Diario El Mercurio, Sábado 13 de diciembre de 2014
-la de la Grecia antigua,
Hace algunas semanas
luego adoptada por la Roma imperial
y más tarde inspiración del Neoclasicismo
que rigió en los siglos dieciocho y
diecinueve- se denomina «entablatura»
al conjunto de elementos horizontales,
molduras y ornamentos que se posan
sobre las columnas del edificio.
El origen estético de la entablatura es interesante,
pues representa los elementos estructurales
de madera con que se construyeron
los primeros templos de la antigüedad,
lenguaje arquitectónico que con el tiempo
se fue "petrificando" en busca de
la monumentalidad y trascendencia
que sólo el mármol podría asegurar.
De esta manera, sobre las columnas
se posa el arquitrabe o gran dintel;
sobre este el friso, compuesto
alternadamente de triglifos
(representando el envigado) y metopas;
y sobre el friso la cornisa
que remata la entablatura
y recibe la techumbre.
Este orden es parte
de un estricto sistema
de reglas de composición
que se remonta a tres mil años
en nuestra historia,
fundamento vivo de toda
la tradición arquitectónica de Occidente.
Tanto es así, que hasta
hace apenas cincuenta años
la enseñanza de la Arquitectura
se iniciaba con el perfecto manejo
de los órdenes clásicos,
tal como aún se le exige
al estudiante de leyes el derecho romano,
al de Medicina la anatomía
o al de Música la armonía.
Hace algunas semanas
concluyeron los trabajos de restauración
de la Iglesia de la Divina Providencia,
gravemente dañada tras el terremoto de 2010.
La mayor pérdida fue la cúpula del campanario,
cuyos escombros quedaron esparcidos en el suelo;
también sufrieron los gruesos muros de la nave.
Vimos cómo se levantaba,
aunque con largas pausas,
una estructura de acero que reemplazó
la antigua torre de mampostería.
Terminada ya la nueva cúpula
con sus ornamentos,
hecha de reluciente hojalata,
nos parece que la restauración
delata en todos sus detalles
una excesiva economía y levedad material
que no se condice ni con el recuerdo
ni con lo que el estilo del edificio demanda.
Pero si dudamos
del resultado del campanario,
el pabellón anexo nos deja pasmados.
Aquí la restauración de la fachada
ha terminado en una tragicómica confusión
de los elementos y ritmos de la entablatura,
confusión que solo puede ser producto
de la improvisación o falta de supervisión.
Esta fachada mal restaurada
Esta fachada mal restaurada
en plena avenida Providencia
representa una triple paradoja:
que por siglos las iglesias
han sido las principales guardianas
de las Bellas Artes; que, como hemos visto,
se ignoran principios elementales
de la arquitectura clásica, y por último,
que mientras más recursos tenemos como país,
más indiferentes parecemos ser
con la belleza, la historia y la disciplina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS