En el gozo de la solemnidad
de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
imploremos la misericordia divina
para la Iglesia, edificada sobre la roca de Pedro,
y pidamos por el mundo entero,
iluminado por la predicación de Pablo.
En los apóstoles san Pedro y san Pablo
nos das un motivo de gran alegría:
Pedro fue el primero en confesar la fe,
Pablo, el insigne maestro que la interpretó;
aquél formó la primera Iglesia con el resto de Israel,
éste la extendió entre los gentiles llamados a la fe.
Pablo, maestro esclarecido de la verdad.
Primeros predicadores del Evangelio,
con su martirio confirmaron su testimonio.
Su fe, y la fuerza para el martirio,
no les vinieron de su capacidad humana.
La libertad humana que pide el acto de fe
se apoya en la acción del Espíritu.
Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos,
sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.
Señor, tú que nos llenas de santa alegría
en la celebración de la fiesta
de san Pedro y san Pablo,
columnas de tu Iglesia,
haz que ella se mantenga
siempre fiel a las enseñanzas
de aquellos que fueron
fundamento de nuestra fe cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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