El vértigo de los medios audiovisuales
son proclives a la manipulación
y a la conspiración entre el lenguaje y la acción
para defraudar al entendimiento.
Expertos en el arte de pensar y razonar
en estricta concordancia con los límites
e incapacidades de la incomprensión humana
se aseguran con obstinación
la inaccesibilidad a la verdad desinteresada.
Expertos también en no asumir
los dramas de otros,
sólo lucran con la desgracia de los demás
que les es ajena, y no se sienten llamados
a buscar o a aportar soluciones a nada.
Su negocio es la denuncia, no hacerse cargo.
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