El amante
"Aquella joven -brasileña de nacimiento, aunque española por elección- publicaría la novela "El Amante" bajo el sello que ha formado con su marido: Tusquets. En la portada aparece la fotografía de la niña, esa niña llamada Marguerite Duras que ha envejecido..
La historia la protagoniza una joven editora de veintiocho años. Entusiasmada por la novela que está a punto de publicar, viaja a París para reunirse con su autora, que tiene fama de ser poco amigable. Llega a una pequeña buhardilla donde la escritora guarda -aunque un verbo más adecuado sería "amontona"- decenas de cosas sin orden ni concierto. La recibe distante, fumando, escrutándola con la mirada. Luego de firmar los documentos de rigor, la joven se queda mirando una mesita repleta de sobres abiertos con fotografías antiguas. Además de llevarle esos documentos, debe resolver la portada de la novela. Quizás por ello comienza a escrutar esas imágenes que la transportan a antiguos paisajes asiáticos, húmedos, calurosos. Entre ellas sobresale el retrato de una muchachita, una adolescente de ojos penetrantes y labios pintados. El rostro mira fijamente la cámara, como si quisiera descubrir qué hay en las profundidades de ese obturador. Tras ella, un aura negra parece enmarcar su precoz belleza. La editora toma la fotografía en sus manos y se queda viéndola por unos minutos, luego se la muestra a la mujer mayor que tiene sentada al frente, quien no le ha quitado los ojos de encima mientras prende un cigarrillo tras otro.
-¿A usted le gusta eso? -le pregunta, displicente, la mujer que a sus setenta años no tiene muchas ganas de ser agradable.
-¿Eres tú? -le devuelve la pregunta la joven.
-Era -responde, dirigiendo la mirada hacia la pared, como si buscara a la niña de esos años.
Míreme ahora -la encara, volteando los ojos nuevamente hacia su interlocutora: la vida se ha encargado de destrozarme el rostro. Y ya que nos ha visto a ambas, dígame sinceramente: ¿a cuál de las dos prefiere?
La editora guarda silencio. Rato más tarde, ambas mujeres se despiden.
Pocos meses después de ese encuentro, aquella joven -brasileña de nacimiento, aunque española por elección- publicaría la novela "El Amante" bajo el sello que ha formado con su marido: Tusquets. En la portada aparece la fotografía de la niña, esa niña llamada Marguerite Duras que ha envejecido hasta convertirse en una anciana hosca recluida en un departamento parisino. En la primera página de aquel libro se lee una línea inolvidable: "Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde". Hoy esa editora es un poco mayor que la escritora que fue a ver a París. La vida, sin embargo, no le ha destrozado el rostro. Sus ojos siguen vivos, resplandecientes, como cuando leyó por primera vez ese manuscrito y supo que había encontrado una gran novela.
-¿A usted le gusta eso? -le pregunta, displicente, la mujer que a sus setenta años no tiene muchas ganas de ser agradable.
-¿Eres tú? -le devuelve la pregunta la joven.
-Era -responde, dirigiendo la mirada hacia la pared, como si buscara a la niña de esos años.
Míreme ahora -la encara, volteando los ojos nuevamente hacia su interlocutora: la vida se ha encargado de destrozarme el rostro. Y ya que nos ha visto a ambas, dígame sinceramente: ¿a cuál de las dos prefiere?
La editora guarda silencio. Rato más tarde, ambas mujeres se despiden.
Pocos meses después de ese encuentro, aquella joven -brasileña de nacimiento, aunque española por elección- publicaría la novela "El Amante" bajo el sello que ha formado con su marido: Tusquets. En la portada aparece la fotografía de la niña, esa niña llamada Marguerite Duras que ha envejecido hasta convertirse en una anciana hosca recluida en un departamento parisino. En la primera página de aquel libro se lee una línea inolvidable: "Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde". Hoy esa editora es un poco mayor que la escritora que fue a ver a París. La vida, sin embargo, no le ha destrozado el rostro. Sus ojos siguen vivos, resplandecientes, como cuando leyó por primera vez ese manuscrito y supo que había encontrado una gran novela.
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