"Pero la verdadera historia de amor no es esta, sino la del director Sergio Castilla con Chile y con Santiago, una relación que no ignora las contradicciones sociales ni las carencias culturales..
Esta es una historia de amor disfrazada con el aire ligero de una comedia. Sus protagonistas son Perla, una perra que en las primeras imágenes es abandonada por su dueño en la cumbre del cerro San Cristóbal, y Samuel (Sergio Castilla), un cineasta que lidia al mismo tiempo con sus conflictos familiares, sus dificultades laborales y una crisis creativa que está a punto de paralizarlo.
Mientras Perla yerra por la ciudad buscando a alguien que la adopte, desde las poblaciones pobres hasta el opulento barrio El Golf, Samuel trata de encontrar por las mismas zonas una historia para filmar, a la vez que intenta reencontrarse con una hija a la que dejó muchos años antes y comunicarse con una madre (Delfina Guzmán) que pasa su ocaso en un hogar de ancianos.
La película unifica las búsquedas de ambos personajes a través de un universo paralelo construido con ruidos exagerados: el lápiz del psicoanalista sobre el papel, el rodaje del tránsito, el piar de las aves, el trote de la perra y, entre todo ello, las reflexiones en offde Perla y Samuel durante sus sucesivas frustraciones. Esta inusitada y cómica banda sonora se completa con la irrupción, casi puramente emocional, sin anclaje narrativo, de canciones de Violeta Parra y Los Prisioneros.
Poco antes de los 25 minutos del metraje, Perla y Samuel se encuentran. El cineasta halla en ella el material narrativo que ha estado buscando, y la perra, al protector que ha necesitado. Esto da inicio a la historia de amor entre el hombre y su mascota y, de paso, a la resolución del principal conflicto de Samuel, el reencuentro con su hija, Gabriela (Alison Mandel). En un golpe de inspiración, el relato vincula el fin de ese proceso con la muerte de la madre, que cierra las dos mayores cuentas pendientes en la vida del solitario cineasta.
Pero la verdadera historia de amor no es esta, sino la del director Sergio Castilla con Chile y con Santiago, una relación que no ignora las contradicciones sociales ni las carencias culturales, sino que pone por delante el afecto apasionado por una comunidad llena de absurdos. No hay rastro de chovinismo en este despliegue: así como Gringuitoera el relato del encuentro entre un niño y un país desconocido, Perladescribe el abrazo entre un hombre adulto y una sociedad que identifica como propia. Quizá la diferencia entre el niño y el hombre contenga, a la postre, alguna significación inesperada.
No es una casualidad que en el escritorio del director esté siempre a la vista un libro de François Truffaut ("Las películas de mi vida"), cineasta de la orfandad, la reconciliación y el afecto allí donde los haya. Cuando el cine chileno se esmera en el pesimismo y la flagelación, Castilla vuelve a ponerse en la contracorriente con una película que lo desafía todo, en especial la grandilocuencia del propio cine, para proponer desde abajo, desde la calle y el roce cotidiano, una mirada voluntariosamente luminosa.
Perla
Dirección: Sergio Castilla.
Con: Sergio Castilla, Alison Mandel,
Delfina Guzmán, Carmen Barros,
León Cohen, Macarena Berthelon.
80 minutos.
Mientras Perla yerra por la ciudad buscando a alguien que la adopte, desde las poblaciones pobres hasta el opulento barrio El Golf, Samuel trata de encontrar por las mismas zonas una historia para filmar, a la vez que intenta reencontrarse con una hija a la que dejó muchos años antes y comunicarse con una madre (Delfina Guzmán) que pasa su ocaso en un hogar de ancianos.
La película unifica las búsquedas de ambos personajes a través de un universo paralelo construido con ruidos exagerados: el lápiz del psicoanalista sobre el papel, el rodaje del tránsito, el piar de las aves, el trote de la perra y, entre todo ello, las reflexiones en offde Perla y Samuel durante sus sucesivas frustraciones. Esta inusitada y cómica banda sonora se completa con la irrupción, casi puramente emocional, sin anclaje narrativo, de canciones de Violeta Parra y Los Prisioneros.
Poco antes de los 25 minutos del metraje, Perla y Samuel se encuentran. El cineasta halla en ella el material narrativo que ha estado buscando, y la perra, al protector que ha necesitado. Esto da inicio a la historia de amor entre el hombre y su mascota y, de paso, a la resolución del principal conflicto de Samuel, el reencuentro con su hija, Gabriela (Alison Mandel). En un golpe de inspiración, el relato vincula el fin de ese proceso con la muerte de la madre, que cierra las dos mayores cuentas pendientes en la vida del solitario cineasta.
Pero la verdadera historia de amor no es esta, sino la del director Sergio Castilla con Chile y con Santiago, una relación que no ignora las contradicciones sociales ni las carencias culturales, sino que pone por delante el afecto apasionado por una comunidad llena de absurdos. No hay rastro de chovinismo en este despliegue: así como Gringuitoera el relato del encuentro entre un niño y un país desconocido, Perladescribe el abrazo entre un hombre adulto y una sociedad que identifica como propia. Quizá la diferencia entre el niño y el hombre contenga, a la postre, alguna significación inesperada.
No es una casualidad que en el escritorio del director esté siempre a la vista un libro de François Truffaut ("Las películas de mi vida"), cineasta de la orfandad, la reconciliación y el afecto allí donde los haya. Cuando el cine chileno se esmera en el pesimismo y la flagelación, Castilla vuelve a ponerse en la contracorriente con una película que lo desafía todo, en especial la grandilocuencia del propio cine, para proponer desde abajo, desde la calle y el roce cotidiano, una mirada voluntariosamente luminosa.
Perla
Dirección: Sergio Castilla.
Con: Sergio Castilla, Alison Mandel,
Delfina Guzmán, Carmen Barros,
León Cohen, Macarena Berthelon.
80 minutos.
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