por Francisco Rosende Decano Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Pese a que estimaciones preliminares indican que durante el año 2010 la economía mundial registró una recuperación importante, lo que se manifiesta en una estimación de crecimiento de 4,8% del FMI, subsisten importantes focos de preocupación, los que -en mayor o menor medida- amenazan la estabilidad de los progresos alcanzados. En particular, resultan inquietantes los desequilibrios que registran las cuentas fiscales de las economías industrializadas. A ello se añaden los riesgos asociados a un fuerte estímulo monetario, particularmente en los Estados Unidos, el que ha alimentado temores de un repunte de importancia de la inflación en los próximos años. La combinación de un cuadro de inestabilidad en las economías desarrolladas, abundancia de liquidez global y fuerte crecimiento en las economías emergentes ha configurado un complejo escenario macroeconómico para países como Chile. Una de las manifestaciones de éste ha sido una fuerte presión al alza en el precio de las materias primas, lo que en el caso del cobre se tradujo en un incremento cercano a 45% en el año pasado. Más aun, de acuerdo a estimaciones del Banco Central, nuestros términos de intercambio habrían crecido 20% en este período. Este escenario contribuyó a una significativa reducción del tipo de cambio real en el año 2010, lo que ha afectado con fuerza a diversos sectores exportadores. En particular a aquellos que no han visto compensado el menor tipo de cambio con un mejor precio internacional de sus productos. Muchos economistas han advertido su inquietud por los negativos efectos sobre las exportaciones de la prolongación de un deprimido tipo de cambio real. Parece evidente que una economía pequeña, como la nuestra, debe sostener un dinamismo importante de sus exportaciones para alcanzar tasas elevadas de crecimiento del PIB en el mediano plazo. Ello hace necesario establecer políticas que hagan posible atenuar los costos de este cuadro de abundancia de divisas conocido como la "enfermedad holandesa". Como criterio general, me parece imprescindible que tales acciones busquen fortalecer la capacidad de crecimiento de mediano plazo de la economía, evitando así que se transformen en una fuente de ineficiencias que contradirían su naturaleza. Desde esta perspectiva, es fundamental lo que se realice en términos de promover una asignación más eficiente de los recursos públicos, considerando que buena parte del "influjo de capitales" se relaciona con las remesas de los ingresos del cobre para financiar el déficit en moneda nacional que tiene el Fisco. Políticas de triste recuerdo Resulta sorprendente cómo la actual coyuntura ha hecho revivir políticas de triste recuerdo en economías como la chilena. Así, algunos economistas han planteado el establecimiento de tipos de cambio diferenciados para estimular las exportaciones no tradicionales. Otros han reiterado su confianza en la capacidad de las oficinas de gobierno para identificar aquellos sectores con potencial de crecimiento en el largo plazo y apoyar el desarrollo de éstos con recursos públicos. La vieja pretensión de "encontrar a los ganadores". Ése no es el camino que ha permitido un rápido progreso a la economía chilena en las últimas décadas. Más bien ello representa un regreso a visiones de política donde "lo urgente" prevalecía sobre "lo importante", llevando a la acumulación de problemas y distorsiones. Síntomas inequívocos de la "enfermedad chilena". La alternativa de la intervención del Banco Central en el mercado cambiario a través de un programa de acumulación de reservas, como el anunciado ayer, es para muchos analistas la respuesta correcta a la actual coyuntura. Si bien dicho tipo de intervenciones puede tener un costo relativamente menor que otras de las acciones propuestas, es difícil que logre un éxito importante en el contexto internacional mencionado. La estrategia correcta -a mi juicio- debe mirar más a los componentes de una efectiva agenda de estímulo al crecimiento de mediano plazo del PIB que los movimientos del balance del Banco Central.
CLASE DEL 70 SGC
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Entre la "enfermedad holandesa" y la "enfermedad chilena"
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