"Chile está entre los 10 países más obesos del mundo. Después de septiembre, el mes calórico por excelencia, nos instalamos en los Top Five. La obesidad es un factor transversal que afecta a los chilenos sin excepción y es lo único que no se relaciona con ideologías, religiones o clases sociales..."
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Chile está entre los 10 países más obesos del mundo.
Después de septiembre, el mes calórico por excelencia, nos instalamos en los Top Five.
La obesidad es un factor transversal que afecta a los chilenos sin excepción y es lo único que no se relaciona con ideologías, religiones o clases sociales.
Entre católicos o masones, comunistas o conservadores y en el eje del sistema o en el mundo más extremo, viven, respiran, piensan y comen lo mismo: parrilladas, mariscos, quesos variados y pan con palta. En septiembre añadirán anticuchos y el mote con huesillos, por lo bajo.
La obesidad es inclusiva, no existe la discriminación ni desigualdad y no hace distingos; basta con el hambre y la voluntad.
Dicen que el lenguaje construye realidades y en el plano alado de la política e ideas, puede que existan chilenos o chilenas con sobrepeso, tradicionalmente catalogados de rellenitas o macizos.
Dejémonos de resquicios: una persona con sobrepeso no es un guatón en ciernes y en potencia. Esa persona es física y sicológicamente un guatón, puede que tardío, falso, contenido, escurridizo, frustrado y hasta misterioso, pero un guatón. Es hora de enfrentarnos con nuestra historia, y en vez del concepto perdonavidas y eufemístico de sobrepeso, digamos la verdad, aunque duela: guatonas y guatones.
Los con peso o con equívoco sobrepeso, invaden la derecha, dominan la izquierda y hacen nata en el centro.
Están en todas partes y son cada vez más numerosos.
El que ya es obeso, está escrito que así se quedará.
El que anda con sobrepeso, ya escalará hacia etapas superiores.
Y el que aún no lo es y se resiste con dietas monacales o ejercicios prusianos, ya caerá, y es cosa de darle tiempo al tiempo.
¿Podrá el Ministerio del Deporte, recién creado, detener la ola de niños obesos (10%) y con sobrepeso (22,8%), plaga bíblica más voraz que la langosta y más resistente que la marabunta?
No.
El coche se revienta por el peso, crujen sus ruedecitas y en las infladas manitas de la criatura no se distingue el cascabel de goma, carcomido por unas encías desdentadas que se anuncian terribles. ¿Quién les dirá a esos padres que no está sanita o sanito, sino guatón o guatona?
Nadie.
En los colegios o liceos, ¿sacrificaremos horas de estudio en matemáticas o ciencias, para que se vayan de flexiones, carreras y saltos, que sabemos no van a modificar su naturaleza chilena y guatona?
Jamás.
La obesidad es una enfermedad, y por eso el by pass gástrico reforzado, pero doctor, por favor, yo me conozco: póngale doble nudo ciego. Y además métale corchetes, uno tras otro, algo que comprima y asfixie el estómago. Un búnker.
Más ahora, cuando las trompetas de septiembre resuenan y se inicia la parada de calorías y un choripán son 700 y 600 la empanada, 400 un cucharón de puré, 350 la piscola, y deme otro choripán.
Viene septiembre, hay que cuidarse y ser responsable con las calorías.
Un último consejo: cuando le traigan el segundo choripán, lo saca del pan y lo pone en el plato. Luego le saca la miga a la marraqueta y después reinstala el chorizo en el pan, porque de otra manera no sería choripán.
Después de septiembre, el mes calórico por excelencia, nos instalamos en los Top Five.
La obesidad es un factor transversal que afecta a los chilenos sin excepción y es lo único que no se relaciona con ideologías, religiones o clases sociales.
Entre católicos o masones, comunistas o conservadores y en el eje del sistema o en el mundo más extremo, viven, respiran, piensan y comen lo mismo: parrilladas, mariscos, quesos variados y pan con palta. En septiembre añadirán anticuchos y el mote con huesillos, por lo bajo.
La obesidad es inclusiva, no existe la discriminación ni desigualdad y no hace distingos; basta con el hambre y la voluntad.
Dicen que el lenguaje construye realidades y en el plano alado de la política e ideas, puede que existan chilenos o chilenas con sobrepeso, tradicionalmente catalogados de rellenitas o macizos.
Dejémonos de resquicios: una persona con sobrepeso no es un guatón en ciernes y en potencia. Esa persona es física y sicológicamente un guatón, puede que tardío, falso, contenido, escurridizo, frustrado y hasta misterioso, pero un guatón. Es hora de enfrentarnos con nuestra historia, y en vez del concepto perdonavidas y eufemístico de sobrepeso, digamos la verdad, aunque duela: guatonas y guatones.
Los con peso o con equívoco sobrepeso, invaden la derecha, dominan la izquierda y hacen nata en el centro.
Están en todas partes y son cada vez más numerosos.
El que ya es obeso, está escrito que así se quedará.
El que anda con sobrepeso, ya escalará hacia etapas superiores.
Y el que aún no lo es y se resiste con dietas monacales o ejercicios prusianos, ya caerá, y es cosa de darle tiempo al tiempo.
¿Podrá el Ministerio del Deporte, recién creado, detener la ola de niños obesos (10%) y con sobrepeso (22,8%), plaga bíblica más voraz que la langosta y más resistente que la marabunta?
No.
El coche se revienta por el peso, crujen sus ruedecitas y en las infladas manitas de la criatura no se distingue el cascabel de goma, carcomido por unas encías desdentadas que se anuncian terribles. ¿Quién les dirá a esos padres que no está sanita o sanito, sino guatón o guatona?
Nadie.
En los colegios o liceos, ¿sacrificaremos horas de estudio en matemáticas o ciencias, para que se vayan de flexiones, carreras y saltos, que sabemos no van a modificar su naturaleza chilena y guatona?
Jamás.
La obesidad es una enfermedad, y por eso el by pass gástrico reforzado, pero doctor, por favor, yo me conozco: póngale doble nudo ciego. Y además métale corchetes, uno tras otro, algo que comprima y asfixie el estómago. Un búnker.
Más ahora, cuando las trompetas de septiembre resuenan y se inicia la parada de calorías y un choripán son 700 y 600 la empanada, 400 un cucharón de puré, 350 la piscola, y deme otro choripán.
Viene septiembre, hay que cuidarse y ser responsable con las calorías.
Un último consejo: cuando le traigan el segundo choripán, lo saca del pan y lo pone en el plato. Luego le saca la miga a la marraqueta y después reinstala el chorizo en el pan, porque de otra manera no sería choripán.
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