AXEL BUCHHEISTER, DIARIO LA TERCERA, DOMINGO 20 DE ABRIL DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/04/20/AXEL-BUCHHEISTER/LA-DEMANDA-ARTIFICIOSA/
Chile enfrenta dos opciones: interponer una excepción de incompetencia de la corte o entrar a una defensa de fondo. El mismo dilema que encaró ante Perú. Los especialistas recomendaron en esa oportunidad desechar el primer camino, porque era algo que no se estila, que podía caer mal en el tribunal. El resultado de no haber enviado una señal clara de inmediato, está a la vista: la corte consideró que no tenía que apegarse al derecho, sino que podía ponerse dadivosa. En efecto, nos dio toda la razón y parte del mar al Perú. Lo entregó leyendo “80 millas” en los documentos que dicen “200 millas”, los mismos que tuvo en vista para encontrarnos la razón.
Entonces, hay que cambiar la estrategia. Chile adhirió a la Corte de La Haya fundado en su vocación jurídica y para obtener una solución pacífica de las controversias, pero siempre conforme a derecho. La demanda de Bolivia constituye un pretexto para obtener un cambio de fronteras y obtener territorio soberano por secretaría, lo que determina la incompetencia de la corte. Para que eso se reconozca, existe un trámite de pronunciamiento previo y nuestro país tiene derecho que así se declare; y el tribunal no puede respingar la nariz si se invoca.
Hay quienes dicen que es mejor ir al fondo del litigio, ya que sin duda ganaremos y la pretensión boliviana quedará definitivamente derrotada. Pero ganar de entrada es una victoria más intensa aún y hay que considerar que en la medida que se extienda el juicio, existe más riesgo que al final se le otorgue algo a Bolivia, aunque sea una declaración a la pasada que nos complique. En cambio, si Bolivia pierde, nunca lo considerará como una sepultación de su pretensión, pues igual seguirá reclamando por su enclaustramiento y buscando solidaridad internacional por otros derroteros.
Pero no sólo eso. Nuestro país debe agregar a la interposición de la excepción de incompetencia un mensaje político claro: si no es acogida, se retirará del Pacto de Bogotá y, por ende, de la competencia de la Corte, aunque sólo tenga efecto para futuros litigios. La Corte de la Haya se nutre de países serios que estén dispuestos a litigar ante ella, por considerarla un referente confiable. Si ya se retiró Colombia por el regalo que le dio a Nicaragua y luego se sumara Chile, países prestigiados en el contexto sudamericano, para la Corte eso no podría ser indiferente.
Los que acusen una posición extremista en lo anterior, sería bueno que expliquen de qué sirvieron las delicadezas en el litigio con Perú. Simplemente no podemos seguir admitiendo que la Corte Internacional nos tenga de “caseros” en sus devaneos justicieros.
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