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Abdicaciones, plus ça change, plus c’est la même chose‏



ALFREDO JOCELYN-HOLT, DIARIO LA TERCERA, SÁBADO 7 DE JUNIO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/06/07/ALFREDO-JOCELYN-HOLT/ABDICACIONES/1952035

Abdicaciones


NO HAY nada sorprendente con la abdicación de don Juan Carlos. Salvo uno de los monarcas en el trono de España en lo que va desde comienzos del siglo XIX -Alfonso XII, su bisabuelo-, todos han renunciado a sus derechos o los han “abdicado” en algún momento: don Juan (conde de Barcelona, su padre), Alfonso XIII (abuelo), Amadeo I (no un antepasado directo), Isabel II (tatarabuela), Fernando VII (chozno) y Carlos IV (5º abuelo). Estos dos últimos, gracias a un ardid de Napoleón que permitió en América convertirnos en repúblicas, aún en pie. En España, en cambio, a las dos repúblicas que se han proclamado les ha ido mal; por eso suele insistirse en monarcas que terminan abdicando, o en dictaduras que, desde luego, las ha habido también de sobra por estos lados. Es el costo de no tener reyes.
Lo sorprendente son los motivos aducidos para abdicar esta vez. “Una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista”, y a ella le correspondería impulsar las reformas que “la coyuntura actual está demandando”, ha dicho el rey. En otras palabras, los viejos tercios estarían obsoletos, habría que darles cauce a nuevas energías, “he aquí mi hijo, ¡viva, pues, el rey!”. Una solución que, por supuesto, resuelve y no resuelve nada. Fotografía estupendo, alimenta voracidades republicanas, quien sabe si dictatoriales, en fin, plus ça change, plus c’est la même chose. Las monarquías son milenarias, no son tontas; conocen, por libros, todos los trucos. Esto no es como el ajedrez; aquí puede que se mate al rey, pero no se acaba el juego.
El papado, que es también una monarquía y además absoluta, tuvo que recurrir a la misma movida. Benedicto abdicó y eligieron a Francisco, un populista amén de argentino, i.e. la même chose. Felipe, príncipe de Asturias, al casarse con plebeya y presentadora de televisión, se “casó” con el pueblo español; él ya hizo la tarea que había que hacer. Las monarquías europeas tienen una fuerte veta populista, viejo rasgo germánico algo bárbaro, que les ha servido de seguro de sobrevivencia en el pasado. Cuando los monarcas pierden ese lazo con el pueblo, no los “abdican”, les cortan la cabeza. Un dato útil que suelen saber por libros.
El enigma pendiente es qué quiere el pueblo. Un amigo me advierte que el pueblo actual sólo concibe una corte nobiliaria versión “Disney”. El pueblo no lee libros, se pasa películas. Una posibilidad no incompatible con lo que siempre hemos sabido: que el pueblo es ávido consumidor de emociones fuertes y melodramáticas. Reviso las reacciones ante el anuncio de la Casa Real en el diario El País y no deja de impresionarme una columna de Rosa Montero, en donde leo: “Necesitamos una catarsis de abdicaciones. Necesitamos acabar con el viejo mundo y ser capaces de inventar algo mejor”. Suena idílico. Es cosa entonces, supongo, que los técnicos, también los publicitarios, se las ingenien y suban al “app store” las nuevas “aplicaciones” por las que tanto hinchan consumidores y fabricantes de fantasía.

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