por Axel Christensen Director ejecutivo BlackRock Revista Qué Pasa, 21 01 2011 Sección: Posteoshttp://www.quepasa.cl/articulo/20_4974_9.html El fundador de Apple anunció que, nuevamente por motivos de salud, debe ausentarse de la empresa. El mercado ya acusó el golpe. Cunde el nerviosismo. Y una duda razonable queda en el aire: ¿pueden las empresas innovadoras sobrevivir a sus creadores? ___ El precio de las acciones de Apple -la segunda mayor empresa del mundo en capitalización bursátil- se desplomó esta semana al conocerse que su ejecutivo máximo y fundador, Steve Jobs, debería volver a dejar su cargo por motivos de salud, sin determinar cuándo retomaría sus funciones. Jobs, de 55 años, ya había tenido que dejar la compañía a mediados del 2004, al ser diagnosticado con un tumor cancerígeno. Si bien volvería después de un exitoso tratamiento, su salud nunca dejó de ser un tema para el mercado. Sus míticas apariciones en los lanzamientos de Apple lo mostraban cada vez más delgado y demacrado. Finalmente, en enero del 2009 volvería a abandonar la compañía por cerca de seis meses, período durante el cual recibiría un trasplante de hígado. ¿Es justificado tanto interés por parte de los inversionistas en la salud de Jobs? En sus comunicados, Apple ha sido siempre muy parca respecto al tema, indicando que se trata de un tema "privado". Sin embargo, ha tenido que ceder a presiones de la comunidad financiera, quienes argumentan que dado el grado de involucramiento de Jobs en el desarrollo de exitosos productos, como el iPhone y el iPad, los destinos de Apple y Jobs son inseparables. Si bien la empresa ha mostrado tener un claro plan de contingencia -Timothy Cook, el director de Operaciones, siempre ha reemplazado a Jobs en ausencias anteriores-, es difícil imaginarse a Apple sin Jobs. Mejor dicho, esta posibilidad lleva a malos recuerdos: después de fundar la empresa en 1976, sería despedido en 1985, en un período donde Apple perdería su foco y estaría a punto de dejar de existir. Jobs volvería en 1997 y, bajo su dirección, Apple se extendería más allá de los computadores, entrando de manera sumamente exitosa en productos de consumo masivo, como reproductores de música (iPod) y teléfonos celulares (iPhone). Este éxito fue reconocido por el mercado, que llevó a las acciones de Apple a subir casi 1.800% desde su regreso, sobrepasando el valor de mercado de empresas rivales como Dell y Microsoft. ¿Puede una empresa, cuyo valor se fundamenta en la capacidad de traer al mercado productos tan exitosos, sobrevivir a su líder? ¿Es posible institucionalizar el proceso de innovación y la genialidad creativa? Éstas son las preguntas que muchos inversionistas se hacen en este momento. Si bien la sucesión en empresas desde sus fundadores (como Bill Gates en Microsoft) o gerentes legendarios (como Jack Welch en GE) siempre ha sido un asunto complejo, en el caso de Apple y Jobs el asunto se hace aún más interesante. Las capacidades de Jobs de identificar tendencias en tecnología e imponer soluciones con estilo también tienen un lado oscuro: su perfeccionismo extremo lo lleva a ser bastante agresivo y temperamental en sus relaciones interpersonales. No por nada se le considera uno de los mayores ególatras del mundo empresarial americano. Con todo, el futuro de Apple no dependerá tanto de la salud de su fundador como de su capacidad de enfrentar la creciente competencia. Incluso, aunque Jobs regresara pronto a su cargo, Apple ya está sintiendo el impacto de rivales como Google, cuyo sistema operativo para celulares Android ha significado una amenaza para los iPhones. El éxito final de Apple dependerá del equipo que Jobs haya sido capaz de formar. La historia de la industria tecnológica está repleta de empresas líderes en su momento (Digital, Sun, Palm), que apenas recordamos hoy. Parece difícil que a Apple le pase lo mismo, pero es un peligro innegable. Jobs, gran admirador de los Beatles, está consciente de la importancia de crear buenos equipos. Al incluir el catálogo discográfico de la banda en la exitosa plataforma iTunes el 2010, Jobs declararía: "Mi modelo de negocio son los Beatles: eran cuatro tipos que mantenían las tendencias negativas de cada uno en equilibrio; se balanceaban unos con otros. Y el total era más que la suma de las partes. Las cosas grandes en los negocios no las hace una sola persona, se logran con un equipo de personas". Esperamos que Apple no corra la misma suerte que los Beatles, que terminaron separándose.
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Negocios: La pregunta incómoda que deja Jobs
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