En las referidas declaraciones, el timonel del Banco Central expresa su conformidad con el propósito del Gobierno de financiar los nuevos gastos permanentes que contempla su programa con recursos permanentes, en lugar de recurrir al endeudamiento...
Conviene prestar atención a las palabras del presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, sobre la reforma tributaria. Como es lógico, el instituto emisor no se pronuncia sobre temas de la contingencia económica o política que no estén claramente vinculados con su quehacer. En cierto modo, ello es la contracara de su autonomía para velar por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos, como reza su mandato legal. Por eso, el hecho de que en esta oportunidad Vergara haya exteriorizado las preocupaciones de la autoridad monetaria reviste importancia.
En las referidas declaraciones, el timonel del Banco Central expresa su conformidad con el propósito del Gobierno de financiar los nuevos gastos permanentes que contempla su programa con recursos permanentes, en lugar de recurrir al endeudamiento. Implícitamente adhiere al objetivo de presupuesto fiscal equilibrado, considerado por muchos expertos como puntal de la estabilidad macroeconómica. Admite también que "si finalmente se logra un efecto positivo sobre la calidad del capital humano", ello redundaría en mayor inversión y crecimiento. Pero no esconde su preocupación acerca de que una reforma de "esta magnitud" pudiese tener repercusiones negativas sobre el ahorro y la inversión.
El tema ha sido abundantemente debatido. Hay opiniones discordantes respecto de la existencia de tales efectos y de su dimensión, pero no puede descartarse que resulten significativos. Si lo fuesen, se alteraría la saludable trayectoria económica de los últimos años, lo que podría comprometer la estabilidad económica y financiera, cuya preservación es responsabilidad de la autoridad monetaria. Una menor inversión obligaría a mantener la actividad económica a ritmo lento, para evitar la inflación. Un menor ahorro interno llevaría a un mayor uso de ahorro externo, con el consiguiente incremento de la deuda externa y el "riesgo país". Al respecto, la advertencia de Vergara en cuanto a que, de producirse tales efectos, "nosotros los incorporaremos a nuestras proyecciones y lo haremos saber oportunamente" sugiere que, en tal caso, el Banco Central -fiel a su misión- podría verse obligado a elevar las tasas de interés, con una política monetaria restrictiva.
La intervención del presidente del Banco Central es un valioso aporte al debate tributario. Desde luego, es el Congreso el que tiene la última palabra. Pero, como ocurre en toda democracia, es sano que vote con pleno conocimiento. El Banco Central, encargado de resguardar la estabilidad económica, y dotado de equipos técnicos altamente calificados, está especialmente bien preparado para iluminar a los legisladores sobre los alcances económicos del proyecto. Así, por lo demás, ocurre frecuentemente en países cuya autoridad monetaria es tan respetada e independiente como la nuestra. Su voz debe ser oída.
En las referidas declaraciones, el timonel del Banco Central expresa su conformidad con el propósito del Gobierno de financiar los nuevos gastos permanentes que contempla su programa con recursos permanentes, en lugar de recurrir al endeudamiento. Implícitamente adhiere al objetivo de presupuesto fiscal equilibrado, considerado por muchos expertos como puntal de la estabilidad macroeconómica. Admite también que "si finalmente se logra un efecto positivo sobre la calidad del capital humano", ello redundaría en mayor inversión y crecimiento. Pero no esconde su preocupación acerca de que una reforma de "esta magnitud" pudiese tener repercusiones negativas sobre el ahorro y la inversión.
El tema ha sido abundantemente debatido. Hay opiniones discordantes respecto de la existencia de tales efectos y de su dimensión, pero no puede descartarse que resulten significativos. Si lo fuesen, se alteraría la saludable trayectoria económica de los últimos años, lo que podría comprometer la estabilidad económica y financiera, cuya preservación es responsabilidad de la autoridad monetaria. Una menor inversión obligaría a mantener la actividad económica a ritmo lento, para evitar la inflación. Un menor ahorro interno llevaría a un mayor uso de ahorro externo, con el consiguiente incremento de la deuda externa y el "riesgo país". Al respecto, la advertencia de Vergara en cuanto a que, de producirse tales efectos, "nosotros los incorporaremos a nuestras proyecciones y lo haremos saber oportunamente" sugiere que, en tal caso, el Banco Central -fiel a su misión- podría verse obligado a elevar las tasas de interés, con una política monetaria restrictiva.
La intervención del presidente del Banco Central es un valioso aporte al debate tributario. Desde luego, es el Congreso el que tiene la última palabra. Pero, como ocurre en toda democracia, es sano que vote con pleno conocimiento. El Banco Central, encargado de resguardar la estabilidad económica, y dotado de equipos técnicos altamente calificados, está especialmente bien preparado para iluminar a los legisladores sobre los alcances económicos del proyecto. Así, por lo demás, ocurre frecuentemente en países cuya autoridad monetaria es tan respetada e independiente como la nuestra. Su voz debe ser oída.
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