DANIEL MANSUY, DIARIO LA TERCERA, MIÉRCOLES 2 DE ABRIL DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/04/02/DANIEL-MANSUY/LO-PUBLICO-Y-LO-PRIVADO/
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Lo público y lo privado
Uno de los diagnósticos
relativamente compartidos
es que Chile vive
una severa crisis de lo público.
Dicho de otro modo,
tenemos dificultades
para percibir nuestros problemas
desde una perspectiva común,
pues el ámbito del interés privado
-legítimo en sí- se vuelve
por momentos hegemónico.
Se trata de un problema real,
que tiene múltiples implicancias,
y que guarda directa relación
con la baja credibilidad de la política.
Sin embargo, es indispensable
evitar dos reduccionismos.
El primero consiste
en negar la existencia
del ámbito público
(es la ilusión individualista).
El segundo consiste
en identificar lo público
con lo estatal
(es la ilusión estatista).
Ambas respuestas son insuficientes,
porque olvidan que lo público
tiene una naturaleza específica
que no se confunde
ni con lo privado ni con lo estatal.
Es cierto que
la esfera pública nace en Grecia
en oposición a lo privado,
pero lo hace siglos antes
de la fundación del Estado.
Es evidente que en el mundo moderno,
la preservación de esa esfera necesita del Estado
-nadie quiere ni puede prescindir de él-,
pero no son lo mismo.
Hannah Arendt
caracterizaba lo público
como la presencia simultánea
de innumerables perspectivas
que constituyen el mundo común.
¿Qué significa eso?
Que lo público surge
cuando somos capaces
de superar nuestra individualidad
asumiendo una perspectiva política.
Lo público es la elevación
desde nuestra particularidad
hacia lo común
y es condición indispensable
del despliegue
de lo propiamente humano
(ese es el descubrimiento griego).
Pero esta dimensión no surge de la nada,
pues requiere una pluralidad de lugares
desde donde los ciudadanos
hablen y se miren mutuamente.
Si la perspectiva fuera única
en lugar de ser diversa,
entonces no habría esfera pública,
sino un Estado tutelar uniforme y uniformizador.
Los adoradores del Estado
olvidan que lo público
tiene más que ver
con un caleidoscopio
que con la burocracia,
más con lo múltiple
que con lo uno.
No se trata de negar
la importancia de la esfera estatal
en la configuración de lo público.
Es evidente, por ejemplo,
que necesitamos universidades estatales
de la mejor calidad posible,
pero ese esfuerzo no puede ser hecho
en detrimento de las instituciones no estatales,
porque ellas contribuyen desde su singularidad
al dominio compartido.
Al fin y al cabo,
identificar lo público con lo estatal
conlleva un notable empobrecimiento
de la esfera común, porque supone
que sólo hay un lugar legítimo
desde el que se puede construir lo político,
sin advertir que lo público sólo puede surgir
a partir de la pluralidad de lo humano.
Si no comprendemos
la naturaleza de lo público,
no podremos resolver su crisis.
La política, dice Aristóteles,
tiene un papel arquitectónico:
debe determinar el lugar
de cada parte al interior del todo,
pero debe procurar que esas partes
tengan una identidad definida,
porque son indispensables
a la constitución del todo.
Dicho en simple:
sin sociedad civil robusta,
no hay espacio público.
Por ello, si en educación
queremos preservar espacios comunes,
debemos compatibilizar la provisión mixta
junto con mejorar la calidad de lo estatal.
Cualquier otra solución,
más allá de las consignas,
sólo empobrecerá más nuestra polis.
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