Cualquier modificación constitucional que se requiera no debiese tener más condición que la inscripción previa en los consulados. Porque no se es ?menos chileno? cuando se reside en el exterior.
por Boris Yopo
UNA DE las promesas de campaña del entonces candidato presidencial Sebastián Piñera fue que durante su gobierno finalmente se otorgaría el derecho a voto a los chilenos que residen en el exterior. Tres años después, este compromiso permanece incumplido.
Hace un tiempo, grupos de chilenos se manifestaron en varias ciudades del mundo para reivindicar nuevamente este derecho. Sin embargo, sectores de la actual coalición de gobierno han levantado una serie de restricciones sobre la base de un cálculo político que ha impedido materializar este compromiso: que este voto eventualmente favorecería a la centroizquierda. Se trata de una visión equivocada.
La composición actual de la comunidad chilena en el exterior es hoy mucho más diversa y heterogénea que en los inicios de la democracia, y ahora son motivos fundamentalmente laborales o de estudio los que hacen que muchos compatriotas emigren a distintos lugares del orbe. Pero, además, y antes que cualquier otra consideración, la Constitución consagra la igualdad de derechos de todos los chilenos, independiente de donde se encuentren. Entonces, la residencia en otros países no debiese ser un impedimento para votar. Cabe agregar que la tendencia predominante hoy en casi todos los miembros de la Ocde, y aun en países que tienen grandes comunidades en el exterior, donde este voto sí puede gravitar, es el reconocimiento de este derecho sin (o con mínimas) restricciones. Y es que la globalización está generando una movilidad sin precedentes de personas.
Entonces, debiésemos ver también el potencial futuro que esto puede tener para nuestro país en su proyección internacional, pues los chilenos que residen fuera son en realidad “un activo” para promover nuestros intereses en el exterior. Ahora hay un proyecto en el Congreso presentado por los senadores Patricio Walker, Isabel Allende y Soledad Alvear, que establece como único requisito la inscripción previa en los consulados, y el Presidente, en un reciente programa de televisión, reiteró que cumpliéndose esta exigencia, se podría finalmente llegar a un acuerdo. Sin embargo, en diversas ocasiones el Ejecutivo ha introducido después “requisitos restrictivos”, como la permanencia en nuestro país por un cierto período de tiempo, aspecto que vulnera el espíritu de lo ya conversado (posibilitar con el máximo de amplitud el voto en el exterior), pero que, además, se podría transformar en una suerte de nuevo voto censitario, donde los electores serán preferentemente aquellos que tienen más recursos para trasladarse y permanecer un tiempo en nuestro país.
Cualquier modificación constitucional que se requiera no debiese tener más condición que la inscripción previa en los consulados. Porque no se es “menos chileno” cuando se reside en el exterior. Tener una visión globalizada implica, en definitiva, no sólo transar bienes fuera de nuestras fronteras, sino también reconocer derechos a personas que buscando un mejor horizonte quieren, sin embargo, mantener un nexo con la patria. El voto es uno de ellos. Que lo puedan ejercer sin restricciones debiese ser un “compromiso país”. Es de esperar que esta aspiración (compartida por una mayoría en el país) por fin se concrete durante estos últimos meses de la actual administración.
Hace un tiempo, grupos de chilenos se manifestaron en varias ciudades del mundo para reivindicar nuevamente este derecho. Sin embargo, sectores de la actual coalición de gobierno han levantado una serie de restricciones sobre la base de un cálculo político que ha impedido materializar este compromiso: que este voto eventualmente favorecería a la centroizquierda. Se trata de una visión equivocada.
La composición actual de la comunidad chilena en el exterior es hoy mucho más diversa y heterogénea que en los inicios de la democracia, y ahora son motivos fundamentalmente laborales o de estudio los que hacen que muchos compatriotas emigren a distintos lugares del orbe. Pero, además, y antes que cualquier otra consideración, la Constitución consagra la igualdad de derechos de todos los chilenos, independiente de donde se encuentren. Entonces, la residencia en otros países no debiese ser un impedimento para votar. Cabe agregar que la tendencia predominante hoy en casi todos los miembros de la Ocde, y aun en países que tienen grandes comunidades en el exterior, donde este voto sí puede gravitar, es el reconocimiento de este derecho sin (o con mínimas) restricciones. Y es que la globalización está generando una movilidad sin precedentes de personas.
Entonces, debiésemos ver también el potencial futuro que esto puede tener para nuestro país en su proyección internacional, pues los chilenos que residen fuera son en realidad “un activo” para promover nuestros intereses en el exterior. Ahora hay un proyecto en el Congreso presentado por los senadores Patricio Walker, Isabel Allende y Soledad Alvear, que establece como único requisito la inscripción previa en los consulados, y el Presidente, en un reciente programa de televisión, reiteró que cumpliéndose esta exigencia, se podría finalmente llegar a un acuerdo. Sin embargo, en diversas ocasiones el Ejecutivo ha introducido después “requisitos restrictivos”, como la permanencia en nuestro país por un cierto período de tiempo, aspecto que vulnera el espíritu de lo ya conversado (posibilitar con el máximo de amplitud el voto en el exterior), pero que, además, se podría transformar en una suerte de nuevo voto censitario, donde los electores serán preferentemente aquellos que tienen más recursos para trasladarse y permanecer un tiempo en nuestro país.
Cualquier modificación constitucional que se requiera no debiese tener más condición que la inscripción previa en los consulados. Porque no se es “menos chileno” cuando se reside en el exterior. Tener una visión globalizada implica, en definitiva, no sólo transar bienes fuera de nuestras fronteras, sino también reconocer derechos a personas que buscando un mejor horizonte quieren, sin embargo, mantener un nexo con la patria. El voto es uno de ellos. Que lo puedan ejercer sin restricciones debiese ser un “compromiso país”. Es de esperar que esta aspiración (compartida por una mayoría en el país) por fin se concrete durante estos últimos meses de la actual administración.
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