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¿No hay mayores diferencias en la Nueva Mayoría?


Cuando la estrategia electoralista y el carácter meramente instrumental de una coalición hace rodar por el suelo las convicciones más caras de un partido, no es raro que se diluya la fuerza moral y se pierda el horizonte de los ideales, postergando el bien del país, por cuotas de poder, y la parte del botín del gobierno de turno en el que se participa, como en los gananciales de un matrimonio por conveniencia, con los que no se tiene mucho en común, más que lo conquistado en las urnas de un electorado volátil y en fuga, que en el fondo los desprecia.





por Álvaro Góngora, Diario El Mercurio
Jueves 04 de diciembre de 2014

Una estrategia electoralista, sin "fuerza moral", puede hacer rodar por el suelo las convicciones más caras de un partido, hasta convertirse en meramente instrumental. ¿Dónde se perdió tanto la DC, optando por la izquierda


La historia política de Chile, desde décadas muy lejanas del siglo XX hasta nuestros días, permite conocer la trayectoria del pensamiento que nutre a partidos políticos aún existentes. Y sorprende en este sentido la consecuencia que se observa en el Partido Comunista. Nunca ha olvidado sus orígenes ideológicos. Sigue reconociendo su identidad en los postulados de Marx y Lenin -"mantienen plena vigencia"- y recuerdan machaconamente los discursos de sus prohombres, no obstante haber fracasado la experiencia mundial de los "socialismos reales" y la "vía chilena".

Asombra la diferencia que en este sentido existe en la Democracia Cristiana. Colectividad menos longeva, pero de una larga travesía y más exitosa. Sin embargo, siguiéndola, se concluye que han atenuado sus convicciones y perdieron el vigor de sus grandes líderes.

El máximo de ellos, Eduardo Frei Montalva, fue de consecuencia innegable. "Queremos ser juzgados por lo que somos", ni capitalistas ni comunistas. ¿Sus razones fundantes?: el social cristianismo. Una fuerza doctrinal de "contenido moral" -lo electoral es "secundario", decía-, que representaba "la verdadera libertad y régimen democrático, la voluntad de defender y elevar la condición de los obreros y clase media, una garantía para los que trabajan con espíritu de empresa y dirigen la economía con sentido humanista". En los libros que publicó, en escritos de prensa, artículos de la revista Política y Espíritu, discursos políticos, siempre citó encíclicas sociales y pensadores cristianos de alto rango. Estos principios y contenido valórico fueron la fuerza de la DC en una clase media mayoritariamente cristiana. Así obtuvo sus momentos de gloria.

En ellos, Frei reprobó igualmente el individualismo liberal, propio del capitalismo extremo -crítica preferida, señalada con energía por dirigentes actuales-, como el estatismo comunista -impugnación que hoy se calla-. Conste que cuando existió el diálogo "cristiano-marxista", a fines de los años 60, no trepidó en señalar: "cuando los cristianos han sido infieles a su propia misión, surgen los grandes pedazos de Verdad (con mayúscula), despedazados, que cumplen la función dialéctica de proclamar lo que callamos". Hoy, en documentos oficiales, se manifiesta peregrinamente -una línea- que la colectividad se inspira en el concepto cristiano de la vida y en valores humanistas cristianos. Declaración común, esta última, de partidos e instituciones de diferente naturaleza. Nada que devele la identidad fundante.

¿La DC perdió seguridad en su línea de pensamiento, en esa cosmovisión que se ubicaba casi en las antípodas del comunismo o de la izquierda estatista? Años atrás, Patricio Aylwin, máximo discípulo político de Frei Montalva, advirtió: "Quienquiera que tome en serio su condición de cristiano y su radical exigencia de amor al prójimo, no puede sino comprometerse en la tarea... de que los valores del cristianismo se encarnen en la vida de la gente". Misma propuesta de Frei (1947), cuando instó a insertar el social cristianismo "en el alma de Chile". Los dirigentes de hoy no se declaran socialcristianos, como lo habrá constatado el lector. A lo más hablan de plantear "matices" respecto de propuestas programáticas de izquierda, agnósticas y claramente contrarias a sus supuestos valores.

Fatal para ellos. Una estrategia electoralista, sin "fuerza moral", puede hacer rodar por el suelo las convicciones más caras de un partido, hasta convertirse en meramente instrumental. ¿Dónde se perdió tanto la DC, optando por la izquierda? ¿Cuándo y quienes relativizaron su doctrina?

El ministro Elizalde llama "a no generar esta falsa sensación de que tenemos mayor diferencia de las que realmente existen". ¿Es verdad, para la DC, que no existe mayor diferencia al interior de la Nueva Mayoría?

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