Extracto adaptado
de una reciente columna
de Rafael Gumucio
publicada
en la Revista de Libros
Diario El Mercurio,
Domingo 8 de enero de 2011
Vivir la vida no como una fatalidad
sino como una fiesta a la que no nos invitaron.
no tiene nada que ver con la habilidad,
sino que tiene mucho que ver con la debilidad.
En el arte los sordos componen sinfonías,
los ciegos escriben poemas, los mudos cantan
y los muertos siguen escribiendo libros desde la tumba.
Para bien o para mal,
el arte tiene aún mucho más que ver
con el ser que con el hacer,
es quizás lo que lo transforma
dentro del esquema productivo del capitalismo
en una molestia de lo que es de buen tono sospechar.
Refugio de todos los platónicos que quedan,
marqueses, mendigos, flojos empedernidos,
monjes, funcionarios, el arte es dentro
del mundo de los actos y sus consecuencias
la sobrevivencia de una tribu
en que nacer basta, y sobre todo sobra.
El arte no es
ni una capacidad ni una incapacidad,
sino una condición que necesita
más que de dinero y de fomentos,
de alguien al que no le importa saber
en qué consiste tu talento;
que le basta con verte,
para saber que lo tienes...
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