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Entrevista al historiador Felipe Fernández-Armesto: 1492 el inicio de un mundo global

RECIENTE VISITA A CHILE 

Provocador, erudito y escéptico. El reconocido historiador británico-español, autor de biografías de Colón y Américo Vespucio y de obras como "Historia de la comida", "Milenio" y "1492" se resiste a los encasillamientos y busca perspectivas amplias en la historia de la humanidad. "Sí, procuro ser un historiador global", asegura a "Artes y Letras", al abordar temas como los viajes de Colón, la preponderancia oriental a través de los siglos y la evolución de nuestra alimentación.  

ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ

por Elena Irarrázaval Sánchez
Diario El Mercurio, Artes y Letras, domingo 6 de octubre de 2013

Wikipedia lo ubica, entre otras categorías, en la " English anarquists ". Plop. Con su riguroso traje azul a rayas y una amabilidad muy british no parece portavoz de la anarquía y la revolución. Pero Fernández-Armesto (1950) tiene un alma rebelde, que se subleva contra la ultraespecialización de la historia y algunos otros asuntos (desde Tony Blair hasta el uso del microondas). Desde sus años como alumno y profesor de la Universidad de Oxford, este hijo de un corresponsal español y una periodista y editora inglesa, ha buscado rumbos diferentes, marcado por un espíritu algo escéptico -"les recomiendo el pesimismo, es la única manera de evitar los desengaños"- y por desarrollar enfoques menos eurocéntricos, enriquecidos por distintas vertientes.
Se podría decir que Fernández-Armesto pertenece a esa vertiente anglosajona de historiadores renombrados con pluma amena y erudita que transitan con facilidad desde la vereda académica hasta obras que han tenido una importante acogida del público, como su "Historia de la comida", "Civilizaciones"; "Conquistadores del horizonte. Una historia mundial de la exploración" y "Millenium", que fue adaptada por la CNN para la serie televisiva del mismo nombre que documentó -en 10 capítulos y con locaciones en 28 países- la historia de la humanidad desde el siglo XI. Columnista de medios como The Times, The Guardian y El Mundo, las obras del historiador se han traducido a una veintena de idiomas.
Historia marítima, medioambiental y cultural son algunas de las áreas que ha profundizado este académico que ha enseñado, entre otras, en las universidades de Yale, Columbia y Tufts (Boston) y actualmente ocupa la cátedra William P. Reynolds en la U. de Notre Dame en Estados Unidos.
- ¿Cuál es su visión sobre la perspectiva histórica que algunos denominan "historia global"? ¿Se siente parte de esa mirada?
"Sí que procuro ser un historiador global, en la medida en que me interesan temas, experiencias, episodios que afectan al mundo entero, lo que me permito abordar asuntos de un gran alcance: ¿Por qué existe el cambio? ¿Por qué se acelera? ¿Por qué tenemos cultura e historia, religiones, idiomas, estados, distintas formas de parentesco y sistemas de vida? ¿Hay rasgos universales de cultura? Creo que para comprender cualquier fenómeno concreto vale la pena colocarlo en el contexto más amplio posible. La historia de Chile, por ejemplo, se ve más clara en los contextos hispanoamericano, latinoamericano, panamericano, pacífico, y, por fin, mundial".
1492 y un mundo que se reconfigura
Fernández-Armesto aceptó la invitación del Instituto de Historia de la Universidad de los Andes para dictar el curso "América Colonial desde la perspectiva de la Historia Global" a los alumnos del Doctorado y Magíster en Historia, iniciativa que lo trajo a Chile. América y el Imperio Español han sido uno de los temas de este investigador que -aunque se educó en Inglaterra y aprendió castellano recién a los 18 años- se siente ligado a sus raíces peninsulares. "La identidad es como un pastel de mil hojas. Donde lo cortes todos sus niveles aparecen simultáneamente. No encuentro inconveniente en ser gallego, español, europeo, inglés y británico a la vez, sin perder nada de la simpatía que siento por Estados Unidos. En cuanto a ser historiador, las obligaciones son iguales en el mundo entero".
En esta temática, a sus aplaudidas biografías de Colón y Américo Vespucio se sumó una de sus obras más recientes: "1492, el nacimiento de la modernidad" , una visión comparada de los distintos procesos que se catapultaron ese año en el mundo, desde la muerte de Lorenzo el Magnífico en Florencia hasta el auge de Rusia en Europa Oriental, pasando por la caída del último reino islámico en España y el enclaustramiento de los emperadores chinos. "Fue un año muy revolucionario, en el que se establecieron contactos culturales hasta entonces desconocidos, se rompieron fronteras, hubo una reconfiguración decisiva de las relaciones entre el cristianismo y el islam, se abandonaron los espacios tradicionales y se alteraron los equilibrios globales debido al acceso de Europa a recursos naturales importantísimos".
Según señala a "El Mercurio", "las grandes revoluciones no suelen surgir repentinamente en un momento concreto. La gran excepción es tal vez la mayor de todas las revoluciones -el llamado intercambio colombino o revolución ecológica- que se inició con el primer viaje de Colón. Hasta entonces, la evolución de los sistemas orgánicos de nuestro planeta habían sido divergentes durante unos 150 millones de años, en el sentido de que los continentes iban separándose cada vez más, dando lugar a que se desarrollaran formas de vida muy distintas. En 1492 el proceso se dio al revés. Las plantas, los microbios, los seres humanos empezaron a cruzar los océanos y lanzar una historia convergente".
"Odio los imperios, pero son creativos"
-Usted ha defendido algunos elementos del Imperio Español.
"No intento defender ni atacar a nada, sino comprender todo y tout comprendre cést tout pardonner . Odio los imperios, pero reconozco que, además de ser destructores son creativos también. El Imperio Español, por ejemplo, crió nuevos idiomas, nuevas religiones, nuevos estilos artísticos y literarios, nuevas economías, nuevos sistemas de vivir tanto políticos como sociales. No apuesto por la leyenda dorada del pasado español. Sí que, por lo menos oficialmente, los españoles no intentaban practicar genocidios al nivel de los imperialistas británicos o alemanes, no por superioridad moral, sino sencillamente porque necesitaban la mano de obra indígena".
- ¿Se repiten mitos al respecto?
"Hay tantos mitos vigentes que ni voy a intentar mencionarlos todos. Algunos que me dan rabia son: que el Imperio Español frustró las ciencias (todo lo contrario, bajo los Borbones la monarquía española invertía más que ningún otro Estado de la época en investigaciones científicas); que la Inquisición fue un tribunal sangriento y represivo -se trataba de un tribunal popular que funcionó, entre muchas injusticias, con cierta benevolencia-; que la herencia española fue negativa para las repúblicas hispanoamericanas. Los problemas decimonónicos surgían, en su mayor parte, de las circunstancias de aquel momento, no de raíces hondas del pasado colonial".
La supremacía de Oriente
- "El mundo está volviendo a su estado normal, la supremacía de Oriente, al cabo de una época corta, pero conspicua de predominio occidental", ha señalado. ¿Qué fenómenos grafican este regreso a la supremacía oriental?
"El poder es una función de la riqueza y China es el país que dispone de más recursos, que está logrando un nivel desproporcionado de control de recursos mundiales y cuya economía sigue creciendo de una forma apabullante. Si no interviene ningún fracaso al nivel político, volverá a ser la gran superpotencia del mundo".
- La historiografía de los siglos XIX y XX tiende a otorgar a Occidente el liderazgo mundial a partir del Renacimiento, pero hay historiadores que aminoran el impacto de la cultura occidental en el resto del mundo.
"Los estados e imperios europeos de los siglos XVI a XVIII eran estructuras débiles, incapaces de contrarrestar la preponderancia china. Poco a poco, el acceso a los recursos del nuevo mundo y la necesidad de forjar nuevas tecnologías industriales les llevó a ellos y luego a los Estados Unidos a una fase de supremacía occidental. Pero este período empezó tarde: el balance de comercio entre China y Occidente, por ejemplo, seguía a favor de los chinos hasta 1860".
- ¿Qué período marca el esplendor de la supremacía oriental?
"La influencia china alcanzó niveles altísimos en los siglos XII Y XIII, bajo las dinastías Song y Yuan, cuando comerciantes y viajeros llevaron ideas y productos chinos hacia Europa y África, más allá de los límites normales del comercio chino. Luego, en los siglos XVII y XVIII, cuando las grandes navegaciones europeas pusieron a China en contacto directo con Europa y América. De todos estos contactos vinieron varios aspectos de la cultura altomedieval europea, el empirismo científico, el realismo artístico, las tecnologías innovadoras como uso del papel para el dinero, la pólvora, la brújula, el alto horno. En el siglo XVIII la Ilustración hubiera sido bien distinta sin la influencia china, que introdujo una estética nueva y unos modelos 'intrigantes' de vida política y pensamiento filosófico".
- ¿Y cuáles serían los legados más relevantes de esta época "corta, pero conspicua" de predominio occidental?
"La globalización del capitalismo y de la democracia, por supuesto, que son efectos más bien del modelo norteamericano que del predominio occidental en general. En cierto sentido, lo que llama la atención es que ingredientes conspicuos de la supremacía occidental -tales como el modelo imperial del Estado, el racismo supuestamente científico, el culto a la ciencia y a la tecnología, el cristianismo como base de la cultura, el sistema social de clases- se han descartado o enfrentan retos importantes".
Historia de Estados Unidos
Historiador prolífico, Fernández-Armesto prepara actualmente dos libros que publicará el 2014. Uno es una historia de los Estados Unidos desde el punto de vista de la vertiente hispana, que se publicará simultáneamente en inglés y español. "El otro es una investigación del asunto tal vez más elemental de la historia. O, aun, de la vida: el problema de por qué la vida humana es tan mutable, a pesar de que se trata de una sola especie genéticamente no muy diversa. ¿Por qué tenemos tantas formas distintas de vivir y pensar y por qué somos tan adictos a cambiarlas?".
En estos días también participa en diversas colaboraciones, una de ellas con Peter Burke, con quien ha trabajado en el pasado. "Ahora estamos participando juntos en un capítulo para la Historia del Renacimiento que prepara la editorial de la Universidad de Oxford. También colaboré recientemente con Daniel Lord Smail -protagonista del movimiento 'Deep History', que intenta incluir todo el pasado humano y homínido en el ámbito de los historiadores-, con quien escribí el capítulo sobre la comida en el libro recién publicado por la U. de California".
La lista de futuras obras y colaboraciones continúa. "Todo me interesa. Es una de las condiciones imprescindibles para ser un historiador global..."
 Sus libros
La mayor parte de las obras de Fernández-Armesto han sido publicadas en español, en distintos sellos. Aunque no es fácil encontrar sus libros en Chile, ya que suelen estar agotados, como la "Historia de la comida", disponible hasta hace poco. En librerías Ulises y Antártica sí es posible encontrar "Américo, el hombre que dio su nombre a un continente" (Tusquets) y " Breve historia de la humanidad " (Zeta Bolsillo). Donde hay una buena disponibilidad de sus libros en papel es en www.buscalibre.com , incluidos "1492. El nacimiento de la modernidad" (Ariel), "Las Américas" (Debate), "Colón" (Crítica), "Millenium" (Planeta), entre otras. A su vez, la Feria Chilena del Libro ofrece, en formato e-book, obras como "Conquistadores del horizonte " (Ariel).
Historia de la comida: caníbales, ostras y chocolate
"Necesitaba un pretexto para comer", ha dicho con humor el historiador sobre su premiada obra "Historia de la comida", editada en español por Tusquets (en inglés lleva un título más sugerente: " Near a thousand tables" , basado en un poema de Wordsworth). Ligado a su libro "Civilizaciones", aunque también a su innegable interés por el ámbito culinario -en Chile se deleitó con el caldillo de congrio-, el libro relata ocho revoluciones ligadas a la comida, a través de las cuales va hilando temas relativos a la evolución de la alimentación y la ingestión de los alimentos, desde las ostras crudas a la margarina, pasando por los caracoles, el trigo y el chocolate.
La revolución que implicó la cocción de los alimentos, el paso de la comida como sustento a la configuración del rito social, los efectos de la crianza de animales comestibles, la agricultura, la comida como índice de diferenciación social, la revolución colombina y la industrialización de los alimentos son revisadas en una fascinante exploración histórica, a través de fuentes culturales, científicas, artísticas y gastronómicas.
El libro (originalmente publicado en el año 2004) se adelantó a tratar una arista poco tocada, en ese entonces, por la historiografía. "Lo sorprendente es que durante tanto tiempo los historiadores desdeñaban ese tema tan fundamental para la comprensión de todo lo demás. La historia económica consiste en gran parte en la búsqueda de fuentes de energía, de las cuales los alimentos son las más básicas; la historia política es en cierto sentido la del esfuerzo de controlar el acceso a los alimentos. La historia de la comida reúne temas imprescindibles de ecología y cultura. Era lógico que por fin los historiadores se diesen cuenta de su importancia", explica el historiador.
-Usted afirma que cocinar los alimentos resulta ser un indicador válido de la humanidad del hombre, y que esta actividad sería relativamente reciente; no existen pruebas fehacientes de ella antes de 150.000 años atrás. ¿Quiere decir esto que los antepasados del "hombre cocinero" no comparten esa humanidad?
"No quería decir que la cocina defina la humanidad, sino que la invención de la cocina a fuego vivo posibilitó las formas de socialización que hemos practicado desde aquel momento. Mi amigo Richard Wrangham, de la Universidad de Harvard, ha publicado un libro magnífico -' Catching fire' - que mantiene la tesis provocadora de que la cocina empezó mucho antes, como hace dos o tres millones de años, entre predecesores homínidos del homo sapiens. Pero las pruebas de que se trata indican más bien que fue entonces cuando esos homínidos empezaron a comer carne. Así que tal vez el carnivorismo sea el rasgo que define la esencia humana. O podría ser lo que quise señalar en mi historia de la comida: el canibalismo. No conocemos a ninguna sociedad humana que no haya practicado el canibalismo a gran escala a través de su historia. Los huesos de banquetes caníbales yacen debajo de los monumentos de todas las civilizaciones".

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