"Vendrá un hijo con la sana intención de realizar algún viaje y en vez de los destinos cercanos y latinoamericanos, ya piensa en el Medio Oriente y no me va a creer, pero hasta mejor mejor que sea así, porque la otra alternativa es el Oriente entero..
Si no le ha ocurrido, ya le pasará y por eso hay que saberlo: no es ejemplo de nada.
Vendrá un hijo con la sana intención de realizar algún viaje y en vez de los destinos cercanos y latinoamericanos, ya piensa en el Medio Oriente y no me va a creer, pero hasta mejor mejor que sea así, porque la otra alternativa es el Oriente entero y eso es más tiempo y más plata.
En esas circunstancias piensa en el Oriente eterno, pero esa es otra historia.
Y en ese momento formula unas preguntas sin novedad alguna, porque lo ha hecho decenas de veces.
Simplemente no puede evitarlo.
¿Saben cuándo fue la primera vez que salí de Chile en avión?
¿Y cuándo me compré el primer auto, aaah?
Es una reacción refleja y es para reafirmar lo del "yo".
Es que el hijo anda con lo de la travesía equinoccial y la hija desea un primer auto cumplidor.
En verdad su señora esposa ya tomó la decisión del viaje y del vehículo.
Años atrás no toleraba la palabra "vehículo", pero se ha ido acostumbrando con los años, la burocracia y la poca vergüenza.
Su esposa es la de los permisos, las facilidades y la plata, porque a usted lo pilló la desaceleración, pero a ella no.
Y por eso mismo necesita contar su verdadera historia y en cierta forma probar que aún existe.
Estas son mis cartas marcadas: el esfuerzo y el trabajo, más el sacrificio y el comenzar con poco y nada. Por eso las preguntas. Es la necesidad de relatar su propia historia.
¿Saben cuántos años tenía yo cuando viajé a otro país, y saben cuál fue el primer auto que tuve, su marca?
En realidad lo saben, porque se los ha dicho, pero ellos le dicen que no.
Buenos hijos.
No es por pena, sino por algo más denso, como se dice ahora: es por conmiseración.
Es la compasión ante el padre repetitivo y reiterativo con unas ideas que son pocas y además fijas. O sea, que no hay caso.
Entonces cuenta lo de tantas veces y esa línea aérea que no existe o a lo mejor nunca existió y cómo se llamaba: Ladeco, Spantax, British Caledonian o Braniff. Y fumaban en las últimas filas de un avión tembleque en el que fue y volvió de Buenos Aires.
Y ocurrió como a los 30 años y fue con su plata y ya está, lo dijo de nuevo y no causó impacto ni sorpresa y la razón es sencilla: usted no es ejemplo de nada.
Les puede recordar el primer auto que tuvo y a los cuántos años se lo compró.
¿Usado, no es cierto?
Mire, si fue un Lada, mejor no lo cuente. En serio.
Váyase por el lado de los Fiat 147, Charade o Clio.
Incluso más viejo: Fiat 600, Peugeot 404 o Mini Cooper, el de la fibra sintética.
Más: Citrola, Fiat 1100, Simca 1000, Renoleta o un Volvo o un MG.
Algo clásico: el Volkswagen.
No partía cuando hacía frío. Se le pegaban los platinos. Cero aire acondicionado y ninguna alarma. Ceniceros hasta en las puertas.
Ya dijo lo que tenía que decir.
Es su historia y son cosas que a nadie le importan.
El hijo se fue al Medio Oriente y la hija ya chocó (dos veces) su primer auto.
Tampoco es para tristezas ni congojas.
Son simplemente las cosas que hay que saber.
Y esta es la primera: usted no es ejemplo de nada.
Vendrá un hijo con la sana intención de realizar algún viaje y en vez de los destinos cercanos y latinoamericanos, ya piensa en el Medio Oriente y no me va a creer, pero hasta mejor mejor que sea así, porque la otra alternativa es el Oriente entero y eso es más tiempo y más plata.
En esas circunstancias piensa en el Oriente eterno, pero esa es otra historia.
Y en ese momento formula unas preguntas sin novedad alguna, porque lo ha hecho decenas de veces.
Simplemente no puede evitarlo.
¿Saben cuándo fue la primera vez que salí de Chile en avión?
¿Y cuándo me compré el primer auto, aaah?
Es una reacción refleja y es para reafirmar lo del "yo".
Es que el hijo anda con lo de la travesía equinoccial y la hija desea un primer auto cumplidor.
En verdad su señora esposa ya tomó la decisión del viaje y del vehículo.
Años atrás no toleraba la palabra "vehículo", pero se ha ido acostumbrando con los años, la burocracia y la poca vergüenza.
Su esposa es la de los permisos, las facilidades y la plata, porque a usted lo pilló la desaceleración, pero a ella no.
Y por eso mismo necesita contar su verdadera historia y en cierta forma probar que aún existe.
Estas son mis cartas marcadas: el esfuerzo y el trabajo, más el sacrificio y el comenzar con poco y nada. Por eso las preguntas. Es la necesidad de relatar su propia historia.
¿Saben cuántos años tenía yo cuando viajé a otro país, y saben cuál fue el primer auto que tuve, su marca?
En realidad lo saben, porque se los ha dicho, pero ellos le dicen que no.
Buenos hijos.
No es por pena, sino por algo más denso, como se dice ahora: es por conmiseración.
Es la compasión ante el padre repetitivo y reiterativo con unas ideas que son pocas y además fijas. O sea, que no hay caso.
Entonces cuenta lo de tantas veces y esa línea aérea que no existe o a lo mejor nunca existió y cómo se llamaba: Ladeco, Spantax, British Caledonian o Braniff. Y fumaban en las últimas filas de un avión tembleque en el que fue y volvió de Buenos Aires.
Y ocurrió como a los 30 años y fue con su plata y ya está, lo dijo de nuevo y no causó impacto ni sorpresa y la razón es sencilla: usted no es ejemplo de nada.
Les puede recordar el primer auto que tuvo y a los cuántos años se lo compró.
¿Usado, no es cierto?
Mire, si fue un Lada, mejor no lo cuente. En serio.
Váyase por el lado de los Fiat 147, Charade o Clio.
Incluso más viejo: Fiat 600, Peugeot 404 o Mini Cooper, el de la fibra sintética.
Más: Citrola, Fiat 1100, Simca 1000, Renoleta o un Volvo o un MG.
Algo clásico: el Volkswagen.
No partía cuando hacía frío. Se le pegaban los platinos. Cero aire acondicionado y ninguna alarma. Ceniceros hasta en las puertas.
Ya dijo lo que tenía que decir.
Es su historia y son cosas que a nadie le importan.
El hijo se fue al Medio Oriente y la hija ya chocó (dos veces) su primer auto.
Tampoco es para tristezas ni congojas.
Son simplemente las cosas que hay que saber.
Y esta es la primera: usted no es ejemplo de nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS