Diario El Mercurio, Domingo 20 de abril de 2014
Si lo son, ¿por qué sufren? Puesto que el dolor es siempre un mal (o ausencia de bien), dado que el sufrimiento es siempre un misterio, al menos puede llegar a comprenderse "retributivamente" en el caso de los adultos "culpables": como bien sabían los griegos, el que la hace la paga. Pero, ¿y los niños? ¿Qué mal han hecho? ¿Qué tienen que pagar?
Luigi Pareyson postuló una explicación en sus estudios, precisamente, sobre Dostoievsky: en dos palabras, lo único que hace comprensible el sufrimiento de los niños es que Jesús, la inocencia misma -la inocencia encarnada-, sufrió. No estoy en condiciones de afirmar que sea un argumento, pero opera -o puede operar- como explicación razonable.
La frontera con la idea de un Dios cruel es muy delgada, cierto... pero es frontera al fin. Que haya fenómenos difíciles de comprender no es, prima facie , problema de los fenómenos, sino de quienes intentamos comprenderlos.
En fin, el hecho es que hay niños que sufren y mucho. Y que con su sufrimiento hacen sufrir a los demás, partiendo por sus padres. ¿Es absurdo? ¿Es acaso muestra de lo definitivamente absurdo de la condición humana? ¡No! Haber contemplado sinceramente a Jesús en la cruz estos días puede habernos explicado algo de estas cosas.
B.B. COOPER
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