Diario El Mercurio, Lunes 02 de septiembre de 2013
Señor Director:
A pesar de que Fernando Atria y José Miguel Benavente
A pesar de que Fernando Atria y José Miguel Benavente
* (reproducción de esta carta previa va al final) declaran "sin sentido"
discutir con aquellos que no comparten su ideología estatista,
me referiré a una afirmación que realizan en su carta del sábado.
Insisten mis contradictores en que lo que ellos llaman "neoliberalismo"
es una utopía, a pesar de que ellos mismos reconocen en su libro
que ha sido el sistema más exitoso de nuestra historia.
El argumento ahora es que el "neoliberalismo" es utópico
porque prometería una igualdad de oportunidades que no cumple
y una libertad que no entrega.
Esta afirmación revela que Atria y Benavente,
o no conocen bien, o distorsionan lo que critican,
pues el "neoliberalismo" jamás ha prometido
igualdad de oportunidades en un sentido material,
ni menos una libertad entendida
como poder efectivo de perseguir un fin.
Es más, la igualdad de oportunidades
en el sentido económico
-ideal socialista que plantea "El otro modelo"-
es expresamente rechazada
por Friedman, Hayek y Roepke,
por implicar una intervención masiva del Estado
que destruiría la libertad individual
y los incentivos para crear riqueza.
La igualdad de oportunidades liberal
se entiende como igualdad ante la ley,
esto es, como ausencia de privilegios
o impedimentos arbitrarios.
Lo mismo ocurre con la idea de libertad,
que en la tradición "neoliberal"
debe entenderse en un sentido negativo,
es decir, como ausencia de coerción arbitraria
por parte de un tercero, y no como posibilidad cierta
de alcanzar un fin, que es como la entiende la filosofía progresista.
En la visión liberal, esta fórmula de igualdad
En la visión liberal, esta fórmula de igualdad
ante la ley-libertad, al abrir el espacio a la creatividad humana,
da pie a mejores oportunidades materiales para las personas,
pero no iguales oportunidades.
En otras palabras, lo que el "neoliberalismo" promete
no es igualdad material de ningún tipo,
sino libertad y prosperidad,
algo que el "modelo" chileno ha cumplido con creces.
Si hay un modelo utópico, entonces,
no es el que tenemos,
sino el que proponen Atria y Benavente.
Axel Kaiser
Axel Kaiser
Cartas
Diario El Mercurio, Sábado 31 de agosto de 2013
"El otro modelo"
Señor Director:
No tiene mucho sentido discutir con quienes son incapaces de ver en el mundo que les rodea algo distinto a proyecciones de sus propios fantasmas y caricaturas, de los monstruos que ven o veían en sus pesadillas. Por consiguiente no hay mucho que decir ante distorsiones como "la actividad estatal debe ser omnipresente" o "el modelo estatista radical que 'El Otro Modelo' sugiere" con las que Axel Kaiser pretende describir el contenido de nuestro libro.
Solo dos comentarios, entonces. El primero es que Kaiser sostiene que el neoliberalismo no es utópico, "sino un sano entendimiento acerca de cómo funciona la realidad". Pero promete libertad para todos e igualdad de oportunidades si solo dejamos al mercado funcionar. El hecho de que el resultado sea una libertad cuya medida es el dinero de cada uno o un sistema educacional brutalmente segregado, en el que la correlación entre origen socioeconómico y resultados académicos esté entre las más altas del mundo, es algo enteramente irrelevante para el utopista, que da la respuesta característica del utopista: no lo hemos hecho suficientemente bien, hay que insistir y seguir esperando.
Pero no solo es utópico, es dogmático. Por eso ve "estatismo radical" en cualquier cosa que no sea mercado y más mercado. Hoy sabemos que entregar a un funcionario público la decisión de cuántos automóviles o litros de vino han de producirse y a qué precio han de venderse es económicamente ineficiente y políticamente riesgoso para la libertad. El dogmático concluye, entonces, que para todo, desde la producción y comercialización de automóviles y vino hasta la organización del sistema educacional, pasando por el sistema de pensiones, la organización de la matriz energética y el desarrollo de las ciudades, la alternativa es siempre la misma: mercado o tiranía.
Fernando Atria
José Miguel Benavente
No tiene mucho sentido discutir con quienes son incapaces de ver en el mundo que les rodea algo distinto a proyecciones de sus propios fantasmas y caricaturas, de los monstruos que ven o veían en sus pesadillas. Por consiguiente no hay mucho que decir ante distorsiones como "la actividad estatal debe ser omnipresente" o "el modelo estatista radical que 'El Otro Modelo' sugiere" con las que Axel Kaiser pretende describir el contenido de nuestro libro.
Solo dos comentarios, entonces. El primero es que Kaiser sostiene que el neoliberalismo no es utópico, "sino un sano entendimiento acerca de cómo funciona la realidad". Pero promete libertad para todos e igualdad de oportunidades si solo dejamos al mercado funcionar. El hecho de que el resultado sea una libertad cuya medida es el dinero de cada uno o un sistema educacional brutalmente segregado, en el que la correlación entre origen socioeconómico y resultados académicos esté entre las más altas del mundo, es algo enteramente irrelevante para el utopista, que da la respuesta característica del utopista: no lo hemos hecho suficientemente bien, hay que insistir y seguir esperando.
Pero no solo es utópico, es dogmático. Por eso ve "estatismo radical" en cualquier cosa que no sea mercado y más mercado. Hoy sabemos que entregar a un funcionario público la decisión de cuántos automóviles o litros de vino han de producirse y a qué precio han de venderse es económicamente ineficiente y políticamente riesgoso para la libertad. El dogmático concluye, entonces, que para todo, desde la producción y comercialización de automóviles y vino hasta la organización del sistema educacional, pasando por el sistema de pensiones, la organización de la matriz energética y el desarrollo de las ciudades, la alternativa es siempre la misma: mercado o tiranía.
Fernando Atria
José Miguel Benavente
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