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Docente: la profesión más importante

HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/09/30/HERNAN-HOCHSCHILD/DOCENTE-LA-PROFESION-MAS-IMPORTANTE/



Hace cuatro años en Elige Educar realizamos una encuesta a estudiantes de tercero y cuarto medio  de los establecimientos educacionales más emblemáticos de Chile: particulares, subvencionados y municipales. Queríamos saber cómo los alumnos de la enseñanza media percibían las carreras de educación. Para esto, les pedimos que dentro de un grupo de 15 profesiones, incluida pedagogía, ordenaran aquellas de mayor a menor prestigio. El resultado fue poco alentador: un 70% señaló las pedagogías como la carrera de menor prestigio.
Para tristeza nuestra, la realidad no ha cambiado muchos cuatro años después y, peor aún, seguramente se ha mantenido invariable por décadas. Sin embargo, se percibe una contradicción al preguntarles a esos estudiantes quién quiere cambiar la educación, porque todos levantan las manos; y al preguntar nuevamente quién quiere ser profesor, la gran mayoría la baja.
Hoy como sociedad estamos priorizando la educación como un tema fundamental, pero estudiar para ser profesor no tiene nada de fundamental, ni supone ninguna prioridad.
Algunos dirán que el problema del prestigio tiene que ver con las condiciones laborales de los docentes, tal como mostró el último informe sobre educación de la OCDE, que en su comparativo con varios se refleja fácilmente lo complejo que es ser profesor en Chile. Los malos salarios (un profesor gana aproximadamente 0,6 veces el salario de una profesión similar) y las pobres condiciones para la enseñanza que existen en nuestro país -los profesores chilenos pasan casi 1.200 horas en la sala de clase versus el promedio de 800 horas de los países OCDE- son una muestra de la débil preocupación que tenemos por quienes trabajan con los niños y jóvenes dentro de la sala de clase.
Seguramente los que plantean este problema tienen razón, aunque otros dirán que es justamente porque no se valoran a los docentes que no se les reconoce como corresponde. Cualquiera sea el caso, lo cierto es que hemos naturalizado una terrible  contradicción. Nos importa la educación, pero no nos importan los profesores. Y aunque todos sabemos que sí nos deberían importar, que tal vez son la profesión más importante para el país, es poco o nada lo que hacemos por reconocer su labor.
¿Por qué sucederá esto? ¿Por qué si todos sabemos que los profesores son fundamentales y que con las condiciones actuales es extremadamente difícil ser un buen profesor, no cambiamos esta realidad? ¿Cómo es posible que seamos capaces de acordar una reforma tributaria de tres puntos del PIB y no acordar un cambio de realidad a la docencia en Chile?
Es común escuchar que a veces las cosas más obvias y simples se vuelven las más complejas. Es común escuchar que lo esencial es también invisible a los ojos. Así pareciera ocurrir con la docencia. Porque es más que obvio que este tema es clave y esencial, pero no es número uno en la lista de prioridades de nuestra sociedad.
Es tiempo ya que como chilenos dejemos de cuestionar a nuestros hijos, amigos y sobrinos que quieren estudiar pedagogía. Si sabemos que es difícil, ¿no será mejor apoyarlos en lugar de cuestionar su vocación por ayudar a que los niños y jóvenes cumplan sus sueños?
Debemos avanzar en cambiar la realidad. Esto no es sólo un llamado a la clase política a que destine los US$3.000 millones necesarios en la futura Política Nacional Docente, sino que también es un llamado a que todos seamos parte de este cambio cultural. No es sólo un llamado a los que estudiarán pedagogía; no es sólo un llamado para que el Estado inicie una política docente profunda;  es un llamado para que actuemos por la que es la profesión más importante y podamos así cumplir la promesa que nos hemos hecho a nosotros mismos y a las generaciones futuras: que la educación es la clave para superar las desigualdades y dar mayor libertad a las personas.

Hernán Hochschild es Director Ejecutivo de la Fundación 

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