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La Gran Agitación


La Gran Agitación

Vamos hacia una nueva era de convulsión política y económica. Una época de creatividad y cambio; también de peligro e incertidumbre.

por Oscar Landerretche - Diario La Tercera 07/10/2011 - 04:00
DURANTE las dos décadas que van desde mediados de los 80 hasta la crisis subprime de 2008, se acuñó entre los economistas el concepto de la "Gran Moderación". 

Originalmente, la Gran Moderación se refería a una fuerte caída en la volatilidad del crecimiento en Estados Unidos. Sin embargo, el término pasó a significar sucesivamente otras cosas: la moderación del ciclo económico global, de la inflación, de las tasas de interés, del desempleo y de la pobreza. Todas cosas que ocurrieron en la mayor parte de los países. 

Se pensaba que tras la Gran Moderación había cambios institucionales y tecnológicos que iban desde mejorías en las políticas monetarias y fiscales (que se volvieron pragmáticamente anticíclicas), pasando por el desarrollo de los mercados de capitales (que se pensaban estabilizantes), hasta la revolución de las comunicaciones (que se sentían coordinantes).

Fue tan fuerte la Gran Moderación económica que, incluso, tuvo efectos políticos. Se produjo una expansión global de la democracia electoral, caída de dictaduras de derecha, ampliación de derechos civiles y libertades de prensa. Cayó el Muro de Berlín, se moderaron los socialistas y surgió la Tercera Vía socialdemócrata. Es decir, la Gran Moderación fue económica, pero también política. 
Ahora sabemos que en el vientre de la Gran Moderación estaba creciendo la semilla de su fin. El crecimiento desregulado y desbocado de mercados de capitales paralelos, abonando la inestabilidad financiera, y el incremento explosivo de la desigualdad, germinando la inestabilidad política. En el corazón mismo de la Gran Moderación se estaba fraguando la "Gran Agitación".

Ahora vemos que desde hace tiempo que estábamos transitando hacia esta nueva era. El fenómeno de crispación y radicalización del debate político, acompañado de anomia e indignación extendida en la ciudadanía, ya se había comenzado a producir desde hace tiempo. Por otro lado, el fenómeno de crisis financieras y económicas crecientemente frecuentes e intensas se estaba haciendo evidente desde la crisis asiática a esta parte. 

Vamos hacia una nueva era, la era de la Gran Agitación política y económica. Ha habido otras. Si las estudiamos, veremos que son épocas de creatividad y cambio, pero también de peligro e incertidumbre. Habrá conservadores que propondrán tozudamente resistir las marejadas de la historia, sólo para ser removidos por sus oleadas; habrá entusiastas del caos que querrán contribuir al jaleo generalizado; y habremos quienes trataremos de ayudar a que, como país, sepamos navegar estos mares turbulentos, beneficiándonos de la oportunidad de cambiar, pero evitando el peligro de desmembrarnos contra las rocas. 

Sin embargo, como dice Rahm Emanuel, actual alcalde de Chicago y ex jefe de gabinete del Presidente Obama: "Nunca se debe desperdiciar una buena crisis". Chile necesita cambiar estructuralmente. Necesita cambiar la justicia de su economía, la equidad de su educación y la pertinencia de su apuesta productiva. Necesita cambiar la eficacia de su política, la efectividad de su Estado y la calidad de su democracia. Habemos quienes sentimos que esta Gran Agitación es en verdad una gran oportunidad.

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