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¿Lloverá el 18?


por Liberty Valance 
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 13 de septiembre de 2014

¿Va a llover o no va a llover el 18, aaah?

El meteorólogo suspira para dentro. Chile es un país de molde, copia y calco. Septiembre parte con esa pregunta y hasta unos días antes de la fecha, se mantiene la eterna interrogante.

Los meteorólogos responden lo que sea, porque son vendedores de feria diestros en encantamientos y seducción.

Los clientes, entre esos tenderetes, jamás encuentran lo que buscan, pero nunca dejan de comprar. De eso se trata. De magia y alquimia.

Esto no tiene un pelo de ciencia natural y si existe alguno, es de peluca de payaso.

En junio decían con solemnidad que el superávit en Santiago rondaría el 24 por ciento, porque el pronóstico era invierno lluvioso.

A fines de agosto, y como fue al revés, la declaración fue la inversa: año seco, compañeros.
¿De quién es la culpa?

Hagamos historia.

La reina es Semíramis y está nerviosa por la suerte de los Jardines Colgantes de Babilonia; si sube el Tigris y se rebalsa el Éufrates, pueden arrasar con la magnífica construcción.

Le pide consejo a Marduk-Iddima, que se toma un tiempo y asegura que el invierno será seco en Mesopotamia, Asiria y en toda la región.

De los Jardines Colgantes de Babilonia no quedó ni rastro, tampoco de Semíramis y Marduk-Iddima se salvó de la crecida y se radicó en Pompeya, donde cambió de especialidad: volcanes y erupciones.
Los meteorólogos pueden ser muchas cosas, pero hay una que no son: tontos.

El invento más reciente son los inexplicables fenómenos de El Niño y de La Niña, para tener vía de escape.

¿De quién es la culpa, entonces? De El Niño o de La Niña.

Ellos asumen el rol del hombre imprescindible y coqueto, y los conductores les siguen preguntando.
Lo hizo Jorge Rencoret en Teleonce al despertar, y es septiembre de 1989.

Felipe Camiroaga en Buenos días a todos, de TVN, y ahora es septiembre de 1992.

Que en paz descansen.

Sin otro norte que el mar espeso y cíclico que envuelve y vuelve: ¿va a llover o no va a llover el 18?
Los meteorólogos manejan el arte de la simulación y se deslizan entre la cavilación y la duda. 

Entienden que la pregunta lleva angustia de encierro y la desesperación del país lejano que no le importa a nadie. Y ahora es Paulina Nin en las mañanas del 13, en septiembre de 1999. Y es Jorge Hevia en septiembre de 2002 y TVN. Y es la condena del país enclaustrado que busca en la rutina la salvación.

Dígame si va a llover, por piedad.

Los meteorólogos hasta se erotizan con la pregunta y se revuelven, miran al cielo, buscan entre las nubes y sonríen dispersos, y por una vez en la vida se sienten completamente felices y sinceramente cotizados.

¿Lloverá el 18?

¿Subirá el caudal del Tigris?

¿Estará con sol el 18?

¿Se reventará el Éufrates?

El perfil de Marduk-Iddima, por si a alguien le interesa, quedó petrificado por la lava y está incrustado sobre un plato de cerámica que es pieza de museo. Así es como Pompeya recuerda la gloria del Vesubio y su erupción.

Le preguntan al que no sabe y el que no sabe siempre responde.

Y así se escribe la historia del hombre: con ceguera, rutina y repetición

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