencia, camisas de fuerza, fuego, cenizas y puñetazos a diestra y siniestra. Claro que esa no es la noticia: la noticia es que Charly García ya no es Charly García. Aunque aún se pinta las uñas de negro: ahora corre, come lechuga, no toma drogas, finalmente se sanó. Entérese aquí cómo es que Charly ahora es un tipo bueno y tranquilo. ¿O es que acaso siempre lo fue?
Unas semanas atrás, en coincidencia con un viaje a Estados Unidos, me entero de que Charly García se ha levantado de las cenizas. Y, tras un memorable concierto en el Best Buy Theatre de Broadway, la crítica nuevamente ha caído rendida a sus pies.
"Charly se ha sanado", "Charly está mejor que nunca", decían los diarios. Y el viejo de bigote con vitíligo, el crack de "No voy en tren", "Demoliendo hoteles", "Estoy verde" y "Rezo por vos", por mencionar sólo algunos de sus hits, autoría de quien es probablemente el mejor rockero sudaca de todos los tiempos, por primera vez le hablaba al mundo tranquilo, zen; ya no pasado a ginebra y casa de putas barata, sino que reposado y global.
"Antes las cosas me ponían nervioso y entonces rompía todo. Ahora, en cambio, todo es muy suave. Es como nadar con flotadores", explicaba García, el músico, el genio, que sigue tocando con The Prostitution; la banda de chilenos que heredó del mismísimo Negro Piñera.
-Hace años que no veo a Miguel. Claro que por nada especial. Nada personal. Ni bueno, ni malo -explicaría luego, vía entrevista telefónica, el mismo Charly, que vaya que parecía perdido cuando encontró refugio en el hombre de la boina y sus furiosos cachorros. Pero, claro, el tiempo terminaría dándole la razón.
Al escucharlo al teléfono, sin duda que la voz de Chary es distinta. Más gangosa y curtida pero, al mismo tiempo, más tranquila y vital. De hecho, mientras pasaban los minutos, uno hasta podía pensar que hablaba con un predicador y no con el tipo que, en el recital de Amnistía, le dijo a Bruce Springsteen: "Aquí, el jefe soy yo"; o con el genio/excéntrico que se bajó los pantalones en un recital en Mendoza y, años después, se arrojó desde un noveno piso a la piscina del hotel donde se alojaba en Mendoza. Tampoco con el demente que subía al escenario con camisa de fuerza o el artista pasado de revoluciones que se agarraba a coscachos con sus propios músicos y luego, por los parlantes, hacía apología a la droga. La misma que -todos lo sabían- lo estaba matando.
No; la voz de Charly es ahora distinta. Lo sé porque, más de veinte años atrás, ya casi al final de ese delirante túnel que fueron los 80, fui a conocerlo a su casa; justo cuando estaba en la cima de su carrera y no había calle en Buenos Aires sin un afiche de "Cómo conseguir chicas", el disco de 1988 que siguió a "Parte de la religión". El que antecedió a esa verdadera bomba llamada "Filosofía barata y zapatos de goma"; el disco donde se atrevió con su propia versión del Himno patrio argentino. Charly en su peak.
Quien escribe (y ahora entrevista a Charly García) era un periodista neonato que, en compañía de un también joven Pollo Valdivia, había decidido viajar a Buenos Aires para conocer a Charly a como diera lugar. Fue así como llegamos a su casa-estudio. Sin avisar tocamos el timbre. El mismo Charly abrió la puerta y nos hizo pasar. Luego dijo, con una voz -ya lo dije- distinta a la de ahora: "Esperen aquí". Tras un vidrio, en un gran galpón, leyendas como Fabiana Cantilo y Cachorro López, ensayaban los temas que después harían bailar a Sudamérica entera.
Cinco segundos después estábamos metidos entre la banda. El mismo Charly enseñaba qué teclas tocar para que fueras parte del distorsionado ensayo.
Fue la gran conclusión esa noche: Charly estaba rayado. Hablaba a mil por hora. Pero por Dios que era buen tipo.
Ya en otro siglo, llamo desde la revista Wikén, en Santiago, y contesta su nueva novia: una mujer suave que dice: "¿Qué tal? Te paso a Charly"; un Charly que, hay que decirlo, de partida habla mucho más lento. En voz baja. Como si estuviera rezando. El resto sigue igual: Charly ahora parte sus shows con una cotona de colegio y un brazalete con el signo $ en el brazo. Es el Charly que acaba de cumplir 60 y lo celebró con un disco-artefacto, un box-set resumen de su carrera, que incluye libro de fotos y un frikeado dibujo realizado por él mismo. Es el Charly de metro noventa y tanto que llegó a pesar poco más de 50 kilos. El Charly que hace rato dice estar sano pero, ya el año pasado, volvió a demoler a palos la habitación de un hotel. Y, por instrucciones de la justicia, ahora tiene albaceas. La justicia aún no le cree.
Es Charly; el hombre de la cascada de éxitos. El mito. El rockstar de ayer y de hoy.
-¿Sergio?
-¿Cómo estás de todo?
-¿Qué cómo estoy de todo? Te voy a responder como respondió Mick Jagger; filosóficamente bien. De salud bien. Económicamente, tirando. Ahora vivo en un clima de bastante armonía. Y todo esto te hace muy bien. Estoy muy contento.
-Sigues tocando con los músicos chilenos. ¿Por qué?
-Hace unos años me invitaron a una zappada, a una jam session, y ellos estaban ahí tocando temas míos. Y dije: "uy, estos suenan mejor que mi banda..." Los escuché un rato, luego empezamos a tocar y la verdad es que ellos lo hacen muy bien y más encima son excelentes personas. La diferencia desde entonces es que ahora no toco con una banda de rock sino que con una orquesta de rock. Somos once en el escenario. Agregué una sección de cuerdas. Hay bandoneón. Y creo que la mezcla es un sonido muy internacional y a la vez muy argentino. Finalmente encontré el sonido que andaba buscando. Hay un cambio radical. Y creo que esto será el embrión de nuevos discos que vendrán.
-Hubo un momento en que todo el mundo te daba por perdido. ¿Cómo saliste del hoyo?
-Y... me cambió el carácter... Creo que estaba en una etapa muy rebelde porque no podía concretar lo que quería hacer. Ideas como que todo el recital fuera con auriculares, incluida la audiencia, no resultaban porque pensaba que no tenía alrededor mío gente lo suficientemente capacitada. Eso y otras cosas que me dio la vida me llevaron a ser muy caótico. Y bueno, gracias a amigos y a tener inteligencia y voluntad pude salir del barullo; cambié la omnipotencia por amabilidad. Y me dio mejores resultados. Ahora estoy conforme y todo el mundo está contento conmigo.
-¿Qué tan mal lo pasaste en la oscuridad?
-La música no se vio afectada porque seguí haciendo discos y los discos los escuchas y son buenos. Lo que realmente me afectaba mucho era la forma de vida que llevaba. No sé; me agarró esa onda Jimmy Hendrix de tomar la guitarra y quemarla. Pero son etapas; etapas de las que, en verdad, puedes salir muy mal. Yo creo que por mi inteligencia pude parar a tiempo y entrecomillas rehabilitarme.
-¿Cuál fue el momento de mayor oscuridad?
-No sé si la palabra sea oscuridad. Yo diría que todo era como un caleidoscopio; como esos tubos en los que ves las luces para cualquier lado. Y estaba mal. No tenía ganas de comunicarme con nadie y todo empezó con "La hija de la lágrima" que realmente es un disco muy bueno (NDR: el disco ópera rock con Charly teñido de rubio en homenaje a Cobain). Yo tenía la suerte de que, pese a todo, la música salía muy bien. Y sino hubiera salido muy bien la cosa sí que hubiera sido distinta. A mí me salvó la música. Me salvó la dedicación, el respeto que le tengo a la música.
-¿Charly se volvió loco o había algo de show? ¿Qué tan loco estabas realmente?
-Yo creo que todos los artistas somos un poco locos. Si no fuéramos así, sensibles, las cosas no funcionarían. Pero como decía Dalí, la diferencia entre un loco y yo, es que yo nunca estuve loco.
-¿Qué ganaste de todos esos años con la cabeza en la lavadora?
-Los discos que hice y algunas ideas que sigo sosteniendo y que ahora puedo comunicar y realizar. En el plano personal estoy sano. Yo tuve la suerte de salir de eso. De darme cuenta y decir "no más". Sin tampoco volverme normal, porque te diría que a eso también le tengo miedo.
Probablemente conocen la historia: tras una de sus peores crisis en Mendoza, donde golpeó, sangró e hizo añicos su pieza de hotel, Charly terminó viviendo, irónicamente, en el campo, en la casa-estudio de Palito Ortega en Luján; el lugar donde el célebre músico se hizo genuinamente cargo de él. Ahí Palito prohibió las visitas de los familiares cercanos y a Charly no le quedó otra que nadar y empezar a correr. También componer canciones como "Deberías saber por qué", una de las pocas nuevas que toca en el show que ya la próxima semana estará en Santiago.
Hoy, en su casa en Buenos Aires, Charly tiene una cinta para correr, como esas de los gimnasios y todos los días trota unos cuantos kilómetros antes de trabajar. "Palito Ortega -dice- puso los huevos y se portó como un amigo de toda la vida. Fue él quien me sacó de la crisis y, si no hubiera sido por él, yo no hubiera salido del hoyo en el que estaba".
Carlos Alberto García Lange, Charly García, estuvo antes de eso muchas veces internado por drogas. Sin embargo, una y otra vez recaía. Y no sin escándalo: en Uruguay golpeó a un fotógrafo, en Costa Rica un recital terminó en batalla campal, en Paraguay secuestró a cuatro prostitutas tras negarse a pagar por lo que consideraba malos servicios.
Luego vino el gran cambio. Charly dejó de drogarse y se arregló los dientes. Subió de peso. Volvió a vivir. La calle, los amigos, todo seguía ahí. Quizás por cuánto tiempo más.
-¿Cómo te tocó la muerte del Flaco Spinetta?
-Ay, fue una cosa horrible.... Me afectó mucho.... ¿Sabes? En mi show siempre hago "Rezo por vos", una canción que hice con él porque creo que es mi deber mantener su memoria viva. Además de ser un buen amigo, él fue el verdadero inventor de esto que después se llamó el rock latino o rock en español. Al Flaco lo extraño mucho y creo que su obra perdurará para siempre.
-¿Qué pasó contigo cuando supiste lo de Gustavo Cerati?
-Lo de Cerati es otro caso inexplicable. Lo fui a ver un par de veces y aparentemente está bien, pero no en este planeta. Realmente espero que si existe Dios, o algo por el estilo, lo conecte de nuevo porque es un gran músico y un gran amigo.
-¿Crees en el nuevo rock argentino? ¿Cómo está la escena? No muy bien parece...
-Mirá... Evidentemente hemos perdido a dos creadores. La mesa perdió dos patas. Pero, bueno... creo que en algún momento van a surgir nuevos grupos y llenar ese agujero que hoy existe. Por lo pronto estoy feliz con lo que hago. Me compré un tocadiscos y escucho vinilos. Estoy pegado a los 60, a los 80. La música que se hace ahora no me gusta. Es predecible y vacía de mensaje.
-¿Cómo ves a la Argentina que expropia YPF, que aún no se resigna a la pérdida de Las Malvinas? ¿Cómo ves a tu país?
-Bastante bien, aunque tengo mis temores de que nos agarre el sobrepatriotismo y hagamos un desastre. Yo me acuerdo que, para la Guerra de Las Malvinas, todos decían que íbamos a ganar, incluso gente que tocaba conmigo. Y el miedo que me da es que eso se repita porque yo creo en un mundo tipo John Lennon; sin fronteras, sin héroes. El patriotismo está bien sólo hasta cierto punto.
-¿Qué te genera Cristina Kirchner?
-Simpatía. Toqué el Himno Nacional cuando asumió y realmente es una señora muy, muy agradable, con mucha fuerza para dirigir este país. Pero ya te digo; no veo a Argentina como un súper país. Aunque por ahora está todo bien.
-Si en Chile la farándula agobia, en Argentina la cosa es realmente brava. ¿Qué te produce?
-Es una locura, pero es lo mismo en todos lados. Esto es mundial y tiene que ver con la globalización, la cosa digital, internet. Hoy el enemigo puede ser tu propio vecino. Lo otro es que, a nivel artístico, cada vez es más fácil salir en TV. Basta que hagas una taradez y ya. Y eso para los verdaderos artistas es incómodo porque ocupa demasiado lugar y el talento no se muestra como se debiera mostrar.
-La estupidez se globalizó.
-Hace poco fui a Nueva York y lo encontré muy cambiado. Tengo la sensación de que hoy todos los lugares, todos los países, se parecen mucho. Todo el mundo está detrás del dinero, del poder.
-Y del Ravotril.
-No me gusta. No lo recomiendo. Chicos, no lo hagan. Hay que bancarse la ansiedad con lo propio.
-¿Cómo se siente Charly García? ¿Viejo? ¿Joven?
-Estoy a tres palos. Toco y ensayo. Me siento bien. Mucho mejor que hace dos, tres años.
-Cuando vengas a Chile, entonces, ni pensar en quemar la pieza del hotel ni tirarte a la piscina.
-No, no lo haría. Claro que, cuando lo hice, estaba perfectamente consciente de mis acciones. Pero esas son cosas que haces una vez en la vida. A pesar de que tuve años turbulentos en esencia soy siempre el mismo. Desde Sui Generis hasta ahora. Siempre. Tengo el ángel de la música conmigo. Y eso es lo único que necesito para estar bien. Muy bien.
"En el plano personal estoy sano. Tuve la suerte de darme cuenta y decir 'no más'. Sin tampoco volverme normal, porque te diría que a eso también le tengo miedo".
"En mi show siempre hago 'Rezo por vos', una canción que hice con él (Spinetta) porque creo que es mi deber mantener su memoria viva. Además de ser un buen amigo, él fue el verdadero inventor de esto que después se llamó el rock latino".
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