«Yo estoy en medio de ellos...»
por Monseñor Andrés Arteaga Manieu
E-mail: aarteagam@gmail.com
Obispo Auxiliar de Santiago
Comentario del Evangelio de Hoy
Mateo 18, 15-20 / Domingo XXIII
Por la encarnación, pasión,
muerte y resurrección de Jesucristo,
Él se ha comprometido a fondo
con el destino del hombre y del mundo.
Ha venido a realizar,
hasta llevar a plenitud,
el plan de salvación de Dios.
Al subir al cielo,
Jesús no deja solos a sus discípulos
sino, al contrario, les promete
que estará con ellos
hasta el fin del mundo.
Lo hace por medio del envío
del Espíritu Santo y de formas variadas.
Una de ellas es
en la comunidad cristiana
reunida en oración:
«Porque donde hay
dos o tres
reunidos en mi Nombre,
yo estoy presente
en medio de ellos».
También cuando se reúnen
en torno a la Palabra de Dios,
pues abre el entendimiento
para comprenderla y recordar
todo lo que se ha dicho.
Particularmente
en la celebración de la Eucaristía,
realizada en «memoria» suya.
Para eso, antes de partir,
el Maestro regala a los suyos
la misión, la paz
y el perdón de los pecados,
inaugurando así
una forma nueva de vida.
La oración tiene una fuerza insospechada.
El texto evangélico de este domingo
habla de la «corrección fraterna».
Una pedagogía eclesial
que describe un proceso
para enfrentar el pecado
entre los discípulos,
siempre motivada
por el amor mutuo.
Pues la Iglesia vive una paradoja.
Es una comunidad que reúne
a quienes han sido rescatados
y renovados por Jesucristo,
por lo tanto en donde no puede
haber espacio para el pecado.
Pero en la práctica
sí hay pecado en sus miembros.
Jesús propone
una pedagogía
de la misericordia,
respaldada por su actitud
coherente y concreta
frente al pecado
y los pecadores.
Este proceso
es el origen de la penitencia
y reconciliación de la Iglesia.
De tal manera que,
en continuidad
con la práctica de Jesús,
la Iglesia invita y acompaña
el proceso de la conversión
que es interior (cambio de mentalidad),
y exterior (cambio de conducta),
que se expresa en palabras (confesión)
y hechos (reparación, satisfacción)
[+ obras de misericordia].
Ese es el centro de la vida eclesial
hacia el cual hay que atraer
a quienes están o se sienten
en sus márgenes e incluso
más allá de ellos.
No podemos olvidar
que Jesús murió perdonando
y pidiendo el perdón
por los que lo entregaron.
Y que la Iglesia
es llevada a la perfección
«por la caridad»,
como lo rezamos en la liturgia.
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