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Galardón 2013 Narradora canadiense: Alice Munro en el cielo (literario)


Hace poco tiempo había anunciado que ya no escribiría más. La cuentista, de 82 años, ha ganado la mayor recompensa de las letras mundiales. Y sus libros -oh, milagro- están disponibles en Chile.  

por Patricio Tapia 
Diario El Mercurio, Artes y Letras, domingo 13 de octubre de 2013

En su reciente libro de recuerdos "Historias sobre contadores de historias" ( Stories about storytellers , 2011), Douglas Gibson entrega una visión panorámica de parte importante de la literatura canadiense en inglés del siglo XX. Después de todo, Gibson ha sido editor de algunos de sus más destacados narradores: Mavis Gallant, Robertson Davies, Alistair MacLeod, entre otros, de todos los cuales tiene algo que contar.
Pero hay un capítulo especial. Señala Gibson: "Cuando alcance las Puertas del Cielo, sé que tengo el santo y seña perfecto para entrar. Aunque San Pedro esté de mal humor, en el peor de sus momentos burocráticos -'Bueno, ¿qué has hecho en tu miserable y egoísta vida para merecer entrar en el Paraíso?'- puedo avanzar simplemente diciendo: 'Insistí en que Alice Munro escribiera cuentos'. Y él, si su inglés es lo bastante bueno, se apresurará en dejarme pasar, tal vez incluso haciendo una sacra exclamación como '¡Santo cielo, Alice Munro!'".
Tal vez la única categoría más etérea que ser un "escritor para escritores" sea ser uno para ángeles. Pero Alice Munro hace ya tiempo que no es ni lo uno ni lo otro. A una suerte de unanimidad en los críticos sobre sus bondades se une el reconocimiento con todo tipo de premios literarios (ahora, el más importante, o el más llamativo). Elevada desde hace décadas al estatuto de maestra del cuento y, no obstante ello, apreciada tanto por los "conocedores" como por el lector común, o incluso el nada común (la reina Isabel, al menos en la imaginación de Alan Bennett, quien transforma a la monarca en una devota).
Cuentos sobre cuentos
Según Ambrose Bierce, la novela es un cuento mullido. ¿Es solo el relleno la diferencia? Los teóricos tendrán que dirimir la cuestión. Pero, en todo caso, tal vez los cuentos tengan algo que ver con la incomodidad. No miente Douglas Gibson cuando dice que le insistió a Alice Munro para que los escribiera. En una carta de 1986 enviada a Robert Thacker, quien la incorpora en su biografía "Alice Munro: escribir sus vidas" ( Alice Munro: Writing Her Lives , 2005), la escritora le cuenta que hacia mediados de la década de los setenta estaba muy desalentada con seguir escribiendo cuentos. Los editores de sus libros se habían mostrado reticentes o poco entusiastas; le habían dicho que debía crecer y publicar una novela. Pero Gibson cambió eso y mostró respeto y admiración por su trabajo. Sería desde entonces su editor, con la promesa explícita de nunca pedirle una novela.
Pero los cuentos de Alice Munro, según se dice, son tan complejos como una novela. Puede que ella escriba una y otra vez sobre ciertos lugares y ciertos temas, pero las distintas capas de sus tramas, sus diversos puntos de vista y los saltos de tiempo, tejían la red que les daba su densidad.
Sus primeros relatos (reunidos en sus primeros libros) parecían tener una estricta relación con su vida. Sus personajes habitaban algún pequeño poblado o campo cerca de Ontario, más o menos alrededor de la Segunda Guerra Mundial.
Pero ha ido cambiando. Por de pronto, sus relatos se han vuelto más largos. Sus narradores pueden ir desde adolescentes tímidos (o temibles) hasta abuelas temibles (o tímidas), con todas las edades intermedias. Puede hablar un hombre o una mujer y narrar en primera o tercera persona. Los entornos también cambian: el relato puede ocurrir en Australia, en Escocia, en Albania. Sin problemas puede ocuparse también de una matemática rusa del siglo XIX. En su último libro, "Mi vida querida" (2012), con todo, los cuatro relatos finales -autobiográficos "de sentimiento", según la autora- vuelven a los ambientes de sus primeros libros. Parece ir dando vueltas en círculos temporales.
Cuestiones de vida
Nacida en 1931, en Wingham, un pueblo que entonces tenía unos 3.000 habitantes, Alice Laidlaw (luego, Alice Munro) se crió en la austeridad y el puritanismo. Su padre fue un granjero y criador de zorros fallido; su madre, una profesora que desarrolla la enfermedad de Parkinson y muere joven. En "La vista desde Castle Rock" (2006) Munro contempló la historia de su familia para rehacerla como ficción. Sus ancestros vinieron de Escocia a Canadá y se internaron en el Ontario del oeste. La vida de ellos debe haber sido como la que describe en su cuento "Estación del Vía Crucis" (recogido en el libro "Secretos a voces"), en que un personaje acaba en la cárcel de Goderich, la cual permanece, como una atracción turística, a orillas del lago Hurón, con sus olas salvajes y el sol inclemente. Pero es la zona al este, un escenario menos dramático, la propia de Munro: plana, con algunos bosques y algunas granjas, kilómetros y kilómetros de campos en que de repente aparecen algunas vacas o caballos.
De familia pobre, Munro era talentosa, por lo que pudo estudiar en la universidad de Western Ontario. Pero antes de terminar sus estudios se casó con James Munro y se trasladaron a Vancouver. Luego a Victoria, donde mantuvieron una librería (que aún existe). Después de 20 años (y tres hijas), se rompió el matrimonio, y Munro volvió al Ontario del suroeste. Allí se encontró con un antiguo conocido, el geógrafo Gerry Fremlin. Con Fremlin vivió hasta la muerte de éste (en abril de 2013) en Clinton, un pueblo cercano a su Wingham natal.
El pasado y el presente
En "La vida de las mujeres" (1971) -cuyo género se ha discutido: si es una novela (como se presentó) o un ciclo de cuentos entrelazados; los teóricos tendrán que dirimir la cuestión- se manifiestan grandes diferencias, de todo tipo, entre madre e hija.
El cuento "Amistad de juventud" (que da título a su séptimo libro, 1999), un punto alto no sólo de la colección sino de la obra de la autora, el tema es la relación declinante madre-hija, la lealtad (de la madre hacia cierta persona) y una suerte de herencia. Ya las líneas iniciales dan una idea del tono del cuento y de la naturaleza de esa relación: "Soñaba a menudo con mi madre y, aunque los detalles del sueño variaban, la sorpresa era siempre la misma. El sueño se detenía, supongo que porque era demasiado transparente en su esperanza, demasiado complaciente en su perdón". Pero la constante, más que la maternidad y sus dificultades es el recuerdo, que se manifiesta en la misma estructura del relato: trata sobre los recuerdos de la narradora respecto de los recuerdos de su madre sobre determinado episodio.
En uno de sus libros más logrados "Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio" (2001), el cuento "Lo que se recuerda" comienza con una joven que va al funeral de un amigo de su marido -hay una infidelidad- y termina con una conversación, treinta años después, con su marido. Pero el cuento no es uno sobre la infidelidad, sino sobre cómo los recuerdos configuran una vida.
En los cuentos "Ficción" y "Radicales libres" -ambos del libro "Demasiada felicidad" (2009), uno de los más oscuros y violentos de Munro, también uno de los mejores- aparece la infidelidad. Pero en "Radicales libres", en que una mujer enferma de cáncer se encuentra en su casa con un intruso que es un asesino, lo que importa es cómo salva su vida inventando una historia, reconfigurando su propia vida. En "Ficción" una profesora se descubre como un personaje en el libro de una alumna que apenas recuerda: es la hija de la mujer por la que la profesora fue abandonada. Dando vueltas en círculos en el tiempo, el pasado se refracta en el presente.
En letras doradas
Alice Munro fue en un principio más bien lejana al mundo literario. Por un tiempo, su única relación fue Robert Weaver, encargado de la programación de la cadena de radio pública, Canadian Broadcasting, quien le pidió cuentos para que fueran leídos en la radio. Pero poco a poco, su figuración creciente le ha hecho participar, a cierta distancia, de ese mundo. Es muy amiga de Margaret Atwood y lo fue de Robertson Davies (ambos, destacados escritores). En círculos literarios, se habla de ella con cierta reverencia y su nombre puede figurar en letras doradas.
Con raras apariciones en público, poco amiga de las entrevistas y la publicidad, vive -ahora viuda- en un pequeño pueblo del Ontario rural. Eso no impide que tenga lectores tan distinguidos como (quizá) la reina Isabel o San Pedro. Y gozar, además, de la fulguración de una estrella mayor en el firmamento literario.
La literatura de Alice Munro, sus cuentos, va dando vueltas en círculos en el tiempo y el pasado se refracta en el presente.
 Munro y la literatura canadiense
El año 2002, el reconocido premio Booker, en Inglaterra, incluyó tres libros canadienses: "Unless", de Carol Shields; "Family Matters", de Rohinton Mistry; y "Life of Pi" de Yann Martel (que, finalmente, lo ganaría). Pero el camino para una literatura canadiense en inglés no había sido fácil. Con perseverancia, un grupo de escritores quiso que existiera (los escritores en francés enfrentarían también sus dificultades), con la aparición de librerías especializadas, -una de ellas era de Alice Munro y su esposo- y editoriales dedicadas a ésta. McClelland & Stewart, fue la editorial donde publicaría Munro y cuyo editor es Douglas Gibson.
Autores como Margaret Atwood, Morley Callaghan, Mavis Gallant, W. O. Mitchell, Alistair MacLeod, son algunos de los más destacados, además de la propia Alice Munro. Y un escritor mayor que ella, que escribía sobre los mismos paisajes, Robertson Davies (1913-1995), creador de una obra muy extensa compuesta de ensayos, novelas, relatos breves, crítica y teatro.
En libros
Alice Munro se cuenta entre los pocos escritores dedicados casi estrictamente al cuento, sus relatos aparecen en revistas de tanto prestigio como "The New Yorker" o "The Paris Review", antes de reunirse como volumen. Entre sus libros se cuentan "Dance of the happy shades" (1968), "Las lunas de Júpiter" (1982), "Amistad de juventud" (1990), "Secretos a voces" (1994), "Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio" (2001), "Escapada" (2004), "La vista desde Castle Rock" (2006), "Demasiada felicidad" (2009) y "Mi vida querida" (2011). Munro ha recibido premios como el W. H. Smith, el National Book Critics Circle, el Reino de Redonda. En 2009 ganó el Man Booker Prize, el más prestigioso de Inglaterra, por el conjunto de su obra.
En castellano, algunos de sus libros se encuentran editados por la editorial RBA. Los más recientes de la autora, y el rescate de otros, están en los sellos Lumen y Debolsillo.

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