Información o manipulación
por José Joaquín Brunner
Diario El Mercurio
Domingo 7 de septiembre de 2014
Un fenómeno poco comentado
es el frecuente uso
de la estadística educativa internacional
para establecer comparaciones espurias,
inventar rankings inútiles
y ofrecer interpretaciones sesgadas.
Estos malos usos suelen llevar
a diagnósticos equivocados,
políticas fracasadas,
debates alienados
o a una opinión pública confundida.
Ahora mismo conviene poner atención
pues hace unos pocos días la OCDE
Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico, dio a conocer
el "Panorama de la Educación 2014",
un valioso informe anual
de estadística educacional comparada.
Hay que evitar su uso abusivo
y, al contrario, aprovecharlo
para afinar el análisis
de nuestro sistema educacional
y las propuestas de reforma.
¿Qué nos dice este informe
sobre la educación chilena?
Partamos por el rendimiento del sistema:
dentro del grupo de 25 a 34 años de edad,
un 77% posee educación secundaria completa,
en comparación con solo un 38%
en la generación de los padres.
En el promedio de los países de la OCDE,
la cifra se empina hasta un 82%
de los jóvenes adultos.
En este aspecto crucial, entonces,
Chile progresa: no solo se halla
la generación actual a la cabeza
de América Latina, sino que se acerca
(cuantitativamente) al estándar OCDE.
Es equivocado, por lo mismo,
insistir en que nuestro sistema
estaría estancado o en crisis.
Enseguida, ¿cuáles son
las oportunidades de aprendizaje,
estudio y formación que ofrece
el sistema a lo largo
de la vida de las personas?
Tempranamente, a los 3 y 4 años de edad,
un 62% de nuestros niños participa
en un proceso de educación formal,
comparado con un 76% en el promedio
de los países de la OCDE.
A los tres años, sin embargo,
la participación es todavía limitada
y favorece a los hijos de familias
con mayores ventajas.
Además, sabemos por investigaciones locales
que la calidad de la atención es pobre
y el tiempo dedicado al desarrollo
del lenguaje de los niños, escaso.
En consecuencia, aquí debiéramos
poner un foco prioritario de la reforma.
En el grupo de edad de 5 a 14 años
un 94% asiste a la escuela,
frente a un 98% en los países de la OCDE.
Sin embargo, el número de alumnos
por profesor es excesivo
y los aprendizajes
se hallan mal distribuidos.
Por último, en el nivel
de la educación media
o secundaria (15 a 19 años),
un 76% estudia,
comparado con un 83% en la OCDE.
Subsiste pues una brecha,
aunque de solo
siete puntos porcentuales.
Asimismo, llama la atención del informe
que entre los jóvenes chilenos de 15 a 29 años,
el grupo de quienes no estudian ni trabajan
supera un 20%, uno de los mayores de la OCDE
junto a Irlanda, México, Italia, España y Turquía.
Esto indica problemas en el tránsito
de la escuela hacia el mundo del trabajo
y hacia la educación superior.
Es urgente, por tanto,
poner en la agenda del gobierno
los asuntos relativos
al currículo de la enseñanza media,
la formación media técnico-profesional,
los procesos de admisión
a la educación superior
y la pertinencia de esta
para la empleabilidad.
¿Es cierto, entre tanto,
como predican los manipuladores,
que los estudiantes chilenos
tienen los peores desempeños
y son los más afectados
por las desigualdades del hogar?
En rigor, falso lo uno y lo otro.
De hecho, en la prueba PISA-2012,
los estudiantes chilenos tienen
el mejor desempeño en lenguaje y matemática
dentro de su grupo cultural de comparación, que
es el de los países latinoamericanos participantes.
En cuanto al impacto
de las desigualdades
socioeconómicas y culturales del hogar,
efectivamente Chile se ubica
entre los países donde
la cuna pesa más fuertemente
sobre los resultados del aprendizaje.
Pero no se encuentra solo en este indicador,
si no junto a Perú, Uruguay, Bulgaria,
Hungría República Eslovaca y Francia.
Otros países latinoamericanos
-México en primer lugar, pero también
Colombia, Argentina, Brasil y Costa Rica-
muestran comparativamente
un peso menor de la cuna.
Con todo, cabe notar
que en estos países,
el universo de jóvenes
que rinde el examen
es menos representativo,
por efecto de una menor cobertura
y una mayor tasa de deserción.
En breve, el informe de la OCDE
ofrece un interesante panorama
de nuestra educación;
sus debilidades y desafíos.
Sirve para fundamentar diagnósticos
y diseñar políticas.
Al iniciarse una nueva etapa
de reformas educacionales
podría convertirse
en un poderoso instrumento,
a condición de que no se utilice
para crear espejismos o fantasmas
y manipular así a la opinión pública.
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