Salí al jardín,
cuando el sol estaba ya alto.
Había algunas nubes desplazándose
como rebaños desperdigados
cuya sombra intercalada
se desplazaba mostrando
el elegante relieve
del cordón del Manquehue
exhibiendo su adusta belleza
en que se van alternando
faldeos de tonalidades verdosas
y colores pardos de textura rocosa.
Era día de elecciones.
Si uno hubiese llegado
recién a estos rincones precordilleranos
no se percataría de la tensión y ansiedad
en muchos a la vista
de estos comicios municipales,
el preámbulo para la elección
presidencial y parlamentarias
del año próximo.
En la tarde me detuve a contemplar
en el mismo lugar el mismo paisaje.
Ya no se apreciaba el detalle
de las laderas iluminadas
que se veían oscuras
a contraluz con el atardecer
que pintaba
de tonalidades anaranjadas
las últimas formaciones nubosas
que pasaban a esa hora.
No dormí en toda la noche
por un trabajo que urgía.
A la mañana siguiente
supe de la tristísima noticia
que George Garçelon
había caído accidentalmente
del departamento que vivía
con su mujer, Luz María,
prima de mi señora.
George, un hombre inquieto
y creativo, de gran afabilidad
y muy unido a Luz María
y sus maravillosas hijas,
era una fuerza de la naturaleza.
Emprendió innumerables negocios
e incicativas de lo más variadas.
Cuando dichos emprendimientos
florecían, partía con un cuento nuevo.
Recién ahora me doy cuenta
del privilegio de haberlos
visitado en su parcela
al interior de Maitencillo,
lleno de detalles de sus viajes.
Un lugar como de cuento.
Después de una velada inolvidable,
con ellos y sus hijos, en que nos
hicieron sentir muy acogidos,
nos fueron a acompañar hasta el auto.
Emocionante
fue verlos a ellos dos
en aquella despedida.
Es como siempre
quiero recordarlo
aunque ahora ni siquiera
puedo pensar que él no esté
con nosotros acompañándonos
y entusiasmándonos
con su alegría de vivir.
Así junto a Luz María y sus hijas,
en su refugio, después de haber
triunfado en innumerables batallas,
haber convertido tantos imposibles
en realidades sue sirvieron a tantos,
así es como lo quiero recordar.
Lo estoy viendo, también,
aparecer con su gaita
el día del matrimonio
de una de sus hijas en la iglesia
de los Sagrados Corazones de Manquehue.
Allí con ese sonido
nos guiará hacia las tierras altas,
donde se encuentra esperándonos
en el Buen Pastor para congregar
uno a uno a todo su rebaño.
Postscript:
Tal vez, premonitoriamente
ese domingo
apareció un gaitero
que muy ocasionalmente
se instala al borde
del camino a llenar el valle
con el sonido múltiple
de la gaita que compite
con el órgano
que acompaña
las vísperas dominicales
de los monjes benedictinos...
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