Cartas
Diario El Mercurio, Domingo 24 de agosto de 2014
¡Esto comienza, señor
Señor Director:
Así empezaba a relatar los partidos de fútbol un conocido relator deportivo ya fallecido. Algo semejante estamos viendo hoy en política. Piñera lanza una crítica a la gestión del actual gobierno, que al parecer caló hondo. Peñailillo -hasta ahora un ministro de actuar ponderado- le responde con declaraciones destempladas de dudosa veracidad. Entremedio, Arenas, Rincón, Quintana y Andrade disparan sus cartuchos, mientras que en la trinchera de enfrente Chadwick, Lavín, Silva y Monckeberg hacen lo propio. Y eso no es todo. Desde el sector empresarial, José Antonio Guzmán, el ex presidente de la CPC, afirma que Arenas "está haciendo una labor deplorable". ¡Esto comienza, señores!
Presiento que se está agotando definitivamente la capacidad de entendimiento. Se empieza a manifestar el nerviosismo del Gobierno ante el alza del desempleo, la caída de la inversión, la ralentización de la economía, la baja del consumo, el deterioro de las expectativas y de la confianza de empresarios y consumidores. Comienza a aflorar un subyacente malestar ciudadano, que muy pronto las encuestas van a reflejar. Todo ello se veía venir.
En educación, nadie entiende hacia dónde se dirige la reforma. En salud, mueren pacientes en el Hospital de Melipilla por errores en la medicación, mientras que para solucionar la huelga de un mes en el Hospital del Salvador, se recurre a los oficios de un cura. El Metro colapsa reiteradamente dejando botados a 500 mil santiaguinos, y el ministro "aclara" que la prohibición de cargar bultos en sus vagones se refiere solo a refrigeradores y cocinas.
Los nuevos atentados a carabineros en La Araucanía ya se presentan como actos delictuales "normales". En economía, el ministro se esfuerza por mejorar la productividad sin reparar que en su propia casa (Codelco) es la peor de todo el sector minero. En Defensa, el ministro del ramo afirma que Chile no debió colaborar con Inglaterra en la guerra de las Malvinas, cuando a todos nos consta lo dicho por Galtieri en el balcón de la Casa Rosada, que su próximo objetivo serían las islas chilenas del canal Beagle. ¿Acaso todo ello no se puede interpelar?
Digámoslo con franqueza. Hay mucho desorden, demasiada improvisación, mucho diálogo de sordos, exceso de voluntarismo. Si continuamos así, Chile irá cuesta abajo en la rodada. El ejercicio de la democracia supone aceptar -o al menos escuchar y procesar civilizadamente- las críticas de la oposición. Como en las repúblicas más avanzadas, hay que tomarlas como algo normal, sin transformarlas en una espiral incendiaria.
"Ningún gobierno es demasiado perfecto como para ignorar la opinión de los que no lo ejercen" , decía Lincoln.
Fabio Valdés C.
Así empezaba a relatar los partidos de fútbol un conocido relator deportivo ya fallecido. Algo semejante estamos viendo hoy en política. Piñera lanza una crítica a la gestión del actual gobierno, que al parecer caló hondo. Peñailillo -hasta ahora un ministro de actuar ponderado- le responde con declaraciones destempladas de dudosa veracidad. Entremedio, Arenas, Rincón, Quintana y Andrade disparan sus cartuchos, mientras que en la trinchera de enfrente Chadwick, Lavín, Silva y Monckeberg hacen lo propio. Y eso no es todo. Desde el sector empresarial, José Antonio Guzmán, el ex presidente de la CPC, afirma que Arenas "está haciendo una labor deplorable". ¡Esto comienza, señores!
Presiento que se está agotando definitivamente la capacidad de entendimiento. Se empieza a manifestar el nerviosismo del Gobierno ante el alza del desempleo, la caída de la inversión, la ralentización de la economía, la baja del consumo, el deterioro de las expectativas y de la confianza de empresarios y consumidores. Comienza a aflorar un subyacente malestar ciudadano, que muy pronto las encuestas van a reflejar. Todo ello se veía venir.
En educación, nadie entiende hacia dónde se dirige la reforma. En salud, mueren pacientes en el Hospital de Melipilla por errores en la medicación, mientras que para solucionar la huelga de un mes en el Hospital del Salvador, se recurre a los oficios de un cura. El Metro colapsa reiteradamente dejando botados a 500 mil santiaguinos, y el ministro "aclara" que la prohibición de cargar bultos en sus vagones se refiere solo a refrigeradores y cocinas.
Los nuevos atentados a carabineros en La Araucanía ya se presentan como actos delictuales "normales". En economía, el ministro se esfuerza por mejorar la productividad sin reparar que en su propia casa (Codelco) es la peor de todo el sector minero. En Defensa, el ministro del ramo afirma que Chile no debió colaborar con Inglaterra en la guerra de las Malvinas, cuando a todos nos consta lo dicho por Galtieri en el balcón de la Casa Rosada, que su próximo objetivo serían las islas chilenas del canal Beagle. ¿Acaso todo ello no se puede interpelar?
Digámoslo con franqueza. Hay mucho desorden, demasiada improvisación, mucho diálogo de sordos, exceso de voluntarismo. Si continuamos así, Chile irá cuesta abajo en la rodada. El ejercicio de la democracia supone aceptar -o al menos escuchar y procesar civilizadamente- las críticas de la oposición. Como en las repúblicas más avanzadas, hay que tomarlas como algo normal, sin transformarlas en una espiral incendiaria.
"Ningún gobierno es demasiado perfecto como para ignorar la opinión de los que no lo ejercen" , decía Lincoln.
Fabio Valdés C.
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