Necesitamos a las empresas por su aporte a la sociedad, por eso es preocupante que su labor esté perdiendo legitimidad.
La actividad de la empresa ha perdido legitimidad en nuestro país y en el mundo entero, y está siendo severamente cuestionada.
Este es un tema de gran preocupación, pues necesitamos a la empresa y debemos protegerla, porque puede hacer mucho por el bien de la sociedad, y tienen una enorme influencia sobre la vida de millones de personas.
De aquí se deriva una gran responsabilidad para dueños y directivos, la que va mucho más allá de los límites de la compañía.
Siendo tan relevante el rol que le cabe a la empresa, ¿cuál es entonces el origen de su cuestionamiento?
La respuesta a esta pregunta se encuentra cuando se revisa lo que se espera de la empresa en tres esferas: como lugar de trabajo, como respuesta a las necesidades personales y como aporte a la sociedad.
Este es un tema de gran preocupación, pues necesitamos a la empresa y debemos protegerla, porque puede hacer mucho por el bien de la sociedad, y tienen una enorme influencia sobre la vida de millones de personas.
De aquí se deriva una gran responsabilidad para dueños y directivos, la que va mucho más allá de los límites de la compañía.
Siendo tan relevante el rol que le cabe a la empresa, ¿cuál es entonces el origen de su cuestionamiento?
La respuesta a esta pregunta se encuentra cuando se revisa lo que se espera de la empresa en tres esferas: como lugar de trabajo, como respuesta a las necesidades personales y como aporte a la sociedad.
LA EMPRESA COMO LUGAR DE TRABAJO.
La mera generación de puestos de trabajo no es suficiente desde un punto de vista ético. Se deben crear trabajos de calidad, en los cuales se observen condiciones que dignifiquen al hombre y promuevan sus capacidades y talentos. Hoy el trabajo es una parte fundamental de nuestras vidas. Si no lo tenemos, nos sentimos frustrados.
Por otro lado, si miramos los conflictos sociales en nuestro país, muchos están asociados al descontento en torno al trabajo. Es por ello que la Doctrina Social de la Iglesia postula que el trabajo es un elemento clave en la resolución de los grandes problemas sociales que aquejan al mundo de hoy.
La empresa como respuesta a nuestras necesidades materiales y espirituales.
El trabajo tiene una dimensión objetiva y una subjetiva. En sentido objetivo, es lo que se hace y lo que se manifiesta en productos y servicios. En sentido subjetivo, dice relación con quien lo hace, el ser humano, que es el valor fundamental del trabajo.
Así, el trabajo adquiere densidad humana cuando se cumplen tres condiciones: está al servicio del hombre; promueve al hombre que lo realiza, y es fundamento de la subsistencia y bienestar de la familia. Por esto es que el trabajo es un derecho natural y una vocación excelsa del hombre.
Por otro lado, si miramos los conflictos sociales en nuestro país, muchos están asociados al descontento en torno al trabajo. Es por ello que la Doctrina Social de la Iglesia postula que el trabajo es un elemento clave en la resolución de los grandes problemas sociales que aquejan al mundo de hoy.
La empresa como respuesta a nuestras necesidades materiales y espirituales.
El trabajo tiene una dimensión objetiva y una subjetiva. En sentido objetivo, es lo que se hace y lo que se manifiesta en productos y servicios. En sentido subjetivo, dice relación con quien lo hace, el ser humano, que es el valor fundamental del trabajo.
Así, el trabajo adquiere densidad humana cuando se cumplen tres condiciones: está al servicio del hombre; promueve al hombre que lo realiza, y es fundamento de la subsistencia y bienestar de la familia. Por esto es que el trabajo es un derecho natural y una vocación excelsa del hombre.
LA EMPRESA COMO UN APORTE A LA SOCIEDAD
El impacto de la empresa en la sociedad va mucho más allá de lo meramente económico. Las empresas no pueden limitarse a “hacer su negocio”.
Las empresas socialmente responsables no se limitan a perseguir la rentabilidad como único foco de su accionar. Hoy, el gran desafío de la empresa es conjugar su viabilidad económica con su preocupación por los grandes problemas de la sociedad.
No porque una empresa genere muchos recursos, necesariamente goza de buena salud. Hay formas y formas de generarlos. Importa el fin y también los medios; no podemos perseguir un bien a través de un mal.
De allí que el lucro, como medida del desempeño de la empresa, sea insuficiente, porque ignora los muchos otros impactos sobre las vidas de las personas, como si generan trabajo de calidad, si son un buen lugar para los padres que trabajan, o si se preocupan de la comunidad y el medio ambiente.
Esto no implica que el lucro sea malo. No hay nada incorrecto en que una empresa tenga una buena utilidad si cumple con la ley, remunera adecuadamente a sus trabajadores y entrega productos y servicios que benefician al hombre.
Debemos entender y aceptar que para que las empresas puedan mantenerse y crecer en el tiempo, necesitan ser sólidas desde un punto de vista económico y generar utilidades. Solo de este modo su actuar va a beneficiar a muchas otras personas y a la sociedad.
De las empresas esperamos no solo que sean técnicamente ejemplares y financieramente solventes, sino también socialmente responsables y éticamente irreprochables. Esto, ciertamente, hace sentido de negocio, pero más importante aún, refleja el tipo de sociedad en la cual queremos vivir, que esperamos que sea más justa, más verdadera, más solidaria y más respetuosa de la dignidad de las personas y del trabajo que realizan.
En suma, en los tiempos actuales, la finalidad de la empresa no puede limitarse al beneficio económico, sino que debe mirar al servicio que presta a la sociedad.
La consecución de buenos resultados en el balance no es lo único que importa; la forma de obtenerlos y los principios que guían el actuar de la empresa son hoy mucho más relevantes. Los resultados son la consecuencia de su buen (o mal) comportamiento.
Las empresas socialmente responsables no se limitan a perseguir la rentabilidad como único foco de su accionar. Hoy, el gran desafío de la empresa es conjugar su viabilidad económica con su preocupación por los grandes problemas de la sociedad.
No porque una empresa genere muchos recursos, necesariamente goza de buena salud. Hay formas y formas de generarlos. Importa el fin y también los medios; no podemos perseguir un bien a través de un mal.
De allí que el lucro, como medida del desempeño de la empresa, sea insuficiente, porque ignora los muchos otros impactos sobre las vidas de las personas, como si generan trabajo de calidad, si son un buen lugar para los padres que trabajan, o si se preocupan de la comunidad y el medio ambiente.
Esto no implica que el lucro sea malo. No hay nada incorrecto en que una empresa tenga una buena utilidad si cumple con la ley, remunera adecuadamente a sus trabajadores y entrega productos y servicios que benefician al hombre.
Debemos entender y aceptar que para que las empresas puedan mantenerse y crecer en el tiempo, necesitan ser sólidas desde un punto de vista económico y generar utilidades. Solo de este modo su actuar va a beneficiar a muchas otras personas y a la sociedad.
De las empresas esperamos no solo que sean técnicamente ejemplares y financieramente solventes, sino también socialmente responsables y éticamente irreprochables. Esto, ciertamente, hace sentido de negocio, pero más importante aún, refleja el tipo de sociedad en la cual queremos vivir, que esperamos que sea más justa, más verdadera, más solidaria y más respetuosa de la dignidad de las personas y del trabajo que realizan.
En suma, en los tiempos actuales, la finalidad de la empresa no puede limitarse al beneficio económico, sino que debe mirar al servicio que presta a la sociedad.
La consecución de buenos resultados en el balance no es lo único que importa; la forma de obtenerlos y los principios que guían el actuar de la empresa son hoy mucho más relevantes. Los resultados son la consecuencia de su buen (o mal) comportamiento.
¡Hasta el próximo domingo!
La profesora ayudante del curso es Lídice Majluf.
UN TRABAJO DE CALIDAD
Las condiciones que cumple un trabajo de calidad podemos resumirlas en las siguientes: trabajo con sentido y buen ambiente laboral; condiciones de trabajo que fortalezcan el equilibrio trabajo-familia; remuneración justa; acceso a capacitación que permita desarrollarse profesionalmente; estabilidad laboral, en la medida de lo posible, y que la empresa sustente su labor en valores y principios éticos.
De las empresas esperamos no solo que sean técnicamente ejemplares y financieramente solventes, sino también socialmente responsables y éticamente irreprochables.
CREANDO EL MEJOR LUGAR DEL MUNDO PARA TRABAJAR
Nicolás Majluf
SON MIOPES LAS COMPAÑÍAS QUE SE LIMITAN A “EXTRAER EL VALOR” DE SUS EMPLEADOS, Y VISIONARIAS LAS QUE DESARROLLAN LOS TALENTOS.
Rob Goffee y Gareth Jones publicaron, en mayo de 2013, en la revista Harvard Business Review un artículo de nombre provocativo: “Creando el mejor lugar del mundo para trabajar: Lo que los empleados realmente requieren para ser más productivos”.
Plantean que este es un esfuerzo que vale la pena, porque una empresa que es un buen lugar para trabajar es una organización que opera al máximo de su potencial, permitiendo que la gente logre su mejor desempeño.
Se observa en ellas empleados más comprometidos y con una mucha mayor disposición a ayudarse mutuamente, lo cual hace que muestren en su trabajo rendimientos que exceden con largueza las expectativas de sus supervisores, lo que además implica una mayor rentabilidad.
Este mejor funcionamiento de la empresa se nota porque la rotación es 54% más baja y la satisfacción del consumidor un 89% mayor.
Los autores plantean que son cinco las claves de un buen lugar para trabajar.
1. Las diferencias se promueven: Chile es un país bastante homogéneo, en el cual las personas tratan de pasar inadvertidas. En una organización de clase mundial, en cambio, se promueven las diferencias, y se alienta una cultura en la cual puedan coexistir personas muy diversas.
2. La información no se oculta o elimina: Nada hay más perjudicial para un buen ambiente de trabajo que el secretismo, pues mata las relaciones de confianza. Es mejor optar por la “honestidad radical” aunque las noticias sean malas.
3. Las fortalezas de los empleados se sacan a la luz y se desarrollan al máximo: Son miopes las compañías que se limitan a “extraer el valor” de sus empleados, y son visionarias las que persiguen “aumentarles el valor”, las que se esmeran por encontrar, entrenar y retener a los mejores talentos.
4. La organización aboga por algo significativo: La mejor de las situaciones se produce cuando existe congruencia entre los valores personales y los organizacionales.
5. No hay reglas fastidiosas. En un buen lugar para trabajar, no hay restricciones arbitrarias ni innecesarias. Las reglas tienen legitimidad y se puede creer en ellas, porque son útiles y ayudan a hacer mejor el trabajo.
Plantean que este es un esfuerzo que vale la pena, porque una empresa que es un buen lugar para trabajar es una organización que opera al máximo de su potencial, permitiendo que la gente logre su mejor desempeño.
Se observa en ellas empleados más comprometidos y con una mucha mayor disposición a ayudarse mutuamente, lo cual hace que muestren en su trabajo rendimientos que exceden con largueza las expectativas de sus supervisores, lo que además implica una mayor rentabilidad.
Este mejor funcionamiento de la empresa se nota porque la rotación es 54% más baja y la satisfacción del consumidor un 89% mayor.
Los autores plantean que son cinco las claves de un buen lugar para trabajar.
1. Las diferencias se promueven: Chile es un país bastante homogéneo, en el cual las personas tratan de pasar inadvertidas. En una organización de clase mundial, en cambio, se promueven las diferencias, y se alienta una cultura en la cual puedan coexistir personas muy diversas.
2. La información no se oculta o elimina: Nada hay más perjudicial para un buen ambiente de trabajo que el secretismo, pues mata las relaciones de confianza. Es mejor optar por la “honestidad radical” aunque las noticias sean malas.
3. Las fortalezas de los empleados se sacan a la luz y se desarrollan al máximo: Son miopes las compañías que se limitan a “extraer el valor” de sus empleados, y son visionarias las que persiguen “aumentarles el valor”, las que se esmeran por encontrar, entrenar y retener a los mejores talentos.
4. La organización aboga por algo significativo: La mejor de las situaciones se produce cuando existe congruencia entre los valores personales y los organizacionales.
5. No hay reglas fastidiosas. En un buen lugar para trabajar, no hay restricciones arbitrarias ni innecesarias. Las reglas tienen legitimidad y se puede creer en ellas, porque son útiles y ayudan a hacer mejor el trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS