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Me tinca que 2 + 2 = 4

Opinión

Diario El Mercurio, Lunes 23 de Enero de 2012
http://blogs.elmercurio.com/cienciaytecnologia/2012/01/23/me-tinca-que-2-2-4.asp

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Nos juntamos a comer 36 compañeros de colegio; egresamos en 1960 (del Saint George's College)
Aparecieron dos cuyos hijos son investigadores: uno estudia un doctorado en matemáticas en el Boston College; la otra, doctora en biología molecular, trabaja con el doctor Pablo Valenzuela, el gran biólogo.
(Pablo Valenzuela es el papá de la cantautora Francisca Valenzuela, que creo que es más famosa que él).
El papá de la bióloga molecular es agrónomo, algo posible.
Pero lo que no me calza es que el hijo de mi amigo Hernán sea matemático. Me acuerdo de él en la Academia Literaria, o declamando como Marco Antonio ante el asesinato de Julio César. ¡Y tiene un hijo matemático!
Me pregunta si lo que publica su hijo puede servir para algo. "Yo le digo que mejor se dedique a algo como desalinizar el mar".
Le saqué a relucir una conversación con el suizo Dr. Ralf Hiptmair, que la semana antepasada habló de alta matemática en un curso en la UC, en la UCV y en la U. de Concepción.
Entendí que el matemático estudia las ideas aplicándoles números. La matemática tiene vida propia, casi como las nubes del cielo. El estudioso le aplica números a una idea -podría ser a las nubes del cielo- y luego prescinde de la idea (o de las nubes del cielo) y se concentra en la lógica matemática. Así comprende bien la idea -o las nubes del cielo- y puede predecir lo que podría ocurrir, o qué aplicaciones son posibles.
El Dr. Hiptmair me dice que si entiendo la matemática de algo, puedo imaginar nuevas ideas, aplicaciones.
Hernán es una persona de intuiciones, claro. Como el campesino que puede, por experiencia y olfato, predecir un diluvio.
Por suerte, la intuición y la ciencia se apoyan.
Además, me dice Luis Dissett, profesor de Cálculo II en Ingeniería UC, la intuición ayuda a elegir el camino para despejar una incógnita.
Así es que Hernán y su hijo matemático no tienen por qué oponerse.
Los números apoyan el saber; los científicos estudian a veces cosas que la intuición sabía. Por ejemplo, el 12 de enero en la Sociedad Sicológica Británica, capítulo laboral, se presentaron trabajos demostrando que: a) Los empleados que se aburren en el trabajo recurren a los chocolates y el café en la oficina; y al alcohol en casa. Se des-aburren si se les exige más. b) Los empleados que se esfuerzan en sonreírle al público terminan sicológicamente exhaustos. c) Los celulares inteligentes causan estrés porque ofrecen demasiadas posibilidades. d) Los hombres son más del doble de arriesgados que las mujeres.
Estoy seguro de que para Hernán ninguno de esos descubrimientos son novedad. Pero están ahora matemáticamente confirmados.
Claro que hay otros descubrimientos al revés: el MIT publicó el jueves pasado un estudio probabilístico sobre el vuelo del halcón que a alta velocidad elude las ramas de un bosque. El halcón no suma ni resta, usa su intuición para no chocar. Pero los cálculos del MIT observándolo servirán para mejorar el vuelo entre obstáculos de los aviones sin piloto.
La intuición y la matemática se apoyan.

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