Del rock a la iglesia: el músico que rescató el carillón del Templo Votivo de Maipú
Después de seis meses de silencio, las campanas del emblemático santuario volvieron a resonar, gracias al trabajo de José Ignacio Valdés, fundador de Aterrizaje Forzoso.
Sebastián Sottorff
Diario El Mercurio, lunes 22 de diciembre de 2014
Lejos del auge que tuvo el rock latino. Lejos de los conciertos y la promisoria escena musical que se generó hace más de treinta años. Lejos de Valdivia, la ciudad donde estudió y fundó una de las bandas más populares de los ochenta.
Lejos de todo eso, pero muy cerca de Dios. O al menos, en uno de los puntos de devoción más importantes del país.
Allí se encuentra por estos días a José Ignacio Valdés, músico, ingeniero en sonido de la U. Austral de Valdivia, uno de los fundadores de la banda Aterrizaje Forzoso, autor de varios discos de música new age y hoy, operador del carillón que corona la imponente cumbre del Templo Votivo de Maipú.
El campanario, inaugurado en 1997, permanecía desde junio de este año en completo silencio ya que por un desperfecto eléctrico, probablemente generado por una descarga estática o incluso un rayo, se produjo una falla que solo ahora se solucionó.
"Tuvimos que revisar toda la instalación para dar con el único cable cortado. A 90 metros de altura, con todos los desafíos técnicos que significa esa situación. Pero lo logramos el domingo pasado y hoy, podemos volver a disfrutar de algo mágico", dice el músico en la sala de control del carillón, cuya campana más grande pesa cerca de 1.500 kilos.
Desde ese pequeño centro de control ubicado en el segundo piso del templo, Valdés maneja las melodías que se escuchan hasta dos kilómetros a la redonda entre las 8:00 de la mañana y las 20:00 horas. El listado de canciones que se pueden oír del carillón es variado y depende de la época. Por ejemplo, por estos días, se apreciarán clásicos navideños y villancicos.
Estos temas están bastante lejos de los éxitos que Valdés tocaba con su banda, pero su llegada hasta este templo no fue casual. Su arribo al santuario se concretó hace 17 años, cuando se inauguró el carillón.
"Estuve cinco años en la banda y decidí dedicarme a la música creada en computadores. Me fui a Estados Unidos, tomé unos cursos y cuando llegué en 1997, doña Marta Ossa, la madre de Monseñor Francisco Javier Errázuriz, me pidió que me dedicara a este proyecto, que era una de las últimas cosas que le faltaban al templo para estar completo", explica Valdés, quien por estos días está documentando cómo funciona el carillón, pues hasta ahora, no hay personas interesadas en asumir el funcionamiento del campanario.
"Y yo algún día me voy a morir", agrega el músico, señalando que también prepara dos grandes proyectos: uno es un concurso para que estudiantes de todo el país puedan componer una melodía que luego sea anexada al repertorio del carillón y el otro es una aplicación web para que cualquier persona pueda ver y escuchar a través de una webcam , las melodías emanadas desde la cumbre de este templo, que cumplió 40 años desde su apertura a la comunidad.
"Además de lo lindo que es apreciar las melodías, el carillón es la transmisión del evangelio y eso potencia las experiencias religiosas no solo de los visitantes, si no que también de los vecinos. Por eso estamos felices de que el carillón haya vuelto a funcionar", dice el padre Carlos Cox, rector del Santuario Nacional de Maipú.
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