Sueños y realidades de las finanzas
por Leonidas Montes
Diario La Tercera, domingo 20 de octubre de 2013
Este año el esperado y prestigioso Premio Nobel de Economía fue para Eugene Fama, Lars Peter Hansen, ambos de la Universidad de Chicago, y Robert Shiller, de la Universidad de Yale. El galardón fue compartido por estos tres académicos por su contribución, desde distintas perspectivas, al análisis empírico de los precios de los activos. Aunque no podemos predecir el comportamiento de los precios en el muy corto plazo, algo en lo que Fama fue pionero en los años 60, y por lo cual se esperaba su premiación, ciertas regularidades emergen en plazos más largos. Esto último constituye el gran aporte de Shiller. Lars, por su parte, contribuyó al análisis de la racionalidad detrás de las decisiones de inversión, analizando la relación entre la incertidumbre ante el riesgo y el comportamiento de los actores. Pero el que este premio haya recaído sobre economistas que se han dedicado más específicamente a temas financieros, nos obliga a reflexionar.
Si bien la economía nace con el hombre, como disciplina es muy joven. En la época de Adam Smith solía hablarse de Economía Política, que era una rama dentro de la Filosofía Moral. La economía clásica mantuvo esta definición. Pero con la revolución marginal a fines del siglo XIX -cuando el cálculo diferencial permite resolver la paradoja del valor con el concepto de utilidad marginal- la economía comienza a adquirir otro estatus. Dicho de otra forma, el desarrollo de la economía neoclásica le dio un carácter de ciencia a la disciplina. Fue precisamente Alfred Marshall quien propuso dejar de hablar de Economía Política y comenzar a hablar de “Ciencia Económica”. No es casual que la primera Facultad de Economía la haya fundado Marshall en la Universidad de Cambridge, hace poco más de 100 años. Pero se llamó Facultad de Economía y Política.
El sueño de la “ciencia” económica ha acompañado a la disciplina en su desarrollo. La capacidad predictiva de la economía, el polémico fundamento de la “Economía Positiva” de Milton Friedman, ha sido parte de esta ilusión. En Chile era común escuchar a los economistas haciendo predicciones. Hoy somos bastante más cautos. O más conscientes de las limitaciones de una ciencia que es, antes que nada, social. A diferencia de la física, que trabaja con materia, la economía trabaja en base al comportamiento de las personas. La gran genialidad de Adam Smith, el indiscutido padre de la economía, fue precisamente esa: adentrarse en la naturaleza humana para entender los fenómenos económicos.
Y si la economía es joven como disciplina, las finanzas lo son aún más. Como anécdota recuerdo que el año 1992 seguía un curso avanzado de finanzas. Matemáticamente era fascinante. Recuerdo una clase. En base al Lema de Ito uno podía llegar, de manera discreta o continua, a una fórmula simple y elegante para evaluar precios de derivativos. Y en el proceso se eliminaba la varianza. O sea, desaparecía el riesgo. Ingenuamente le pregunté al profesor cómo era posible desprenderse del riesgo que era sólo una cuantificación de la incertidumbre. Su respuesta fue que estaba demostrado matemáticamente. Imagino que después de más de 20 años estas fórmulas han evolucionado. O tal vez mejorado.Pero fue precisamente por el desarrollo de las fórmulas de valoración de derivativos que Myron Scholes y Robert Merton recibieron el Premio Nobel en 1997. Antes habían sido invitados por un trader a participar en el proyecto de inversión Long Term Capital Management (LTCM). Un año después del Nobel, durante la crisis rusa de 1998, el proyecto LTCM en el cual participaban, entró en crisis. Su debacle puso en riesgo al sistema financiero mundial. Quizá ese sueño de eliminar el riesgo y predecir el futuro exigió un rescate billonario del propio sistema financiero.
El mundo financiero es complejo, ya que hay mucho en juego. Y la economía y el mercado -debemos recordarlo hasta el cansancio- se desarrollan sobre la base del intercambio. En el sistema financiero es fundamental que ese intercambio sea transparente y competitivo. Cuando esto no sucede, no sólo se cuestionan a los actores del mundo financiero, sino que también se siembran dudas acerca de las bases sobre las cuales se ha construido el desarrollo económico de Chile. El deber fiduciario de quienes participan en el mercado financiero, vale la pena recordarlo, es fundamental.
Chile ha avanzado y sigue avanzando en materias financieras. Hace pocos años se hablaba de la información privilegiada con bastante liviandad. Recuerdo que un actor del mundo financiero declaraba, con total desparpajo, que le iba bien “porque tenía buenos amigos”. Después de algunos casos bullados -y algunas multas- eso ha cambiado. Lo mismo está sucediendo ahora con el tema de la responsabilidad de los directores. Aunque nos queda camino por recorrer en esta materia, poco a poco se está creando conciencia. Y estas son buenas noticias.
El escándalo de La Polar y ahora el reciente caso cascadas, ponen en tela de juicio al mercado. Este último caso es complejo, lo que exige actuar con prudencia. Por eso la SVS ha hecho y está haciendo un trabajo muy riguroso. Es posible que este proceso sea largo. Y la creación de una Comisión de Valores ciertamente ayudará.Pero como sugieren Rajan y Zingales en su libro “Saving Capitalism from Capitalists”, hay que cuidar al capitalismo de los capitalistas.
Según el índice de competitividad del World Economic Forum estamos en un honroso lugar número 20 en el mundo en términos de desarrollo de mercados financieros. Cuidar esa posición es importante. Pero cuidar el mercado, lo es aún más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS